—A Gus Le Gusta...—
Hesper llegó en cinco minutos al hueco del retrato y dijo la contraseña agitada, mientras oía las quejas de la Dama Gorda. Al entrar en la Sal Común, corrió hacia las escalares, pero no podía más y se paró al pie de esta a recuperarse. No pasaron ni dos minutos cuando volvió a oír las quejas de la Dama Gorda y abrió los ojos como platos a la vez que subía a todo gas las escaleras hacia el dormitorio.
Al entrar en este, vio a Alice y a Lily dormir y entró como un rayo, cerró la puerta detrás y corrió hacia su cama, dónde se despojó de los zapatos y los tiró por ahí, la túnica y el uniforme, y cogió la camiseta que tenía preparada encima de la cama.
Se metió velozmente bajo las colchas, en una posición que pareciera que estaba dormida, se despeinó el pelo, y dejó las cortinas del dosel abiertas a posta. La puerta del dormitorio se abrió en ese momento, y Hesper cerró los ojos fingiendo estar sobando.
Sintió los pasos de Marlene acercarse a su cama, luego sintió la presencia de la chica mirándola, hasta que la escuchó hablar en un susurro a sí misma.
— Juraría que era tu risa. — Chasqueó la lengua levemente. — Creo que es el sueño.
Después de que Marlene se alejara hacia su cama, Hesper abrió un ojo y al verla de espaldas cambiándose, se mordió el labio para no reírse. Al cabo de un ratito, se quedó dormida como un tronco.
A la mañana siguiente, sintió alguien zarandeándola suavemente. Abrió los ojos con dificultad, pues los sentía pegados con pegamento. Se encontró con una sonriente Alice. Volvió a girar la cabeza hacia otro lado y se quejó a su amiga con un sonido gutural.
— Despierta, Hesper. Tenemos Encantamientos a primera y más te vale desayunar hoy, vamos. — La cogió del brazo y la sacó a rastras.
Hesper no se hizo rogar más y entró en el baño bostezando como un gato, con la ropa en un mano. Se duchó rápidamente y salió vestida.
Cogió su varita y de un movimiento se secó el pelo al completo dejándoselo desordenado. Cogió su mochila y los caramelos de cereza y fue a salir de la habitación, cuando la voz de Alice la detuvo.
— ¿No pensarás salir con ese pelo, verdad? — Preguntó cautelosamente.
— Me da pereza peinarme. — Le contestó la azabache bostezando de nuevo.
Alice chasqueó la lengua negando con la cabeza y cogió a Hesper del brazo para sentarla en la cama de un tirón. Sacó el cepillo de su amiga de un cajón de la cómoda y comenzó peinarle el pelo haciendo que la cabeza de la chica se ladeara hacia un lado u otro dependiendo de por donde cepillaba la otra.
Cuando terminó de desenredarle todos los nudos, se lo recogió en una trenza de raíz sin dejar ni un mechón suelto y haciendo resaltar más su rostro claro.
— Ahora si puedes irte. — Le dijo Alice sonriente.
— Gracias, Alice. — Le sonrió Hesper mientras salía del dormitorio.
No sé encontró a Gus en la Sala Común, por lo que supuso que el chico estaría ya en el Gran Comedor, y acertó. Gus, se encontraba sentado en su sitio alejado de siempre y esperándola, sin tocar absolutamente nada. Cuando Hesper fue para sentarse, vio en la mesa de Slytherin a Evan, que levantó la cabeza y al cruzar su mirada con la de Hesper le sonrió ampliamente con ojos brillantes. La azabache le devolvió la sonrisa y se sentó frente a Gus, que ahora miraba con ojos entrecerrados al Slytherin.
— Que mal me cae ese chico. Tengo el presentimiento de que te dice cosas malas sobre mi para que me empieces a odiar. — Dijo dramatizando, pero no de broma.
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Oblivion |Época De Los Merodeadores|
Fanfiction[En edición; solo la escritura y texto, no la trama] ❝Hay veces que no se sabe apreciar un momento hasta que pasa a ser un recuerdo; ni el recuerdo, hasta que se evapora en el olvido. Hesper Kennedy pierde todo lazo con la realidad, convirtiéndose e...