XXV

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Aitana

Aún estaba de vacaciones, disfrutando de los últimos días de descanso tras el Mundial. Desconectaba en la medida de lo posible, aunque no podía evitar abrir Instagram de vez en cuando y echar un vistazo a las historias del Barça femenino. Me gustaba seguirles la pista, saber cómo iban los entrenamientos y qué estaba ocurriendo con el equipo mientras yo descansaba.

Al abrir las historias esta vez, lo primero que apareció en pantalla fue un vídeo que me dejó parada. Gala, mi hermana pequeña, entrando al campo de entrenamiento. Iba junto a Jana y Bruna, las tres riéndose y conversando animadamente. Me sorprendió ver lo rápido que Gala parecía haberse adaptado al grupo. Aunque sabía que era una jugadora talentosa y que, al final, el fútbol era lo suyo, verla de nuevo con la camiseta del Barça siempre me removía algo por dentro.

El vídeo continuaba, y vi cómo Jana, con su típica energía y confianza, pasaba un brazo por los hombros de Gala. La manera en que lo hizo, con tanta naturalidad, casi como si ese gesto fuera algo habitual, me hizo fruncir el ceño ligeramente. Conocía a Jana desde hace años, y si bien era cercana con las compañeras, había algo en ese gesto, en esa interacción, que me resultó… ¿diferente?

Jana sonreía a la cámara y señalaba a Gala, como si estuviera presentándola. Luego, en un tono juguetón.

-Aquí la tenemos, La Sonic del Barça-Dijo la defensa riendo.

Gala, siempre un poco más reservada, bajó la cabeza ligeramente y con una tímida sonrisa miró a la cámara.

—Bon dia-Dijo con una risa tímida.

Mi corazón se llenó de orgullo. Ahí estaba mi hermana, de nuevo en el Barça, en el club donde ambas habíamos crecido. Era un momento que yo sabía que ella había esperado mucho tiempo. Sin embargo, no podía ignorar la sensación que empezaba a rondar mi cabeza. La forma en que Jana la miraba, la facilidad con la que la hacía sonreír, la confianza que había entre ellas... Algo en esa conexión me llamó la atención de una manera que no esperaba.

Era raro, pero lo sentía. Aunque hubieran pasado años y aunque nuestras vidas hubieran tomado rumbos distintos, seguía conociendo a mi hermana. Sabía leerla, y podía notar que algo había cambiado. Y luego estaba Jana... Conocía bien a Jana, su manera de ser, pero ver esa complicidad con Gala era nuevo. Se comportaban con una familiaridad que no se desarrollaba en tan poco tiempo, no al menos de forma casual.

Pasé la historia una vez más, deteniéndome en la imagen de Jana con su brazo sobre los hombros de Gala, ambas sonriendo a la cámara. Mi intuición me decía que había algo más allí, algo que quizá ni ellas mismas se habían dado cuenta del todo. Sus gestos, sus miradas... era demasiado fácil interpretar lo que veía. ¿Podría ser?

Me apoyé en el respaldo de la silla, mirando el techo y pensando. Quizá estaba leyendo demasiado entre líneas. O tal vez, después de tanto tiempo separadas, había aspectos de la vida de Gala que no conocía, y este era uno de ellos.

El vídeo siguió su curso, y volví a sonreír, orgullosa de verla caminar con tanta seguridad en un club tan grande. Lo que fuera que pasara entre ellas, si es que pasaba algo, ya se vería con el tiempo. Pero algo me decía que esta nueva etapa en el Barça traería más sorpresas de las que esperaba.

Jana

Tener a Gala de vuelta cerca, después de tanto tiempo, me hacía sentir genial. Era como si todo se hubiera alineado de alguna manera que no podía explicar. A veces, en la concentración con la selección, sentía que había formado una conexión especial con ella, pero ahora, en el Barça, tenerla a mi lado, entrenando juntas, se sentía aún mejor.

El entrenamiento transcurría como cualquier otro, pero había una emoción en el aire. Gala se veía nerviosa, pero confiada. Yo sabía que estaba algo tímida, después de todo, era su primer entrenamiento con el primer equipo del Barça, pero si alguien podía destacar desde el primer día, era ella.

En un momento, el entrenador nos indicó que íbamos a hacer una "batalla de velocidad". Dos jugadoras correrían a la vez hacia un balón, y la que llegara antes tendría que disparar a portería. Me acerqué a Gala con una sonrisa traviesa. Sabía que este era el tipo de ejercicio en el que ella podía lucirse, pero también sabía que le daba un poco de vergüenza, sobre todo estando rodeada de algunas de las mejores jugadoras del mundo.

—Vamos, Sonic, es tu momento de brillar —le dije, usando el apodo que le había puesto durante la concentración.

Ella soltó una pequeña risa, agachando un poco la cabeza, avergonzada.

—Es mi primer entrenamiento, no me hagas esto —murmuró, con una sonrisa nerviosa.

Pero había una chispa en sus ojos. Sabía que aunque le diera vergüenza, por dentro le encantaba la idea de demostrar lo que valía. Al final del día, Gala siempre había sido una competidora nata.

Llegó el momento. Me tocaba correr contra ella.

—Tienes que tener piedad conmigo —le dije, medio en broma, medio en serio.

Gala soltó una carcajada. Era raro escucharla reír tan libremente en el campo, pero era una de las cosas que me gustaba de ella. Y aunque sabía que yo estaba bromeando, ella no iba a tener ninguna piedad.

El silbato sonó, y ambas salimos disparadas hacia el balón. Yo lo estaba dando todo, pero por dentro ya sabía que no iba a ganarle. Gala era rápida, según su hermana siempre lo había sido, pero estos últimos años en Alemania la habían convertido en un auténtico rayo.

En cuestión de segundos, Gala me ganó por unos metros, llegó al balón y, sin dudarlo, ejecutó un disparo perfecto. El balón voló directo a la esquina de la portería, un tiro impecable que cualquier delantero envidiaría.

El silencio duró un segundo, y luego las chicas empezaron a aplaudir. Algunas incluso silbaban y gritaban su nombre. Gala se detuvo, claramente avergonzada por la atención, pero al mismo tiempo, no podía ocultar la pequeña sonrisa de satisfacción en su rostro.

Me acerqué a ella, todavía respirando con fuerza por el esfuerzo, y le di una palmada en la espalda.

—Lo sabía. Te dije que era tu momento de brillar —le susurré.

Gala bajó la mirada, claramente sonrojada, mientras algunas de las chicas la rodeaban para felicitarla.

—Lo has hecho genial, Gala, menuda definición —dijo Mapi, sonriendo de oreja a oreja.

Gala agradeció los cumplidos, pero yo podía ver lo avergonzada que estaba con tanta atención. Siempre había sido un poco así, modesta hasta el punto de la timidez. Pero yo sabía lo orgullosa que estaba por dentro, y aunque se sonrojara y bajara la cabeza, estaba disfrutando de este momento tanto como yo.

El entrenamiento continuó, pero ese pequeño momento quedó grabado en mi mente. No solo por el gol, sino porque me di cuenta de lo mucho que había echado de menos estar cerca de Gala. Entrenar con ella, compartir estos momentos… me hacía sentir algo que no había sentido en mucho tiempo. Y aunque no sabía exactamente qué era, sabía que quería seguir teniéndola cerca.
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Ay nuestra enamoradita

Os tengo que decir que mañana será el último día en el que subiré muchos capítulos seguidos, no porque no quiero, porque yo siempre quiero😝, pero empiezo clases y todo no se puede😔


𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora