Capítulo 44

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—Julio César y el Rey Sol—

Hesper abrió la puerta de la enfermería y entró dentro con Evan flotando detrás como un cadáver inerte. Con su jersey gris cubierto de salpicaduras de sangre y rasgado de los tirones que se daban. Filch estaba en una esquina esperando con una mirada atenta. Cuando vio entrar a Hesper entrecerró los ojos siguiendo su trayecto.

—¡Oh, Merlín! ¡Dejalo aquí, dejalo aquí! —Exclamó Madame Pomfrey saliendo de donde quiera que estuviese.

Hesper dejó a Evan en la camilla que la enfermera le indicaba. El rostro de chico se ladeó hacia un lado cuando apoyó su cabeza sobre la almohada. Hesper sintió pena por el pobre chico. Unos segundos más tarde, entraron Remus y James cargando a Peter con una dificultad que se les reflejaba en el rostro contraído en una mueca.

En el momento en que Hesper los vio entrar, la escena le recordaba a la caza de un jabalí, y Peter era ese jabalí. Lo tenían cogido por debajo de los brazos y por las piernas como a un jamón.
La camilla de enfrente prácticamente chirrió cuando tiraron a Peter sobre ella. Remus jadeaba como si hubiese corrido una maratón, y James, se sentó en una silla sin poder más. Hesper vio que tenía media cara para abajo manchada de la sangre que aún fluía de su nariz. La última en entrar fue la profesora McGonagall con Sirius flotando delante suyo, al cual dejó en la camilla que estaba a la derecha de la de Evan.

Luego, se giró a mirar a los tres que estaban conscientes.

—Van a ayudar a Madame Pomfrey ahora, y luego irán a sus respectivos dormitorios sin decir una sola palabra. Estoy totalmente defraudada con ustedes. —La mirada que les lanzaba, los hizo agachar a la cabeza a los tres.— Mañana os quiero aquí después de la primera clase. Hablaré con el profesor Slughorn para que cancele la segunda hora, pues habrá una conversación muy seria.

Madame Pomfrey acudió corriendo a mirarle el pulso a Sirius, Hesper vio él alivio reflejado en su rostro, lo que quería decir que el chico aún seguía con vida. Hizo lo mismo con Evan, y le entregó un paño mojado a la de ojos zarcos para que comenzara quitándole las manchas de sangre del rostro.

Pasó frente a Peter y al ver que lo suyo no era tan grave, pidió a Remus que comenzara a vendarle la cabeza, porque un chichón le estaba comenzando a salir en la frente.

—¡Tienes la nariz rota! —Gritó la mujer a James, el cual no parecía demasiado cómodo con lo que le estaba haciendo la enfermera.— Quédate quieto.

Hesper se dio la vuelta para centrarse en su novio. Mojó el paño de nuevo, y comenzó a pasarlo lentamente por el rostro magullado del chico. Fue recorriendo la piel del chico como si fuera un coche en una carretera. Tuvo cuidado de no tocar las heridas abiertas, como el corte en la ceja o el arañazo en la barbilla. Cuando terminó de despejar el rostro de Evan, comenzó a notar el precio que pagaría el chico después de esa pelea.

Un cardenal comenzaba a aparecer bajo el ojo derecho, y tenía el labio partido. En el pómulo derecho había un hematoma que le ocupaba desde la sien hasta donde empezaba a nacer el cardenal. Y eso solo eran las heridas superficiales, porque cuando llegaran a aparecer las demás, iba a ser mucho peor. Hesper metió el paño por tercera en el cuenco del agua fría y el alcohol, cuando se fijó en que a Sirius no le atendía nadie.

Se dio la vuelta, y vio a Madame Pomfrey sujetarle el rostro por el mentón a James intentando reparar la nariz con la que él hechizo no quería funcionar llevando ya la cuarta vez que lo pronunciaba. Remus intentaba mantener la cabeza de Peter recta mientras pasaba la venda blanca una y otra vez, en círculos.

Mojó un poco más el paño y lo escurrió, pero luego cambió de idea y prefirió usar otro limpio por si acaso. Se acercó a la camilla del melenas y se puso a realizar el mismo trabajo que con Evan. Le limpió la cara del sudor mezclado con la sangre y le echó el pelo hacia atrás para que luego no lo molestara.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora