Capítulo 2

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Cuentos Reales—

—¿Por qué has venido?

Stephen abrió los ojos y alzó ambas manos a los lados.

—¿No puedo hacerle una visita a mi hija?

—Si..., bueno, yo solo preguntaba —se corrigió la pequeña.

—No pasa nada, yo también te perdono. Pero solo porque estoy muy feliz. ¿Sabes que mi pequeño diablillo cumple once años dentro de tres días? —dijo Stephen, como si fuera el mayor secreto del universo.

Hesper chilló entusiasmada.

—¡Como olvidarlo! ¡Ya quiero saber cuál es mi regalo especial!

Verificando que no hubiera nadie más con ellos, Stephen bajó la voz y le indicó con un dedo que se acercara.

—¿Quieres que te dé pistas?

—¡Sí!

La enérgica respuesta de Hesper le sonsacó una risa a Stephen que se llevó consigo aquella teatralidad ridícula.

—Este año ya no cursarás en tu colegio con Jody —Stephen sonrió con malicia y un brillo apareció en los ojos de su hija—. Es decir, que la profesora Brown no podrá llevarte en sus clases.

—¿Enserio? —dijo Hesper, incapaz de retener la alegría—. Y... , y..., y... ¿ya no tendré que verla más?

—Nunca más —afirmó Stephen, contento de verla tan viva—. Aunque si te la encuentras por la calle...

—No me la voy a encontrar, lo prometo —aseguró Hesper, con una mano en el pecho y siendo serena durante un segundo—. Pero un momento, ¿dónde estudiaré sino? ¿Con Didy?

Allí su cara cambió a una de decepción.

No quería ir a la escuela de monjas a la que iba su hermana, no le gustaba, por no hablar de que ahí estaban todas las personas con las que alguna vez tuvo un incidente. Y muchas esperaban el momento de su venganza. Decir que Hesper no era muy popular entre los niños no sería una mentira en absoluto.

—¡Claro que no! Tu escuela no será esa, Hesper. —Con la misma emoción que su hija, Stephen reveló—: Irás a Hogwarts.

Con una cara entre divertida y extrañada, Hesper ladeó la cabeza.

—¿Hogwarts? —La pequeña frunció el ceño—. Pero ese es el colegio de los magos y las brujas, papá. Y eso solo existe en los libros. Tú me los leías...

—Oh, no. Ya te digo yo que no. —Stephen acercó a su hija y con un poco de esfuerzo la sentó en su regazo y le señaló el cielo de fuera, como si ese fuera su lienzo para imaginar todo lo que iba a contarle—. Hogwarts es más que una invención literaria, diablillo. Esos cuentos que te contaba nunca los leía porque eran mis propias experiencias en Hogwarts. Solo tenía un libro abierto para que no sospecharas de mí.

Hesper se echó hacia atrás, apoyándose en el pecho de su padre y miró hacia el exterior de la ventana.

—Entonces, si voy a Hogwarts quiere decir que... ¿soy una maga?

—Eres una bruja —recalcó Stephen.

De pronto, Hesper comenzó a negar con la cabeza meneando el revuelto pelo aún mojado de un lado para otro. Estaba asombrada, curiosa y ahora, encima, ansiosa de ver qué poderes tenía.

—Pero las brujas son malas. Como la Bruja Mala del Oeste —dijo ella, recordando la vez que ese mismo hombre le leyó El mago de Oz.

—No todas son malas y tú eres una de las buenas —dijo Stephen, girándola hacia él y poniéndole un dedo justo donde estaría su corazón.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora