XXIX

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Volvimos al vestuario después del entrenamiento, y la sala estaba llena del bullicio habitual tras una sesión intensa en el gimnasio. Me sentía aún agitada por el ejercicio, pero lo que realmente me tenía distraída era el hecho de que Aitana había estado actuando de manera algo reservada durante el resto de la sesión. La había visto abrir la boca varias veces como si quisiera decir algo importante, pero luego retrocedía, como si no pudiera encontrar las palabras adecuadas.

Me dirigí hacia mi taquilla para guardar la botella de agua y cambiarme. Aitana se acercó lentamente, y pude ver que su expresión estaba cargada de una mezcla de nervios y determinación. Me observó mientras yo organizaba mis cosas, y entonces, sin poder contenerse más, se dirigió hacia mí.

—Gala, ¿puedo preguntarte algo? —me dijo, su tono de voz suave pero con un toque de curiosidad.

Levanté la vista y asentí sin pensarlo mucho, esperando alguna broma sobre el entrenamiento o alguna pregunta sobre los próximos partidos. Pero cuando la miré de nuevo, noté algo diferente en sus ojos. No era una conversación cualquiera. Y antes de que pudiera prepararme, soltó la pregunta que menos esperaba.

—¿Hay algo entre tú y Jana?-Preguntó directa.

La pregunta me cayó como un cubo de agua fría. No porque no hubiera pensado en ello, sino porque no me lo esperaba de mi hermana mayor, y mucho menos en ese momento. Me quedé en blanco por un segundo, intentando procesar lo que acababa de decirme. Me reí un poco, de forma nerviosa, como para quitarle importancia al asunto, y le contesté rápidamente, casi por reflejo.

—No, claro que no. Somos solo amigas —dije, aunque sentí una ligera tensión en mi voz, una inseguridad que no pude ocultar del todo.

Aitana entrecerró los ojos, como si no estuviera convencida con mi respuesta. Ella me conocía demasiado bien, sabía leerme como un libro abierto. Había algo en su mirada que me decía que no iba a dejarlo pasar tan fácilmente.

—¿Estás segura? —preguntó con suavidad, sin sonar acusatoria, pero con ese tono que utilizaba cuando intentaba que alguien fuera honesto consigo mismo—. ¿Segura de lo que sientes?

Esa pregunta me golpeó de lleno. Mi mente comenzó a correr en todas direcciones. ¿Estaba segura? ¿Realmente lo estaba? Hasta ese momento no me había parado a pensar en lo que sentía por Jana, o al menos no de esa manera. Lo había evitado, tal vez, escondiéndolo bajo la capa de una amistad divertida y cercana. Pero ahora, Aitana me obligaba a enfrentarlo, a mirar de frente algo que ni siquiera yo entendía del todo.

Me mordí el labio inferior y sentí una extraña incomodidad en el pecho. Aitana me observaba con atención, esperando mi respuesta, y por primera vez no sabía qué decir. Era como si hubiera abierto una puerta que yo no estaba lista para cruzar.

—No lo sé —respondí finalmente, con un suspiro que salió más pesado de lo que esperaba—. No me he parado a pensar en lo que siento en realidad. Nunca me lo he planteado de esa forma.

Aitana se quedó en silencio por un momento, dejándome espacio para procesar mis propias palabras. Podía sentir su mirada sobre mí, pero no me sentía juzgada. Ella solo quería que fuera sincera conmigo misma, lo que en ese momento era más difícil de lo que pensaba.

—Es normal que te sientas confundida —dijo finalmente, con esa calma que siempre lograba tranquilizarme.

Aitana tenía razón, como casi siempre. Sabía que algo dentro de mí estaba moviéndose, cambiando, pero aún no podía definirlo. Jana y yo habíamos pasado mucho tiempo juntas, habíamos compartido momentos increíbles, risas, complicidad... ¿pero eso significaba algo más? ¿O seguíamos siendo solo amigas? No tenía ni idea.

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora