XIV

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El pitido final sonó y, con él, el estadio estalló en aplausos. Había terminado el partido, y mi respiración aún seguía agitada, pero en mi pecho sentía una calma increíble, una sensación de satisfacción que hacía mucho no experimentaba en un campo de fútbol. Había marcado dos goles. No solo eso, había sido nombrada la MVP del partido, algo que me tomó por sorpresa, aunque sabía que lo había dado todo.

Había venido a este partido con una misión clara: demostrar lo que valía. Sabía que estaba bajo la lupa, que mi rendimiento hoy podría ser la clave para entrar en la lista definitiva para el mundial. Y ahora, después de esos noventa minutos intensos, sentía que había hecho lo suficiente. El cansancio físico aún me recorría el cuerpo, pero la emoción y la adrenalina me mantenían en pie.

Mis compañeras de equipo, algunas más cercanas que otras, me rodearon en cuanto entré al vestuario. Entre risas y bromas, comenzaron a felicitarme.

—Vaya partidazo, Gala—dijo Salma, chocando su mano con la mía—. Dos golazos, ¿eh? Si no te lleva el míster al mundial, no sé qué más tienes que hacer.

—Seguro que solo querías ser la MVP para poder presumir —añadió Jana, con una sonrisa traviesa, dándome un pequeño empujón amistoso.

Reí, dejándome llevar por el ambiente. La energía en el vestuario era increíble, y aunque estaba cansada, me sentía viva. Era como si ese momento confirmara que todo el esfuerzo, cada entrenamiento, cada sacrificio, había valido la pena. Sin embargo, seguía dándole vueltas a la cabeza sobre si había hecho lo suficiente para que el entrenador me viera como una opción seria para la lista final. Había jugado bien, había destacado, pero siempre había una pequeña duda en mi mente.

Entre las risas y las felicitaciones de mis compañeras, me sorprendió una voz conocida, pero no esperaba escuchar.

—Lo has hecho increíble-Dijo esa voz detrás de mí.

Me quedé completamente en blanco por un segundo, girándome rápidamente. Allí estaba ella, Aitana, mi hermana mayor, con una sonrisa orgullosa que iluminaba su rostro. De todas las personas en el mundo, su opinión era la que más me importaba. Que ella pensara que había jugado bien era algo que siempre había sido importante para mí, desde que éramos pequeñas.

Intenté reaccionar, pero me quedé algo bloqueada. Las palabras no salían de mi boca tan rápido como quería. Así que, en lugar de decir algo elaborado, simplemente le sonreí. Era una sonrisa sincera, de gratitud, de alivio.

—Gracias —logré decir, un poco nerviosa, pero feliz.

Aitana se acercó y me dio un abrazo, como solía hacerlo cuando de verdad estaba orgullosa. Y, aunque en ese momento sentí el impulso de hacer una broma o decir algo para romper la tensión, simplemente disfruté de su abrazo. Sentía que no solo estaba agradeciéndole por estar allí hoy, sino por todo el apoyo que siempre me había dado, incluso en los momentos en los que dudé de mí misma.

Después de ducharme y cambiarme, aún con la cabeza dando vueltas por el partido, Jana y yo nos dirigimos de vuelta a la habitación. Me sentía un poco desorientada, como si aún estuviera procesando todo lo que había pasado en el campo y, sobre todo, el contacto con Aitana. No me la esperaba, y mucho menos que se acercara a felicitarme tan directamente. Llevábamos tanto tiempo sin tener un momento así, sin esa cercanía. Verla tan orgullosa, notando en su abrazo lo que significaba para ella que yo lo hubiera hecho bien, me dejó un poco tocada.

Mientras caminábamos por el pasillo hacia la habitación, Jana seguía hablándome sobre el partido, pero la verdad es que apenas la escuchaba. Mi cabeza seguía con el eco de las palabras de Aitana, y también el subidón de adrenalina tras marcar esos dos goles. Cuando finalmente llegamos a la habitación, me dejé caer en la cama, exhausta pero feliz. Jana seguía en su propio mundo, soltando alguna broma sobre las faltas que había recibido durante el partido, pero yo apenas la escuchaba.

Miré mi teléfono por primera vez desde que salimos del vestuario y vi que tenía varios mensajes sin leer. Lo desbloqueé y mis ojos se abrieron de par en par al ver de quién eran. Mi mejor amiga, Ewa Pajor, había estado siguiendo el partido. Ewa no solo era una de mis mejores amigas, sino también una de las futbolistas más reconocidas del mundo. A veces, me costaba asimilarlo, porque para mí siempre había sido solo Ewa, pero sabía lo mucho que significaba su opinión.

Abrí los mensajes, y lo primero que vi fue una serie de emojis de aplausos y trofeos que me hicieron reír.

Jana

Desde la otra cama, observaba a Gala mientras ella no dejaba de sonreír y reír al mirar su teléfono. Me llamó la atención la alegría que irradiaba y la forma en que sus ojos brillaban. Era evidente que el mensaje que estaba leyendo le había alegrado el día, así que mi curiosidad se despertó de inmediato.

—¿Con quién estás hablando? —le pregunté, tratando de parecer casual aunque estaba genuinamente interesada.

Gala levantó la vista del teléfono, su sonrisa no se desvanecía ni un poco.

—Es Pajor —dijo, como si fuera el nombre de una amiga común y no la estrella del fútbol internacional.

Mi ceja se arqueó en sorpresa. Ewa Pajor, por supuesto, era una de las jugadoras más conocidas y talentosas del mundo. Siempre había admirado su habilidad y su presencia en el campo.

—¿En serio? —le pregunté, intentando ocultar mi asombro. —¿Y qué te dice?

Gala empezó a responder, pero se interrumpió al notar la expresión de curiosidad en mi rostro.

—Me está felicitando por el partido y diciendo que debería enseñarle un par de movimientos cuando nos veamos. —Su tono era alegre, pero su sonrisa se desvaneció un poco cuando continuó. —Dice que si no entro en la lista para el mundial, están ciegos.

Noté un brillo en sus ojos que no había visto antes. Era una mezcla de orgullo y felicidad, y me hizo preguntarme cuánto significaba para ella esa amistad con Pajor. No pude evitar sonreír al ver cómo Gala parecía tan contenta.

—¿Así que es Pajor... la famosa Pajor? —pregunté, volviendo a mirarla con curiosidad. —¿Es que sois algo más que amigas?

Gala se sonrojó ligeramente y dejó escapar una risa nerviosa.

—No, no somos nada más que amigas—dijo rápidamente, como si estuviera tratando de desmentir algún rumor. —No sé de dónde ha salido eso, pero... —se encogió de hombros—. La verdad es que somos muy buenas amigas, pero nada más. Los fans y las redes a veces sacan conclusiones extrañas.

Me sorprendió un poco su reacción. A menudo, los rumores en el mundo del deporte pueden tener un grano de verdad, pero la manera en que Gala lo negó me hizo pensar que quizás había algo de verdad en lo que decía. Aunque, por lo que podía ver, parecía ser una amistad genuina y cercana.

—¿En serio? —le pregunté, sin poder ocultar mi interés. —Porque he visto un montón de videos y comentarios de fans que parecen estar bastante convencidos de que hay algo entre vosotros.

Gala suspiró y rodó los ojos.

—Los fans a veces se emocionan demasiado, o somos pareja. Solo somos muy buenas amigas y me apoya mucho. Eso es todo-Asentí, aunque aún tenía algunas dudas.

La manera en que Gala hablaba de Pajor, y cómo se iluminaban sus ojos al recibir los mensajes, me decía que había una conexión especial entre ellas. Pero por ahora, acepté la versión de Gala. No había motivo para no creerla, y lo importante era que parecía feliz y satisfecha con la relación que tenía con su amiga.

—Bueno, me alegra ver que estás tan contenta. —le dije con una sonrisa. —Supongo que Pajor ha sido un buen apoyo para ti.

Gala asintió, todavía con una sonrisa en el rostro.

Nos quedamos en silencio durante un momento, con Gala revisando nuevamente el teléfono y yo observando con curiosidad. Había algo en la manera en que Gala hablaba de Ewa y en la forma en que la emoción brillaba en su rostro que me hacía pensar que su amistad era realmente especial.
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Estas dos no van a tardar mucho en coquetear un poco tened paciencia😝

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora