Capítulo 23

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—Lealtad De Un Amigo—

—La que no sirve para nada es ella, Gus. No te dejes afectar por lo que esa mierda con maquillaje te diga. —Gus rió al oír eso y Hesper sonrió al ver que sus veinte minutos de terapia habían dado resultado. Habían estado hablando desde hacía ya tiempo, ahí encerrados.

—Pero...

—Nada de “pero” —dijo Hesper imitando un voz rota por el llanto, y sacándole otra risa a su amigo.

—Yo no habla así cuando lloro. —Replicó el chico con una sonrisilla y sorbiendose la nariz.

—No, claro que no. Tú hablas así. —Hesper se aclaró la garganta y habló imitando la voz de Gus — “Hesper te ríes como si tuvieras un amplificador en la voz.”

Ambos estallaron en carcajadas después del fracaso de la chica intentado imitar una voz más grave que la suya. Gus se puso en pie y ayudó a la chica a hacerlo también, cuando ella estuvo levantada, la abrazó con fuerza.

—Eres la mejor amiga que podría tener, Hesp. —Dijo el rubio sonriendo mientras apoyaba la cabeza en su hombro.

—Oh, por favor, Gustav, eso ya lo sé. —Bromeó la chica poniendo la voz aguda.

—Menuda creída que eres. —La estrujó una vez más, para saber que sí había alguien que lo quería, y la soltó para cogerla por los hombros y mirarla a los ojos.— ¿Esta es la túnica nueva?

—Emmm... Sí, ¿por?

—No llevas ni un mes con ella y ya apesta a cereza, mujer. ¿Es que no puedes pasar un día sin comerte uno de esos caramelos?
—El chico sonrió mostrando los abultados cachetes. A Hesper le brillaron los ojos y se los pellizco al momento.

—¡Ay, pero que mono que eres! —Habló con ternura en la voz.

Gus se dejó pellizcar, pero al ver que la chica no tenía intención de soltarlo, la apartó él, usando la fuerza pues si que se resistía a quitar las manos.

—¡Hesper! ¡Te dije que eres una aprovechada! ¡Cada vez que te dejo un poco tú te pasas! —Exclamó divertido.

Después de unas quejas y unas cuantas risas, salieron del invernadero uno y volvieron al castillo. Al entrar al vestíbulo, un chico alto, flacucho y con cicatrices se les acercó con paso nervioso.

Remus iba a hablar, pero se fijó antes en el rostro de Gus, estaba sonrosado y tenía los ojos hinchados y rojos. Ahora sonreía y reía, pero sabía que eso se debía a que Hesper había estado ahí, con él. Gus había estado llorando por un motivo que él desconocía. Las ganas de complacer a sus amigos se esfumaron al instante. Su amigo había estado pasándolo mal por algún motivo y el iba a ir a mentirles solo para que Sirius, Peter y James se rieran de ellos. Tampoco quería perder su amistad con Hesper. Y lo poco que llevaba con ella, le hizo saber que no era una persona de segundas oportunidades. No se arriesgaba a caer en el mismo escalón sos veces.

Gus al ver a Remus, codeó levemente a su amiga señalándolo con la cabeza sin disimulo alguno. Hesper vio al castaño acercárseles, le guiñó un ojo a Gus y este se lo devolvió haciendo que soltara una risita y que el rubio la mirara divertido.

—Hola chicos. —Saludó Remus sonriendo.— ¿Te encuentras bien, Gus?

—Sí, estoy bien. Gracias por preguntar. —Sonrió el regordete.

—Ah, me alegra, ¿como estás tú, Hesper? No hemos hablado en toda la mañana. —Remus sonrió rascándose la nuca nerviosamente.

—Estoy muy bien. —La chica miraba a Remus esperando.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora