XIII

866 81 5
                                    

El primer partido amistoso había llegado, y el ambiente en el vestuario estaba lleno de una mezcla de emoción y nerviosismo. Íbamos a enfrentarnos a Panamá, y aunque no era un rival especialmente fuerte, sabíamos que el seleccionador estaría atento a cada detalle. Estos partidos eran decisivos para las que queríamos asegurarnos un lugar en la lista definitiva para el Mundial. Todas nos preparábamos en silencio o con breves charlas, concentradas en lo que estaba por venir.

Yo me encontraba atándome las botas cuando, entre los murmullos y risas del vestuario, escuché a Jana decir algo desde el otro lado. Estaba hablando con mi hermana.

-Eh, Sonic, ¿me pasas la cinta?- preguntó Jana, mientras señalaba hacia un lado de la taquilla.

Me quedé un poco perpleja. *Sonic*. No podía haber oído bien, ¿verdad? Al principio, no comprendí a quién se refería. Pero cuando vi que Gala soltaba una carcajada y le tiraba la cinta a Jana, todo encajó. Estaban llamando *Sonic* a mi hermana. Ese mote, claramente por su velocidad, había surgido sin que yo lo notara, y parecía que a Gala no le molestaba en absoluto. De hecho, reía junto a Jana y las demás, como si fuera parte de una broma interna que habían compartido durante días.

Verla así, riendo tan despreocupadamente, me sorprendió. Sabía que Gala era sociable, que siempre había sido buena para hacer amigos, pero algo en esa risa me hizo darme cuenta de lo bien que había congeniado con el grupo. Y no solo eso, también parecía haber construido un vínculo especial con las chicas que eran cercanas a mí, como Jana.

Durante tanto tiempo, había temido que nuestra relación estuviera demasiado rota, que el fútbol nos hubiera distanciado irremediablemente. Pero ahora, al verla integrarse tan bien con las chicas, algo en mí se suavizó. Tal vez, al ser amiga de mis amigas, podríamos encontrar un camino hacia esa conexión que habíamos perdido. Quizás ahora sería más fácil acercarme a ella.

Hasta ese momento, siempre había pensado que tendría que ser un gran esfuerzo, una conversación incómoda o algún gesto dramático para reparar nuestra relación. Pero viendo a Gala en ese vestuario, rodeada de risas, me di cuenta de que quizá no tenía que ser tan complicado. Tal vez, el primer paso no tenía que ser más que compartir esos momentos sencillos.

Verla así, sonriendo y riendo entre amigas, me dio una pequeña esperanza. Tal vez la confianza y el cariño que alguna vez compartimos todavía estuvieran allí, esperando a ser redescubiertos. Ahora, más que nunca, sentí que acercarme a ella era posible.

Estaba sentada en el banquillo, mirando el partido con una mezcla de calma y concentración. Habíamos llegado al punto en que las que estábamos prácticamente aseguradas para el Mundial podíamos descansar, evitando cualquier sobrecarga física. El entrenador nos había dado ese respiro, y aunque me sentía tranquila sabiendo que mi lugar estaba más que seguro, no podía relajarme del todo. La tensión alrededor era palpable, especialmente para las que seguían luchando por un puesto en la lista final. Lo que sucedía en el campo no solo era un partido más, era prácticamente una prueba de fuego para varias de ellas.

A mi lado, algunas de mis compañeras comentaban jugadas o simplemente bromeaban, pero mis ojos se iban hacia el campo, siguiendo cada movimiento de Gala. No era fácil estar en su posición, sabiendo que cada pase o cada error podría ser decisivo. La presión debía de ser asfixiante, pero ahí estaba ella, en el centro del campo, manteniendo la cabeza fría, o al menos intentándolo.

Gala siempre ha sido de las que trabajan en silencio, sin hacer demasiado ruido, pero con un nivel de esfuerzo que es imposible de ignorar. La he visto mejorar con el paso de los entrenamientos, empujándose más allá de sus propios límites. Tiene una habilidad natural para leer el juego, anticiparse a los movimientos del rival y estar en el lugar correcto en el momento adecuado. Pero hoy, más que nunca, necesitaba demostrarlo. El entrenador estaba pendiente de cada detalle, y yo también. Sabía lo mucho que significaba para ella este partido.

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora