—Sauce Boxeador—
Un golpe resonó por toda la casa que hizo que los cuatro se sobresaltasen, y James dejó su frase a medias. No hicieron falta dos miradas, para levantar la varita en ristre y salir corriendo de la habitación, dejando a Peter solo, que salió tras ellos igualmente porque le daba miedo el libro de los muertos que estaba abierto en el suelo.
Bajaron las escaleras a la velocidad de la luz para llegar al rellano del centro de la casa alterados. Ese ruido había sido tan repentino y tan sonoro, que habían sentido el corazón darles un vuelco.
—La trampilla, está mal colocada. —Murmuró Remus mirando hacia el suelo de madera vieja.
—Son ellos, vamos. Han visto que no pueden salir por la puerta principal y se han encontrado con esto. —Dijo James victorioso.
—¿¡Pero no lo entendéis!? —Gritó Remus irritado por las ganas que tenían sus amigos de pillar a Hesper y a Gus, olvidándose del detalle más importante.
—¿El qué? —Dijo Sirius girándose a mirar a su amigo.
—Sí son Hesper y Gus los que han estado aquí, ahora se dirigen directamente al Sauce Boxeador, y no saben que está ahí. ¿Sabéis la catástrofe que surgiría si les pasara algo? 'Habló preocupado, y contagiando a sus amigos.
—Abre la trampilla, James. —Dijo Sirius dispuesto a bajar ahí lo más rápido que podía.
James no se hizo rogar, y corrió a abrir la trampilla, pero bajó el primero, no dejó que su amigo fuera el que se arriesgara a caer mal. Unos segundos más tarde, sintió dos cuerpos más, al lado, y un minuto después un cuarto que resbaló con un quejido de dolor.
—¡HESPER! ¡GUS! —Gritó Remus a todo pulmón adentrándose en el túnel y haciendo sonar el eco de su voz por todos lados.
—¡ESPERAD! —Vociferó Sirius corriendo detrás.
—¡ES PELIGROSO, HESPER! ¡NO CORRÁIS! —Añadió el azabache sabiendo que los dos habrían echado a correr al oír sus voces.
Hesper y Gus iban caminando a cien metros lejos de la trampilla, cuando de repente, escucharon la voz de Remus gritar a todo pulmón sus nombres, y seguida la de Sirius.
—¡Joder, Gus, corre! —Dijo la chica cogiéndole el brazo y saliendo disparados hacia delante.
La voz de James gritó algo, pero se perdió entre el jaleo de sus pisadas aceleradas. Estuvieron, corriendo soltando todo tipo de palabrotas mientras oían los oían las voces de los chicos detrás cada vez más cercanas a ellos.
—Hesper, van a pillarnos. —Comentó Gus parándose igual que su amiga.
«Piensa, piensa, piensa.» Se repetía a sí misma una y otra vez, hasta que una bendita idea se le ocurrió.
—Ya sé que hacer, Gus. —Habló la chica rápidamente porque los pasos se estaban acercando demasiado.— Transfórmate en oso y ruge con todas tus fuerzas, ¿me oyes? Asústales, que vuelvan por dónde han venido. Si es necesario, acércate un poco, pero no hagas daño a ninguno.
—Entendido. Échate atrás. —Le advirtió quitándose el gorro y los guantes.
Gus se colocó dos metros lejos de su amiga. Cerró sus ojos y sintió la adrenalina aumentar en su cuerpo. Hesper, nada más echarse atrás vio una enorme, gigantesca figura aparecer en medio de la oscuridad. Escuchó los pasos de los chicos ya a cuarenta metros de ellos, los cuales seguían gritando cosas. Lo primero fue un ligero gruñido, pero después llegó un rugido que le hizo vibrar todas las costillas a un mismo ritmo. Fue un rugido realmente aterrador y parecía venir de un oso salvaje tan real como su situación. El eco de aquel sonido de guerra proferido por parte de Gus llegó hasta el final del túnel. Luego, no se pensaba olvidar de agradecerle a Gus su excelente trabajo.
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Oblivion |Época De Los Merodeadores|
Fanfiction[En edición; solo la escritura y texto, no la trama] ❝Hay veces que no se sabe apreciar un momento hasta que pasa a ser un recuerdo; ni el recuerdo, hasta que se evapora en el olvido. Hesper Kennedy pierde todo lazo con la realidad, convirtiéndose e...