Jana
Durante todo el día, no podía sacarme de la cabeza lo que Aitana me había dicho sobre Gala, bueno, más bien lo que no había dicho. Mientras las palabras daban vueltas en mi mente, terminé decidiendo que lo mejor sería hacerle caso. Sabía que Aitana conocía a Gala mejor que nadie, y si había algo que la incomodaba o la hacía sentir mal, no tenía sentido insistir. Así que borré de mi mente la idea de la fiesta, aunque seguía preguntándome qué era lo que había detrás de todo eso.
En el coche, de camino a casa, el silencio entre Gala y yo era más pesado de lo habitual. Ninguna de las dos parecía tener mucho que decir, pero tampoco era incómodo. Sin embargo, sentía que algo flotaba en el aire, una tensión leve que no terminaba de desvanecerse. Cuando llegamos a casa, nos acomodamos en el sofá, y ella se acurrucó a mi lado, buscando ese refugio que solíamos darnos mutuamente. Sus brazos alrededor de mí, su respiración tranquila contra mi cuello… ese momento de calma me hizo sentir que, aunque no lo habláramos, estábamos bien.
Pero mi curiosidad seguía ahí, latente, empujándome a preguntar. No podía dejar el tema pasar sin al menos intentar entender qué había detrás de su rechazo tan fuerte a celebrar su cumpleaños. Así que, rompiendo el silencio, me atreví a preguntarle.
—¿Qué quieres hacer para tu cumpleaños? —dije en voz baja, intentando que la pregunta no sonara como una insistencia.
Gala, sin cambiar mucho su posición, me respondió sin darle demasiada importancia.
—Nada, no me gusta celebrarlo-Eso ya lo sabía, pero algo dentro de mí me empujaba a seguir.
—Pero tiene que haber algo que te apetezca hacer. No tienes que hacer una fiesta si no quieres, podemos hacer lo que te haga sentir cómoda-Dije presionando un poco.
Sentí cómo su cuerpo se tensaba ligeramente contra el mío, y antes de que pudiera decir algo más, Gala se apartó un poco, mirándome con una expresión dura que no veía a menudo en ella.
—Te he dicho que no quiero hacer nada, Jana —repitió, esta vez con un tono más cortante, casi a la defensiva.
Me quedé en silencio por un momento, sorprendida por la brusquedad de su respuesta. No era normal que reaccionara así conmigo, y claramente, este tema la tocaba de una manera que yo no comprendía del todo. Sentí un nudo en el estómago, no solo por su tono, sino porque detrás de esa actitud había algo más, algo que no quería o no estaba lista para contarme.
Intenté procesar la situación, buscando alguna forma de suavizar el ambiente sin presionarla más. Sabía que, por muy fuerte que fuese mi curiosidad, había límites que no debía cruzar. No sabía exactamente qué le había pasado en el pasado, pero lo que estaba claro es que su cumpleaños no era un tema ligero para ella.
—Está bien… —murmuré suavemente, intentando no sonar herida ni molesta—. No hablaremos más de eso.
Gala no respondió de inmediato. Simplemente volvió a acurrucarse a mi lado, esta vez con más suavidad, como si se arrepintiera un poco de su reacción. A pesar de todo, ese pequeño momento de distancia entre nosotras me hizo sentir incómoda, como si estuviera pisando un terreno frágil.
Me limité a abrazarla más fuerte, intentando transmitirle con ese gesto que no necesitaba explicarme nada si no quería, que no iba a insistir en algo que claramente la afectaba. Pero dentro de mí, no podía dejar de pensar en lo que Aitana había insinuado antes, en lo que fuera que había marcado a Gala de una forma tan profunda. Y aunque no sabía cómo ni cuándo, estaba segura de que, en algún momento, tendría que hablar con ella para entenderlo mejor.
Por ahora, sin embargo, lo único que importaba era que Gala estuviera bien, que supiera que estaba ahí para ella, sin importar lo que pasara.
Gala
El día de mi cumpleaños finalmente llegó, pero para mí no era más que un día cualquiera. Desde aquella experiencia en mi adolescencia, celebrar mi cumpleaños había perdido todo significado. De hecho, prefería que la gente lo ignorara por completo, aunque sabía que tendría que aguantar las inevitables felicitaciones. No esperaba nada especial, ni lo deseaba. Solo quería que el día pasara lo más rápido posible y sin más complicaciones.
Al despertarme, lo primero que noté fue que Jana no estaba en la cama. Me pareció raro, ya que siempre era ella quien se quedaba más tiempo entre las sábanas. Me incorporé lentamente, con una sensación extraña en el pecho, como si algo no estuviera bien. Bajé de la cama, arrastrando los pies hasta el comedor, y lo primero que vi me dejó sin palabras.
La mesa estaba llena. Había pastas, un café humeante, y una cantidad de detalles que demostraban que Jana había estado despierta mucho antes de lo normal, preparando todo eso. Me quedé allí, de pie, sin saber muy bien cómo reaccionar. Sentí un nudo en el estómago, esa incomodidad que me invadía cada vez que alguien trataba de hacer algo especial por mí en este día.
Entonces, Jana apareció por la puerta con una sonrisa en los labios. Se acercó, me dio un beso suave en los labios y me dijo:
—Feliz cumpleaños.
Mi cuerpo se tensó inmediatamente. Me aparté de ella con una mezcla de frustración y ansiedad. No quería ser grosera, pero no podía evitarlo. Respiré hondo, intentando no sonar demasiado cortante.
—No —le dije, negando con la cabeza—. Jana, no me gusta esto. Ya te dije que no quería nada.
Ella me miró, claramente sorprendida por mi reacción, pero mantuvo su expresión tranquila.
—Solo es un desayuno, Gala… —empezó a decir, pero yo la interrumpí antes de que pudiera terminar.
—No —repetí, más firme esta vez—. Cuando dije que no quería nada, me refería a que no quería que hoy fuera diferente. No quiero celebrar nada, no quiero que se haga nada especial. Ya te lo dije.
Pude ver el dolor momentáneo en sus ojos, aunque intentó ocultarlo. No quería lastimarla, eso era lo último que deseaba, pero en momentos como este, la incomodidad se volvía abrumadora para mí. Todo lo que quería era que este día pasara sin más, sin sentirme obligada a fingir que disfrutaba algo que, en el fondo, solo me hacía recordar cosas que prefería dejar atrás.
Jana suspiró y me miró con esa mezcla de comprensión y decepción. No me dijo nada más en ese momento, simplemente asintió. Yo, en cambio, me sentía culpable, pero también sabía que no podía ceder. No quería pasar por esto una vez más.
Me di la vuelta y me dirigí hacia el baño, intentando calmarme, mientras el peso del día seguía presionándome el pecho. Sabía que Jana solo intentaba hacer algo bonito por mí, pero para mí, todo lo relacionado con mi cumpleaños seguía siendo una herida abierta, algo que no estaba lista para enfrentar, no hoy ni ningún otro año.
____🥺🥺
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𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳
RandomGala es una chica que desde pequeña tiene el sueño de convertirse en una gran futbolista, está en el camino de conseguirlo junto a su hermana cuando sufre una grave lesión, esa lesión hace que los caminos de ambas hermanas se separen de una manera c...