Capítulo 34

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Cercanía

Hesper se dio la vuelta hacia la derecha, pero encontró dificultad al hacerlo. Abrió los ojos y volvió a cerrarlos por el sueño, le escocían y le costaba mantenerlos abiertos. Se acordó de que estaba durmiendo en el dormitorio de su hermana, así que se frotó los ojos y miró a su hermana, que seguía durmiendo tranquilamente. Se deshizo del abrazo de su hermana y se sentó en la cama. Se frotó los ojos de nuevo y miró el reloj de su hermana, las 10:00 AM.

Se giró hacia Jody, que seguía respirando regularmente y la despertó zarandeándola.

—Didy... Didy, no seas pesada, despierta... —Murmuró Hesper.

Unas risas del piso inferior llegaron a sus oídos. Sus padres no reían con tanto ruido, ni aún estando con su abuela. Lo que hizo que la chica tuviera más ganas de bajar y ver de quién se trataba.

—¡Didy! —Gritó cansada ya de zarandearla.

Jody se levantó alarmada con el pelo disparado hacia todos lados. Se llevó las manos a la cara, y después miró fulminante a Hesper a través de los dedos separados. La azabache, viendo por donde iba la la cosa se puso en pie fuera de la cama, esperando.

—Ya puedes empezar a correr. —Dijo Jody entre dientes antes de saltar fuera de la cama.

Hesper abrió la puerta a toda leche y salió corriendo descalza por el pasillo, riéndose a carcajada limpia. Jody no tardó en salir detrás suyo como un toro a punto de destrozar todo a su paso. Jody llevaba puesta una camiseta de tirantes finos con un gato en medio simulando estar dibujado con líneas, y un pantalón corto de algodón a juego con la parte superior del pijama. En cambio, Hesper solo llevaba ese camisón beisbolero que le llegaba por las rodillas de rayas verticales blancas y negras, y con una enorme R de color rojo, en la parte superior del pecho.

—¡Deja de reírte, fenómeno! —Gritó Jody detrás, mientras bajaban las dos a tropel las escaleras que daban hacia el vestíbulo.

Hesper pisó la alfombra y derrapó hacia un lado casi cayéndose, pero consiguió mantener el equilibrio a tiempo y siguió corriendo, pero Jody, no tuvo la misma suerte que su hermana. Hesper se giró en el momento exacto en el que Jody pisaba la alfombra y resbalaba hacia un lado cayéndose al suelo de forma humillante y tonta.

La risotada que salió del fondo de la garganta de Hesper fue tan ruidosa que incluso los vecinos la habrían escuchado. Se tuvo que parar porque la risa la ganó. Jody, roja de la vergüenza, se puso de nuevo en pie, olvidándose del dolor en su codo izquierdo y volvió a correr tras su hermana, que el verla, sacó fuerzas de flaqueza mientras seguía riéndose y corrió hacia el comedor del salón.

Entraron las dos como balas en el comedor, haciendo que los ocupantes del lugar se giraran hacia ellas. Edrien al ver a sus sobrinas igual que siempre, se puso en pie contentísimo de verlas a las dos, peleándose como siempre.

A Rick le aumentó la sonrisa de un tirón cuando vio a sus primas persiguiéndose, como habían vivido siempre. Igual que el gato y el ratón. Su sonrisa aumentó aún más cuando vio que Hesper llevaba la camiseta que años atrás él le había regalado.

—¡Chicas! —Exclamó Rick imitando a su padre y poniéndose en pie.

Las dos se pararon en seco, Jody cogiendo a su hermana por el brazo pues la había logrado pillar. Cuando vio a su primo parado delante suyo sonriéndoles, ahogó un grito agudo y saltó hacia atrás como si hubiera visto una vaca dos veces más grande de lo normal.

—¡Fenómeno! —Gritó mirándolo con horror. Si él estaba ahí, en la misma casa que su hermana, eso solo significaba una cosa bien clara: problemas.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora