LVII

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Cuando llegamos al restaurante, nos encontramos con nuestras compañeras que ya estaban allí. El ambiente era relajado, todas charlaban y reían, emocionadas por la cena de Navidad. Saludamos con abrazos y sonrisas, el equipo siempre tenía esa energía contagiosa, pero yo, en el fondo, no podía dejar de pensar en Gala y en su juego silencioso desde el coche.

Nos acomodamos en la mesa, y por casualidades de la vida o pura intención del destino, quedé justo enfrente de ella. Perfecto. Gala no disimulaba su satisfacción por la situación. Lo vi en la ligera curva de sus labios cuando se sentó y cruzó las piernas, como si todo hubiera sido planeado. No tenía escapatoria. Sabía que esta noche iba a ser todo sobre quién cedería primero, y con Gala, siempre era un juego de resistencia.

La cena transcurría con normalidad al principio. Entre bromas, risas y conversaciones sobre el partido, todas estábamos de buen humor. Gala conversaba con Aitana, y yo estaba hablando con Bruna sobre las vacaciones que se acercaban. Trataba de concentrarme en lo que decían, pero de vez en cuando mis ojos volvían a Gala sin que yo pudiera evitarlo. Había algo en ella, esta noche en particular, que me atraía como un imán.

Entonces, sucedió.

Gala se llevó un trozo de algo a la boca, no recuerdo ni qué era, porque todo lo que pasó después borró cualquier detalle trivial de mi mente. Cuando levanté la vista, vi que me estaba mirando, con esa mirada que lo decía todo sin pronunciar una sola palabra. Y justo en ese momento, deslizó la lengua por sus labios, limpiando de manera lenta y deliberada lo que quedaba del bocado que acababa de probar. Lo hizo con una provocación tan sutil pero calculada que sentí como si el aire de la habitación se hubiera vuelto más denso.

Mi corazón se aceleró, como si cada latido se hiciera más fuerte dentro de mi pecho. No podía apartar la mirada de sus labios, del leve destello de su lengua deslizándose por ellos. Fue un movimiento simple, pero intencionado, una pequeña provocación que solo yo podía percibir entre todas las risas y conversaciones alrededor. Y lo peor de todo es que ella lo sabía. Sabía exactamente lo que estaba haciendo.

Mis mejillas ardieron, y tuve que apartar la vista rápidamente antes de que alguien notara lo que estaba pasando por mi mente en ese momento. Sentí una ola de calor recorrerme el cuerpo, y aunque intenté concentrarme de nuevo en lo que Bruna estaba diciendo, mi mente no estaba ahí. Todo mi cuerpo respondía a Gala. Ese pequeño gesto me había hecho sentir una mezcla de deseo e incomodidad que no podía controlar.

Volví a mirarla, esta vez con algo más de discreción, y ella seguía comiendo tranquilamente, como si nada hubiera pasado. Pero esos ojos, esos malditos ojos, seguían conectados con los míos, y en su sonrisa juguetona sabía que estaba disfrutando del efecto que había causado en mí.

Me removí en el asiento, sintiéndome atrapada en su juego de seducción sin poder hacer nada al respecto. Lo peor es que no podía reaccionar, no delante de todas nuestras compañeras. Solo podía mantener la compostura y tratar de fingir que todo estaba bien, cuando por dentro cada fibra de mi cuerpo estaba alerta por su culpa.

Estaba claro que esta noche iba a ser más difícil de lo que pensaba.

La cena seguía su curso, pero para mí ya no era lo mismo. Cada bocado que me llevaba a la boca pasaba desapercibido, porque lo único que realmente me estaba alimentando eran las pequeñas provocaciones de Gala. Ella no paraba, y lo hacía con una precisión que solo ella podía tener. Cada mirada, cada sonrisa, cada gesto suyo me tenía completamente atrapada. Quería responderle, devolverle el juego, hacerle sentir lo mismo que yo sentía en ese momento, pero no podía. Estaba demasiado nerviosa, demasiado perdida en ella.

En un momento, Gala se inclinó ligeramente hacia Aitana, riéndose de algo que le decía, pero su mirada se desvió hacia mí justo cuando levantaba su copa. Se humedeció los labios antes de beber, y yo sentí como si el calor subiera desde el suelo hasta mi rostro, sofocándome. Traté de concentrarme en lo que mis amigas me estaban diciendo, pero mis oídos estaban sintonizados únicamente en Gala, en cada una de sus risas, en cómo se movía, en cómo parecía dominar la situación sin esfuerzo.

Era frustrante. Sabía que debía hacer algo, que tenía que devolverle el golpe, hacerla sentir lo que ella me estaba haciendo sentir, pero cada vez que lo intentaba, el nerviosismo me bloqueaba. No podía pensar con claridad con ella mirándome de esa forma, jugando conmigo tan descaradamente, pero al mismo tiempo, no podía apartar la vista de ella. Era como si estuviera completamente hipnotizada por cada uno de sus movimientos.

Y entonces llegó la parte de la fiesta. Después de la cena, las chicas comenzaron a levantarse de la mesa, listas para pasar a la pista de baile y relajarse un poco más. Yo sabía lo que iba a pasar. Lo supe en el momento en que Gala me lanzó esa mirada traviesa, esa mirada que me decía que la noche estaba lejos de terminar y que lo peor, o lo mejor, dependiendo de cómo lo viera, aún estaba por venir.

Me incorporé junto a las demás, pero con una sensación extraña en el pecho. Sabía que Gala iba a aprovechar cada oportunidad para ponerme a prueba, para jugar con ese lado celoso que ya conocía de mí. Podía verlo en la forma en la que me observaba desde el otro lado de la mesa, sus ojos chispeando de diversión y anticipación. Ella sabía exactamente qué cuerdas tocar en mí, cómo hacerme perder la cabeza sin apenas esfuerzo.

Cuando todas nos levantamos y comenzamos a caminar hacia la zona donde la música ya sonaba, sentí un pequeño tirón en el estómago. Gala se había quedado un poco atrás, hablando con algunas de las chicas, pero de reojo vi cómo miraba a su alrededor, como si estuviera buscando la manera perfecta de hacerme morder el anzuelo. Y lo peor de todo es que funcionaba. Lo hacía cada vez.

En mi mente, intenté prepararme para lo que venía, para no dejar que me afectara tanto. Pero cada vez que ella jugaba con ese lado mío, era como si no pudiera hacer nada para detenerlo. Sabía que esta noche Gala encontraría la forma de provocar mis celos, de hacerme sentir ese pequeño hormigueo de inseguridad solo para luego disfrutar de mi reacción.

Y aunque trataba de negarlo, una parte de mí lo deseaba.
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No veas con la pequeña de las bonmatí😈

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora