Capítulo 77

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—Cumpleaños Con Los Weasley—

Marisa se lució al máximo, exigiendo de sí misma su mayor poder para manipular niños. Hesper y ella estuvieron hablando durante una hora y media, o más bien, Marisa estuvo metiéndole cosas a Hesper en la cabeza para que odiara a Gus más que nunca. Hesper traducía cada palabra con una gota más en su vaso interior, una gota más de furia.

—Eres demasiado lista, olvídate de él, enséñale lo que significa despreciarte sin razón. Déjalo solo, que sepa el significado de esa palabra en carne propia. —Le dijo Marisa a Hesper cuando esta última se puso en pie para irse.

Hesper la miró detenidamente, todo lo que le había dicho esa loca, era lo que ella sentía en cierto modo. Los problemas de ambas eran diferentes, pero con una persona común. Un amigo. Estaba dolida, pero más allá de eso, ya no le importaba sentirse sola. Se acabó el pasar por alto sus reglas para hacer algo que luego no le serviría de nada. Se juró de una forma inquebrantable que no volvería a pensar en su estado, pues sola no se encontraba, tenía a su abuelo. Gus era un mentiroso, y Lily lo acompañaba. Se dio la vuelta y miró penetrante a Marisa, de diferente forma que con la mirada que había llegado a esa casa. La miró de una forma mala, como si le hiciera una promesa a la mujer que había sentada mirándola ansiosa, prometiendo que ella no se dejaría caer en el mismo agujero que Marisa. Hesper no se pensaba menospreciar por ellos. La autoestima sería lo último que perdería en ese mundo de locos.

Marisa, miró a través del cristal del salón a Hesper irse en dirección opuesta a su casa. Sonrió con malicia y soltó una risotada de euforia total. Había encontrado el modo idóneo. Juró vengarse de Karen y lo cumpliría. Juró que ese engendro llamado Gustav se quedaría solo, y lo cumpliría, o más bien, ya lo había cumplido. No hacía falta más que abrirle un poco los ojos a esa chica. Marisa había mentido en prácticamente todo, menos en la historia. Eso era real, tanto como su maldad. Todo lo que le hicieron Karen y Ben era cierto, y no les perdonaría. Pensaba arder en el infierno antes que eso. Marisa no tenía planeado recibir a Hesper, ni mucho menos, pero cuando la vio parada enfrente de la casa con esa alegría, el Diablo pareció atravesarla de espaldas hacia su alma. Retorcer las cosas hacia su favor nunca le había costado, pero librarse de esa estúpida cría sí. Hesper era todo lo que ella denominaba problemas, pero, en ese momento ya se había librado del los problemas. Gus se había quedado totalmente solo, no había hecho más que profundizar esa herida que tenía Hesper al expuesto, Marisa no había hecho más que hundir más las largas uñas, rasgando los últimos hilillos que sujetaban al monstruo, terminando de liberarlo.

Marisa pensaba que había ganado, pero no conocía tan bien a Hesper como para asegurar eso. Hesper no había perdonado a Marisa de nada, de echo, ella era quien más metida estaba en el ajo. ¿Se pensaba que era tan estúpida para no darse cuenta de que le había contado eso solo para ensuciar más el nombre de Gus? Hesper había confirmado que Marisa había perdido los cables de la cordura hacía tiempo ya, esa mujer no estaba en su sano juicio, estaba loca. Hesper no se había vuelto loca, no dejaría que ellos la volvieran loca. Marisa era débil y malvada, ella no era débil, era fuerte, y no era mala, tampoco era la buena. ¿Que era entonces? No era nada, no pensaba dejar que le pusieran una etiqueta sobre na cabeza como si fuera algo manejable. Hesper era autónoma, nadie la controlaría y nadie mandaría sobre ella. Haría lo que creía correcto, y hasta ahí llegaba. Amaba al Joker por muchas cosas, pero lo que más la fascinaba de él, eran sus frases. Se podían aplicar a su vida a la perfección. Como llevaba diciendo, no estaba ningún bando y no lo estaría. No sería ni buena ni mala, y había una única frase de su personaje favorito que lo definía claramente: «Si eres bueno en algo, nunca lo hagas gratis.»

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora