Capítulo 69

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—Cruda Realidad—

Hesper sintió como si una mano enorme se cerrara alrededor de su pecho y apretara con fuerza partiéndole las costillas y reventándole los pulmones. Empujó hacia dentro todos los impulso de llorar ahí frente a Marlene que la miraba satisfecha porque alguien le hubiera cerrado la boca de una vez. Hesper miraba a Gus dolida, más dolida lo que nunca lo había estado en toda su vida, ¿era ella realmente así? ¿Era cierto? Hesper siempre se había creído todo lo que venía de la boca de su mejor amigo, y se estaba dando cuenta de algo importante que había pasado por alto durante todo ese tiempo. La gente solo andaba con ella porque daba pena verla sola, tan pequeña y con una carita tan adorable. Daba lástima que alguien así estuviera solo. Ella solo influía compasión a la gente.

Parecía como si le hubieran estado revolviendo con una batidora el interior de su estómago, sentía un cosquilleo que sabía lo que era. La vergüenza, se sentía avergonzada de que Gus la hubiera expuesto de esa manera ante todo el mundo. Se sentía lastimada de la manera más fea, más dolorosa y más terrible de todas. «¿Ves lo que hacen los amigos Se dijo a sí misma, sintiendo el nudo de la garganta apretarse más y más. Miró una última vez a Gus, y vio desprecio refulgente en sus ojos. Se dio la vuelta lentamente y cogió su bolso, metió dentro el pergamino hechizado que sentía caliente y pasó por un lado de Marlene que la miraba triunfante sobre ella. Caminó como haría una persona normal, pero con una expresión de auténtico dolor en el rostro. En ese momento se sentía tan pequeña como realmente era. Porque por todo lo que Gus había dicho solo significaba que ella no tenía nada, no había dicho nada, y no era nada.

 Porque por todo lo que Gus había dicho solo significaba que ella no tenía nada, no había dicho nada, y no era nada

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Remus cerró los ojos mirando para otro lado. Todo eso lo había ocasionado la broma de James y Sirius, todo por su culpa. Él pudo haberlos detenido y haber evitado eso, pero solo se quedó tranquilo sentado en el suelo. Él era el culpable de que Gus le hubiera gritado de esa forma a Hesper, de que le hubiera dicho cosas que le hirieron incluso a él aun sin ser dirigidas hacia su persona. Y también era el causante de aquel arrebato de histeria que vio en Hesper, vio sus ojos azules bailar como locos, como si su portadora hubiera predios cualquier control que tuviera sobre sí misma.

James vio con un sentimiento que no supo descifrar la pelea de Gus y Hesper. Él creía que eran imposibles de separar, que nadie rompería nunca su relación, y ver en ese momento que todo era posible, incluso romper los lazos más fuertes lo hizo sentirse mal sin saber por qué. Ver que algo tan sólido como lo que tenían Hesper y Gus destruirse en cuestión de minutos lo hizo temer, temer a que lo suyo con Sirius o con Remus o Peter se rompiera de igual forma.

Sirius miró la expresión de dolor total en el rostro de Hesper cuando volvió al castillo casi con la cabeza gacha, algo que nunca había visto en ella. Solo una vez, la vez que su hermana no les dejó entrar. Quería correr detrás e ir a abrazarla, decirle que todo lo que había dicho el estúpido se su amigo no eran más que mentiras, pero no pudo. Uno, porque no sabía si eran mentiras o no, y dos, porque no se atrevía. Se había confesado a sí mismo una noche de reflexión sobre su vida algo que jamás de los jamases creyó que fuera a ser verdad, o fuera a ser tan difícil para él de eliminarlo. Le gustaba Hesper. Sí, lo había admitido consigo mismo y con nadie más. Le gustaba Hesper y no solo como una atracción igual que las demás chicas que le gustaron durante un día o dos y luego se olvidó de ellas. No. Hesper le gustaba desde hacía tiempo y no conseguía quitársela de la cabeza ni con un confundus. Y eso que literalmente lo intentó. No se había percatado de ello, pero ahí estaba. De ahí su preocupación por ella, de ahí a que quisiera ir y abrazarla.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora