Capítulo 90

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Desaparecido—

Después de su charla nocturna hacía tres noches con Sirius, Hesper tuvo una idea. No era gran cosa, pero sabía que lo debía hacer. Se fue a la biblioteca, y devolvió todos los libros que había robado de la Sección Prohibida, excepto uno, que además no pertenecía a esa sección. Él que le enseñó Evan hacía años no lo había devuelto. Quería hacer todas esas manualidades y regalarle alguna al castaño, en parte porque era su amigo y lo quería, y en parte para enfurecer a Alecto que no parecía aguantarla. Al menos no era peor que Courtney, se dijo Hesper.

Bueno, hasta ahí llegaron sus buenas acciones del mes. Por algo había que empezar, y era mejor que fuera pequeño, pensó Hesper antes de salir tranquilamente de la biblioteca hacia el Gran Comedor para desayunar. Sirius no se volvió a acercar a ella durante las últimas setenta y dos horas, pero le pareció normal. Nadie se acercaba a ella, ni siquiera Gus o Lily se sentaban en sus respectivos sitios, a su lado. A Hesper le pareció normal, y le gustó que por fin se hubieran dado por vencidos, dándose cuenta de que ella estaba mejor sin ellos. En cambio, esa mañana, Hesper lo pasó peor que nunca, y Rick también.

Durante todo su trayecto hacia el Gran Comedor, Hesper fue calmada, incluso feliz. Habían pasado un par de días sin que hablara con su abuelo, pero después de haber devuelto los libros de aprendiz de magia negra se sentía bien consigo misma. Hesper se recolocó la falda del uniforme y la corbata, y saltó los dos últimos escalones, caminado directa hacia las enormes puertas del comedor principal.

Su mente activó automáticamente la tundra gélida al ver más de quinientos ojos mirarla en un mismo instante, pero de nada le sirvió. Sintió como la ansiedad se intentaba abrir paso a través de ella a puñetazo limpio. No se detuvo, porque entonces parecería vulnerable, y ella no era vulnerable, no frente a sus compañeros por lo menos. Mantuvo los ojos fijos en su sitio, en ningún otro lado más que su sitio. Llegó hasta él, pero no consiguió sentarse. Entre todo el bullicio que causaban los alumnos que ya no la miraban, Hesper escuchó su nombre. Se dio la vuelta frunciendo el entrecejo cuando vio a Rick levantarse de su sitio hacia a ella a toda prisa con un ejemplar de El Profeta en una mano. Eso no la preocupó. Fue la expresión desencajada de su primo lo que le indicó que pasaba algo malo, muy, muy malo.

—Hesper. —Jadeó Rick cogiéndola del hombro en un agarre desesperado. Hesper lo miró sin entender a qué venían las ganas de llorar de su primo. Tenía los ojos brillantes como dos esferas de cristal multicolor.

Rick estiró el periódico frente a ella cogiéndolo de una forma en la que lo arrugaba por completo. Hesper aún conmocionada por la impresión, tomó el periódico de las manos de Rick arrancándoselo pues no lo soltaba. Bajó la mirada al titular, y se le cayó el alma los pies de un tirón. Sintió el peso flojo en el estómago causado por el miedo, y el oxígeno terminándosele de forma lenta. Le dolieron las costillas cuando se apretó desde dentro a fuera para contenerse. Sus dedos aflojaron el agarre sobre el periódico y lo leyó de nuevo para estar segura. No había ninguna errata, Rick tenía todo derecho a desesperarse. El titular rezaba en letras mayúsculas y bien marcadas, que el Jefe del Departamento de Defensa Mágica había desaparecido hacía dos días y que no había ni rastro de él. Lo habían buscado y buscado, pero no lo encontraron por ningún lado.

El Jefe de Departamento de Defensa Mágica era su tío, y ese era el nombre que figuraba en la portada de El Profeta de ese día: Edrien Kennedy Desaparecido.

Hesper leyó tan veloz como pudo lo sucedido. La marca tenebrosa había aparecido sobre la casa de sus tíos, y de la de su abuela. Habían atacado a su familia. Hesper sintió las lágrimas agolparse en sus ojos cuando sus ojos se encontraron con el último párrafo. A Edrien se lo habían llevado, a Gema la habían dejado en estado de conmoción, ingresada en San Mungo, y a su abuela... Su abuela estaba bien, sus defensas habían funcionado a tiempo, pero le habían sacado de algún modo el paradero de su casa y la de su tío. Hesper no sabía que pensar. No sabía si sus padres estaban bien, si le habían hecho algo a su madre o a su padre, o a su tío.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora