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Jana

Mientras conducía de vuelta a casa, no podía dejar de repetir en mi cabeza las palabras de Gala: "Decía de quedar tú y yo... a solas". Parecía algo tan simple, pero para mí, era como si esas palabras lo cambiaran todo.

Me aferraba al volante un poco más fuerte de lo necesario, notando cómo mis pensamientos se desbordaban. Quedar con Gala... solo las dos... ¿Cómo había llegado hasta aquí? Claro, siempre habíamos sido buenas amigas desde el primer momento que coincidimos en las concentraciones. Ella era divertida, humilde, trabajadora, pero estas últimas semanas habían sido diferentes. Cada vez que estábamos juntas, algo dentro de mí cambiaba, como si un pequeño nervio se activara y no me dejara en paz.

¿Y ahora? Ahora Gala me había propuesto quedar a solas. No era como las veces que habíamos salido con las demás chicas, entre bromas y risas, sin esa presión extra que sentía cada vez que hablaba con ella. Esto sería diferente. Y lo que más me sorprendía era que Gala lo había sugerido, sin rodeos, sin excusas. Solo... ella y yo.

El coche avanzaba por las calles conocidas, pero mi mente estaba en otro lugar. No podía dejar de pensar en todo lo que había pasado en los últimos días. Desde el primer entrenamiento, cuando Gala volvió al Barça, esa chispa que siempre había tenido, se encendió de nuevo, pero esta vez parecía brillar diferente. Y no era solo su forma de jugar, era ella. Su forma de sonreír, la manera en que se reía cuando la vacilaba, la complicidad que habíamos ido construyendo.

Había algo entre nosotras. Algo que no podía definir del todo. No sabía si era amistad o si era algo más. Pero sabía que estaba ahí. Y cada vez que estábamos juntas, se hacía más difícil ignorarlo.

Suspiré, intentando organizar mis pensamientos, pero era imposible. Las emociones eran un caos. Me sentía feliz, casi eufórica. ¿Quedar con Gala a solas? Era lo que más había deseado en semanas, aunque no me lo hubiera admitido ni a mí misma. Pero también estaba ese pequeño nudo en el estómago, esa sensación de incertidumbre. ¿Qué significaba esto para ella? ¿Y para mí?

Durante semanas, había intentado convencerme de que solo éramos amigas. Me repetía una y otra vez que no había nada más, que mis sentimientos solo eran una confusión, quizás producto de la emoción de tenerla de vuelta en el equipo. Pero con cada día que pasaba, esa excusa se iba debilitando. Y ahora, después de lo que había pasado hoy, después de que Gala me propusiera quedar a solas, ya no podía seguir engañándome.

Sentía algo por ella. Algo más que una simple amistad. Y no estaba segura de cómo manejarlo.

El sol empezaba a ponerse mientras me acercaba a casa, y aunque el paisaje alrededor parecía tranquilo, mi mente era un torbellino. Quedar con Gala... ¿Qué iba a hacer con eso? ¿Qué iba a decirle? Me conocía bien, sabía que no era de las que ocultaban lo que sentían, pero tampoco quería precipitarme. ¿Y si para ella solo era una tarde normal, entre amigas? ¿Y si yo complicaba todo al malinterpretar sus intenciones?

Frené en un semáforo y dejé caer la cabeza sobre el respaldo del asiento. Me sentía sobrecargada, como si cada pensamiento empujara al siguiente en un intento por aclarar lo que sentía. Pero lo único que tenía claro en ese momento era que estar con Gala me hacía feliz, y que esa felicidad iba más allá de una simple amistad.

El semáforo cambió a verde y el coche siguió su camino. No tenía todas las respuestas, pero algo dentro de mí me decía que lo más importante era no perder la oportunidad.

Gala era especial. Eso ya lo sabía. Pero lo que no sabía era si yo era igual de especial para ella. Mientras aparcaba el coche y bajaba con las llaves en la mano, me prometí a mí misma que aprovecharía ese momento con ella, sin prisas ni presiones. Solo... nosotras dos, viendo qué salía de todo esto.

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora