XXXV

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Gala

A la mañana siguiente, mientras me preparaba para ir al entrenamiento, mi mente seguía atrapada en ese momento en la puerta de Jana. El casi beso. El latido fuerte de mi corazón, su respiración tan cerca de la mía, como si el tiempo se hubiera detenido solo para nosotras dos. Todavía sentía esa mezcla de nervios y emoción recorriéndome el cuerpo, algo que no había podido sacarme de la cabeza desde anoche. Me dije a mí misma que debía centrarme en el entrenamiento, pero era más fácil decirlo que hacerlo.

Llegué al vestuario bastante temprano, más de lo que solía. Todavía estaba ese nerviosismo dentro de mí, y pensé que estar sola un rato antes de que llegaran las demás me ayudaría a despejarme, a poner en orden mis pensamientos. Sin embargo, para mi sorpresa, Aitana ya estaba allí, sentada en el banco mientras ajustaba sus zapatillas. Me acerqué a ella con una sonrisa, aunque por dentro sentía ese remolino de emociones.

—¿Qué tal fue con Jana? —preguntó Aitana, sin ni siquiera levantar la vista, pero con esa familiaridad que solo una hermana puede tener.

Mi sonrisa, inevitable, apareció en cuanto mencionó su nombre. No pude evitarlo. Solo pensar en Jana hacía que algo en mí se encendiera, una chispa que no había sentido en mucho tiempo. Aitana, al ver mi expresión, levantó la cabeza, y con esa media sonrisa divertida que siempre tiene cuando sabe que algo está ocurriendo, me lanzó un vacile:

—¿Y esa sonrisa qué significa, eh?-Preguntó pícara.

Me reí nerviosa, bajando la mirada mientras me sentaba a su lado. No sabía cómo empezar, pero Aitana era de esas personas a las que no le puedes ocultar nada, especialmente cuando se trata de cosas importantes. Así que suspiré, dejando salir todo lo que llevaba dentro, y me apoyé en el respaldo de la banca.

—Solo... gracias —le dije con sinceridad, mirándola directamente. Sus ojos se suavizaron un poco, y aunque me estaba vacilando, sabía que me escuchaba atentamente—. Por lo que me dijiste ayer... sobre salir con Jana. Me ha ayudado mucho.

Aitana levantó una ceja, ahora con más curiosidad, y dejó de atarse la zapatilla para mirarme de frente.

—¿Te ha ayudado? —repitió con tono burlón, pero detrás de su broma había un interés genuino—. ¿Qué pasó?

Sonreí, esta vez sin poder evitar un leve rubor en las mejillas. Aitana podía ser un poco pesada a veces, pero había algo en nuestra relación que siempre había sido fuerte, incluso después de tanto tiempo sin vernos tanto como antes. Me sorprendía lo fácil que me resultaba hablar con ella, incluso de estas cosas. Era mi hermana mayor, después de todo, y, en el fondo, siempre había estado ahí para mí.

—Pues... —empecé a hablar, jugueteando con los cordones de mis botas—. Casi pasó algo. Quiero decir, casi nos besamos, en la puerta de su casa, pero al final... bueno, un gato apareció y arruinó el momento.

Aitana soltó una risa baja y cómplice. Sabía que no me iba a juzgar, que me escuchaba con esa mezcla de cariño y curiosidad, aunque no iba a dejar pasar la oportunidad de molestarme un poco más.

—¿Un gato? —repitió entre risas.

Me reí con ella, dejando salir un poco de la tensión que había estado acumulando. Me sentía extraña hablando de esto, pero también aliviada. Aitana me hacía sentir cómoda.

—De verdad, gracias, Aitana —volví a decir, mirándola de nuevo—. Han pasado años desde que nos vimos así de cerca, pero desde que he llegado, no has dejado de ayudarme. No solo con esto de Jana, sino... con todo. Me he sentido bien aquí, en parte gracias a ti. No sé si habría sabido cómo volver si no fuera por tu apoyo.

Aitana me miró por un momento, sus ojos brillando con un toque de emoción que no esperaba ver. No éramos el tipo de hermanas que se decían este tipo de cosas a menudo, pero en ese instante, parecía que todo lo que habíamos vivido, todo lo que había pasado en los últimos años, había convergido en esa conversación.

—Para eso estoy, Gala —dijo al final, con una sonrisa sincera—. Somos hermanas. Y no importa lo que haya pasado o el tiempo que hayamos estado separadas... siempre voy a estar aquí para ti.

Esa declaración me llenó de una calidez que no había sentido en mucho tiempo. Nos quedamos en silencio unos segundos, compartiendo ese momento, antes de que Aitana rompiera el ambiente, volviendo a su típico humor.

—Bueno, bueno... pero aún me tienes que contar más sobre lo de Jana, ¿eh? —dijo con una sonrisa picarona.

Rodé los ojos, pero esta vez no pude evitar reírme.

—Ya veremos —dije, con un tono juguetón—. Ya veremos qué pasa.

Era un alivio tener a Aitana a mi lado, alguien que me conocía mejor que nadie y que, a pesar de los años y la distancia, seguía siendo mi hermana, siempre lista para escucharme, ayudarme y, sobre todo, apoyarme.

El sonido de las conversaciones y risas llenaba el vestuario mientras las jugadoras llegaban poco a poco para prepararse para el entrenamiento. Estaba terminando de atarme las botas cuando de repente Jana entró al vestuario acompañada por Bruna. Ambas parecían estar envueltas en una conversación, pero lo que me llamó la atención fue el hecho de que, al cruzar la puerta, se detuvieron unos segundos. Jana y Bruna se miraron, como si estuvieran hablando con los ojos.

Noté algo extraño en la forma en que Bruna sonreía, como si estuviera a punto de soltar algo, y luego se inclinó un poco hacia Jana para susurrarle algo al oído. Jana se tensó, y en un segundo, la vi mirarla con los ojos bien abiertos, claramente sorprendida por lo que fuera que Bruna le acababa de decir. Jana le respondió algo rápido, pero el intercambio entre ellas fue tan evidente que no pude evitar sentir una extraña mezcla de curiosidad y nerviosismo.

“Bruna lo sabe”, pensé de inmediato, como si algo dentro de mí hubiera hecho clic. No podía oír lo que habían dicho, pero la reacción de Jana era suficiente confirmación para mí. Bruna, de alguna manera, sabía lo que había pasado la noche anterior. La casi confesión. El casi beso. Lo que fuera que había estado flotando entre Jana y yo esos últimos días.

Intenté concentrarme en lo que estaba haciendo, pero mis pensamientos estaban dispersos. ¿Qué le habrá dicho Bruna? ¿Cuanto sabe?. Era evidente que Jana había compartido más de lo que pensaba, pero ¿qué tan lejos había llegado la conversación entre ellas?

Jana me echó un vistazo rápido en cuanto se sentó en su lugar, su mirada fue breve, pero lo suficientemente intensa como para que mi estómago diera un pequeño vuelco. Intenté actuar normal, como si no hubiera notado nada, pero era difícil concentrarse cuando sentía que había algo no dicho entre nosotras, algo que Bruna ya parecía saber con claridad.

Mientras seguían preparando sus cosas, Bruna lanzó una rápida mirada hacia mí, con esa expresión traviesa que tenía cuando sabía más de lo que debía. Me sonrió de manera ligera, y aunque no dijo nada, el mensaje estaba claro. No era necesario que me lo confirmara en voz alta: Bruna lo sabía todo, y ahora, probablemente, ella también tenía algo que decirme.

Decidí no darle muchas vueltas en ese momento. El entrenamiento estaba a punto de comenzar y necesitaba mantener la cabeza en el juego. Pero una parte de mí no podía evitar preguntarse: ¿qué tan obvio era todo lo que estaba pasando entre Jana y yo para las demás? ¿Tan claro era que había algo más?

Suspiré, intenté concentrarme de nuevo, pero no podía dejar de preguntarme qué vendría después.
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Ya se van arreglando las hermanas😝



𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora