Capítulo 103

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—Riesgo Compartido—

Hesper estaba segura de que la cara de Gus en ese momento se le iba a grabar de por vida en la memoria. Bueno, eso y la escena que tenía bajo sus pies, donde más de cincuenta pares de ojos los miraban con el mismo asombro que ellos tenían plasmado en las facciones.

—No puede ser —murmuró Hesper sin apartar las manos de su boca.
Gua la miró anonadado.

—¿Tú también lo has visto verdad, Hesper? —preguntó en un susurro mirando de reojo hacia el grupo de diferentes cabellos.

Hesper lo miró, manteniendo sus pequeñas manos sobre su boca. Iba a ser difícil bajarlas.

—Sí —dijo Hesper—. ¿Por qué nos miran como si hubiéramos allanado el castillo?

—No lo sé —susurró Gus—. No disimilan ni un poco; cacho sinvergüenzas.

—Ni que lo digas —corroboró ella.

Abajo, Lily se separó de James, sobresaltada. La trenza pelirroja le botó sobre el hombro cuando giró el cuerpo entero hacia la escalera del vestíbulo. Hesper apretó las manos sobre la boca al ver lo cambiada que estaba su mejor amiga, cuando ella como siempre había ido en el trayecto de su vida: peinada de cualquier forma, con un humor seco y negro que la acompañaba a donde quiera que fuera y con baúl hechizado que tenía el comportamiento de un perro medio humano.

La cara de Lily, ahora más marcada por el abandono de los rasgos suaves y adorables de la infancia, se iluminó al completo al ver a Hesper y a Gus. Una enorme sonrisa se trazó en sus labios, haciendo destacar las pecas que le salpicaban los pómulos y los verdes ojos. Hasta James, que estaba cerca, muy cerca de ella, cogiéndola por la cintura (sin que Lily lo maldijera, pensó Hesper), se alegró de sobremanera al verlos y como si fuera ley, miró directamente a Sirius que estaba unos pasos detrás, hablando con Remus.

—Hesper, fíjate —dijo Gus—. Lily le está cogiendo la mano a James.

—Y no para rompérsela, precisamente —terminó de decir Hesper, bajando sus manos lentamente.

Hampton Court School la había trastornado demasiado, porque haber presenciado un beso compartido entre James y Lily era algo que ni en la mitología muerta sucedería. «Bueno, ha sucedido en tu presente, lista. Ya me dirás tú su aún sigue siendo algo imposible», se dijo.

Lo más asombroso no era eso, sino la sonrisa con la que habían visto a Lily besar a James, la soltura con la que lo había hecho, el cariño con el que le cogía la mano. Hesper siempre había pensado que si los dedos de Lily llegaran a estar enredados entre los de James sería para hacerlos añicos. Pero se equivocó. Estaban enredados con un cuidado que parecía casi ensayado.

Por otra parte, los azules ojos se dirigieron a dos expresiones más. Remus se paró a mirarlos con una sonrisa temblorosa en sus labios. Su rostro estaba más demacrado que de costumbre, y no era solo por el acercamiento de la luna llena, porque Hesper vio en él el mismo rostro que tuvo ella al ser engullida por el Libro Censurado. Su tono había descendido hasta lo pálido cercano al grisáceo, aunque pareció recuperar parte del color al verlos con un aspecto del que seguramente terminarían riéndose de ellos. Sus ojos se abrieron gratamente sorprendido.

A su lado, la cara de Sirius era todo un poema. Y cuando Hesper entabló por accidente contacto visual, vio un huracán que arrasaba con todo en aquellos preciosos ojos grises; un huracán que segundos atrás no había estado. Lo primero que le saltó en la mente fue «Que guapo está», seguido muy de cerca con un retortijón en el estómago, que no era precisamente del hambre.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora