—Los Domingos Son Un Peligro—
Hesper miró a Lily sin expresión alguna, porque su cerebro aún procesaba lo que la pelirroja había dicho en una voz casi inaudible. Hubiera esperado cualquier contestación menos esa, lo que causó que un simple “wow” estupefacto y susurrado saliera de la boca de Hesper que miraba a Lily sin palabras. Absolutamente petrificada del asombro. Eso sí, Hesper se puso en pie correctamente para atender mucho mejor. No era un cotilla ni buscaba chismes a diario, pero ese la había traído de cabeza. ¿Quien iba a decirlo?
—¿Besaste a James? —Preguntó Hesper rompiendo el silencio entre ellas, posando sus azules ojos sobre Lily.
Ésta, al sentir la mirada de Hesper sobre ella, apretó los labios fruncidos fuertemente, con un huracán de dudas, preguntas y más dudas arrasando dentro de su cabeza.
—No... Bueno, sí. ¡No! Yo... Él me besó, y... y yo —Hesper vio como las mejillas de Lily adoptaban un tono escarlata intenso— no me aparté.
Hesper asintió mirando hacia el techo mientras se aguantaba la risa. Eso sí que era un novedad para empezar bien la mañana.
—¿Qué sucedió?
Lily la miró curiosa y con algo de escepticismo. Hesper sabía que no era normal que de la noche a la mañana se volviera tan simpática como estaba, pero necesitaba hacerlo, tenía que volver a lo fue antes. Por otro lado, Lily carraspeó para ponerse a contar a base de susurros, como si todo aquello fuera información confidencial que no debía salir de ese dormitorio bajo ningún concepto.
—No sé ni yo como sucedió. Desde que Potter me vio en el baile no se despegó de mi lado, diciendo bravuconadas y tonterías sin sentido, así que me harté, como es de esperar. Pensé que si lo despistaba entre tanta gente, lo perdería por fin de vista. —Dijo apretando las manos sobre las rodillas, sin mirarla. Lily no era de las personas que no miraban a la gente cuando se trataba de temas de “importancia”—. Pero el estúpido de Potter apareció por detrás y entonces... me giré y él,... me besó.
—Y te gustó —añadió Hesper con un tono analizador que parecía de un mentor de rehabilitación.
—Sí... ¡NO! —Chilló Lily dando un brinco en la cama para mirarla con los ojos abiertos de par en par, incrédula. Hesper no supo si esa incredulidad se debía a lo que ella misma había contestado, o por su afirmación al intentar tenderle una trampa—. ¡No me gustó! ¡Me enfadé! ¡Estoy enfadada!
Hesper sonrió traviesa.
—Claro... —dijo asintiendo con lentitud mientras cogía un par de caramelos de debajo de su almohada y se los metía en la sudadera.
—Es la verdad —se apresuró a decir Lily.
—Si yo no he dicho que sea mentira —dijo Hesper caminando hasta la puerta, para salir e irse, dejando a Lily con su tormenta de sentimientos.
Las cosas no sucedieron tal cual había resumido Lily, pero sí acercándose. Ella había estado tranquila durante los primeros minutos de baile, hasta que James Potter la vio de alguna manera y comenzó a soltar cualquier estupidez por la boca. Lily se intentó alejar, pero este la había seguido a absolutamente todos los lados, intentando abrazarla o tocarle el pelo, pero esta se escabullía cada vez que veía sus intenciones. La cosa no mejoró cuando pensó en que era mejor opción perderlo de vista, porque lo consiguió. Sí, en vez de estar disfrutando del baile con sus amigas, había ido a esconderse tras la tarima de los profesores, donde no había ni una solo alma viva.
Le pareció que James ya no iba estar rondando por ahí porque se habría aburrido de tanto rodeo, pero se equivocó. En el momento en que se giró hacia un lado opuesto para irse, se lo encontró de frente ahí parado mirándola con un semblante serio tras la máscara que la pilló al instante. Éste no parecía ni lo más mínimo incómodo con aquella cercanía en la que los separaban escasos quince centímetros que Lily midió con los ojos debido a los nervios.
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Oblivion |Época De Los Merodeadores|
Fanfiction[En edición; solo la escritura y texto, no la trama] ❝Hay veces que no se sabe apreciar un momento hasta que pasa a ser un recuerdo; ni el recuerdo, hasta que se evapora en el olvido. Hesper Kennedy pierde todo lazo con la realidad, convirtiéndose e...