Capítulo 33

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—Los Otros Kennedy—

Cuando llegaron a la estación de tren, lo primero que vio Hesper fue la rizada cabellera de Marisa, vestida tan extravagante y tan reluciente como siempre. Esa vez, no pudieron llevarse a Gus con ellos, porque se iba a ir de vacaciones a los dos días y no volvería hasta finales de Agosto, vamos, llegando justo para el primer día de clases. Eso indignó a Hesper, pues, ¿como podían llevarse todo un verano a su mejor amigo? ¿Iba a volver a ser como el verano de hace dos años?

Eso sí, Gus no se fue sin antes armar una pelea diciendo que se encadenaría a un árbol si lo obligaban a ir. Pero no pudo decir más, cuando Ben, su padre, apareció de repente en la estación de tren. Estaba más mayor de lo que Hesper recordaba y tenía aspecto de cansancio total. Fue directo a abrazar a Gus, pero este le respondió fríamente, cosa que le dolió al hombre, aunque no se le notase.

Él no dejaba a su hijo con Marisa solo porque le daba la gana. Tenía trabajo y a veces prácticamente le era imposible volver a casa. Gus tenía que darse cuenta de que el dinero no venía volando y que Ben lo ganaba con su sudor. Le tocaba pagar las facturas de la casa, los gastos y las escuelas, tanto de las gemelas como de su hijo. Si había algo que realmente odiara, era tener que dejar a Gus solo en casa con esa arpía de Marisa, con la cual solo se había vuelto a casar porque pensó que al menos, esta intentaría ocupar el lugar de figura materna para Gus. Peor, se equivocó a lo grande. Y se arrepentía, y no pasaba un sólo día en que no sacara la foto que tenía guardada en el bolsillo interior de su chaqueta y la mirara. En ella salían Karen, Gus de bebé y él. Como una familia feliz.

Si había algo que realmente lo reconfortaba, era saber que su hijo no estaba solo, y que tenía a un amiga, que más que amiga la trataba como hermana. Saber que esa chica por lo menos se encontraba con él, le hacía dormir un par de horas.

(...)

Era cuatro de Julio, noche cerrada. Hesper se encontraba en su cama dando vueltas y vueltas, no solo a sí misma sino también a sus pensamientos, que rondaban entorno a una sola persona, Evan Rosier. Llevaba así desde que había vuelto a su casa e intentaba limitar muchísimo esos momentos en los que se quedaba mirando a la nada y pensando en el chico. Estaba confusa, no entendía absolutamente nada de lo que le estaba sucediendo.

Suspiró y se puso en pie fuera de la cama. Llevaba puesto una camiseta de béisbol que le regaló su primo hacía años, cuando venían de visita en las vacaciones. Hesper le tenía un aprecio increíble a su primo, Rick, el cual tenía un año más que Gus y ella, y siempre que el chico venía de visita se lo pasaban los tres en grande molestando Jody o causando el caos por otro lado. Rick, también fue alguien muy importante a la hora de crear las guaridas, pues antes de que se mudara, era inseparable con Gus y Hesper. Pero como siempre, todo lo bueno se acaba, y el tío de Hesper, hermano de su padre, se tuvo que mudar por trabajo del ministerio de magia a los Estados Unidos. Eso fue hace cinco años, y con los días y las semanas, las cartas ambos amigos fueron escaseando entre ellos hasta dejar de llegar.

La chica, descalza, abrió la puerta de su dormitorio y bajó las escaleras. Era ya muy tarde y toda la casa estaba en silencio. Caminó por el pasillo y llegó hasta la habitación de su hermana, se acercó y abrió la puerta lo suficiente como para que su cabeza cupiera por el hueco.

—¿Didy? —Preguntó para saber si estaba despierta o dormida.

—¿Qué quieres fenómeno? —Escuchó la voz proveniente desde la cama de su hermana mayor.

—¿Puedo pasar? Quiero hablar contigo. —Se lo pensó y añadió:— De cosas de chicas.

Jody, al oír la última frase de su hermana menor, se incorporó emocionada en la cama. No había muchas cosas que compartían entre ellas, pero sí algo las unía, era la incapacidad de la otra para tener secretos entre ellas. Siempre, desde pequeñas, se contaban todo, aún teniendo en cuenta que ella llamaba a Hesper fenómeno a todas horas. Pero su hermana no se lo recriminaba, pues Gus y ella también volvían loca a Jody.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora