XI

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La llegada al lugar de concentración pronto dio paso a la organización de las habitaciones. Con el bullicio y las risas aún en el aire, nos dirigimos a la sala donde se haría la asignación de las habitaciones. Las habituales ya estaban emparejadas, como era de esperar, pero para las nuevas incorporaciones, como yo, el proceso iba a ser un poco diferente.

El equipo de organización tenía una lista con los nombres y comenzó a llamar a las jugadoras una por una para asignarles las habitaciones. La mayoría de las habituales ya sabían con quién iban a compartir habitación, y todo transcurría con una sensación de familiaridad. Pero cuando llegó el turno de las nuevas, el proceso se volvió un poco más aleatorio.

Llamaron mi nombre y me dirigí al grupo que esperaba. Miré hacia el panel donde estaban las habitaciones asignadas, y el organizador comenzó a mencionar los nombres al azar. Cuando anunciaron mi pareja de habitación, me sorprendí al escuchar que me tocaría compartir con Gala.

Mi corazón dio un pequeño salto al escuchar su nombre. Me volví para encontrarme con Gala, quien estaba a pocos pasos de distancia, y nuestras miradas se encontraron. Ambas sonreímos de manera espontánea, una sonrisa que reflejaba una mezcla de sorpresa y alivio.

Gala se acercó con una expresión de satisfacción en el rostro, y nuestras sonrisas se hicieron más amplias.

-Parece que nos ha tocado juntas-dijo Gala, su tono alegre y relajado.

-Sí, parece que sí- respondí, sintiendo una oleada de entusiasmo por la asignación.-Estoy feliz de compartir habitación contigo. Será una buena oportunidad para conocernos mejor.

Llegamos a la habitación asignada, y al abrir la puerta, nos encontramos con un espacio sencillo pero acogedor. La habitación estaba decorada de manera práctica, con dos camas, un par de escritorios y un pequeño armario. Mientras empezábamos a acomodar nuestras cosas, una mezcla de nervios y emoción flotaba en el aire.

Sabía que era el momento de romper el hielo, así que decidí dar el primer paso.

-Abajo me han llamado por mi apellido soy Jana- comencé, tratando de sonar lo más natural posible.

Gala se volvió hacia mí con una sonrisa.

-Ya sé cómo te llamas, Jana. Lo pone en tu camiseta-dijo, soltando una risita ligera.

La mención de la camiseta me hizo recordar la final de la Champions en la que Gala me había dado su camiseta después del partido. Me sonrojé al instante, sintiéndome un poco avergonzada.

-Oh, sí, claro. La camiseta- murmuré, intentando disimular mi sonrojo.

-No tienes que sentir vergüenza-Dijo Gala riendo suavemente.

Me sentí un poco más relajada al escuchar su tono amable.

Mientras continuábamos acomodándonos y hablando sobre temas diversos, desde nuestras trayectorias en el fútbol hasta nuestras expectativas para el torneo, la atmósfera en la habitación se volvió más cómoda. La conversación fluía con facilidad y, poco a poco, los nervios iniciales se disiparon.

El ambiente en la habitación, a pesar de las primeras tensiones, se llenó de camaradería y risa. A medida que el tiempo pasaba, me di cuenta de que compartir este espacio con Gala era una oportunidad para conectar de manera más profunda y construir una relación de apoyo mutuo que beneficiaría a ambas durante la concentración y el torneo.

El pequeño momento de vergüenza al recordar la camiseta se convirtió en una anécdota simpática, y la risa compartida ayudó a cimentar una conexión amistosa. A medida que nos preparábamos para el día siguiente, sentí que este nuevo capítulo estaba comenzando de una manera positiva, con la promesa de un entendimiento y apoyo mutuo en el camino hacia el Mundial.

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora