Capítulo 85

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—Las Espinas De La Sospecha—

Hesper no dio una mirada de reconocimiento cuando Marlene comenzó a gemir aún más fuerte, por el inevitable dolor. De esa forma pagaría esa pagaría esa rebajada sus deudas, con sangre. Dirigió su ávida mirada al momento a la mesa de Hufflepuff, hacia Courtney Montgomery, que no parecía ni reconocerla por la manera en que la miraba.

Hesper había estado caminando durante todo ese rato, y en cuanto los profesores se pusieron en pie al ver tal escena de horror, ella sonrió para sus adentros. Su sonrisa de gato interior, se intensificó al ver la masa de alumnos que se ponía en pie para mirar a Marlene o alejarse de la zona infestada de magia oscura, y Hesper, aprovechó ese momento para acercarse sigilosamente hacia Slytherin, en su camino, y tirar la varita de Avery bajo la mesa de las serpientes. Aún con su varita escondida bajo la túnica, deshizo su encantamiento Geminio sobre la varita robada, y sintió a través de su propio instrumento que la varita falsa que tenía Dominic había desaparecido. Ahí sí que no evitó el brillo triunfante de sus ojos.

Les iba a dar problemas decidir a por quien ir primero, si Marlene la boca chancla, o Avery el cobarde que ataca por la espalda. Como ya había pensado, la mitad de su segundo plan había salido a la perfección. Ahora bien, si superaba lo que posiblemente llegara después, estaba más segura de que nadie, en su vida, se volvería a meter con ella.

Hesper, a medida que salía del Gran Comedor sin ser vista por casi nadie, pues la atención estaba centrada en los dos sujetos de distintos maleficios, intentó aguantarse las náuseas repentinas que le daba ver a el resultado de la magia negra que había lanzado contra Marlene. Tenía ganas de vomitarlo todo, tanto la desolación, como el odio y incomprensibilidad. Estaba harta, pero parecía que alguien quería hartarla más aún, porque mientras los profesores bajaban de la tarima a prisa y corriendo, Denaux pareció ser el único que la observaba a ella con un petulante brillo a la sombra de sus ojos, como si la estuviera congratulando o sopesándola para algo. Hesper tragó con repulsión y salió de ahí con la última vista de Dumbledore acercándose rápidamente a Marlene por el pasillo que automáticamente le habían dejado los alumnos al director.

Hesper vio la preocupación por algo mayor en los ancianos ojos, y no lo entendió. No parecía estar preocupado exactamente por Marlene, sino que había algo más, y entonces Hesper temió, porque finalmente entendió a qué se debía esa mirada; no era la primera vez que Dumbledore veía ese maleficio.

No le importó; lo hecho, hecho estaba y no se arrepentía en absoluto. En medio de la penumbra, Hesper bajó tranquilamente los escalones de mármol del vestíbulo, hacia los jardines. Necesitaba aire si no quería vomitar. Era la primera vez que probaba esa clase de horripilante magia en una persona real y no en un muñeco de trapo. Inevitablemente, pensó en su abuelo, cuando practicaba la nigromancia. Debió de haber utilizado conjuros igual de repulsivos que ese en más de una vez, y Hesper, en vez de temerle y repudiarlo, lo admiró por su capacidad de aguante. Hesper sabía que su abuelo era un verdadero Gryffindor, porque pese a todo por lo que había pasado, seguía ahí para ellos. Los seguía protegiendo, sobre todo en días como en los que estaban, donde las maldiciones imperdonables eran servidas con el menú principal de entrada.

Sacó el pergamino hechizado del interior de su túnica y le escribió con dedos temblorosos por primera vez. No estaba arrepentida, pero sentía un vacío en su interior después de haber hecho esa monstruosidad, y no podía dejar de temblar, sabiendo que tenía las manos machadas de sangre, aunque solo fuera su imaginación. Ahora sí que era un monstruo en sus principios, y no iba a mentir, tenía miedo, necesitaba a su abuelo.

Después de terminar de escribirle una especie de llamada, esperó mientras las palabras se deshacían frente a ella como si el viento fresco de inicios de Octubre se las llevara. No le respondió, y ella torció el gesto disgustada. Fue a guardarse el pergamino hechizado en el bolsillo, cuando de una mano le agarró fuertemente del brazo y la giró en el acto sorprendiéndola.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora