—Regalos Navideños—
La puerta de la habitación de Hesper volvió a abrirse por segunda vez en la noche, solo que en vez de ser su madre la que se asomaba, esta vez era su padre, con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Eso que oía eran risas sin mí? —Preguntó divertido.
Los niños levantaron la cabeza desde el suelo y lo miraron sonrientes, para luego seguidamente incorporarse.
—Hola papá. —Saludó la chica.
—Hola, tío Stephen. —Saludó Gus. El pequeño Sanders llamaba a los padres de Hesper tío y tía, pues estos odiaban que los llamasen por usted.
—¡Hombre Gus! —Saltó el hombre emocionado al ver al chico.— ¿Cuando has llegado? No te había visto.
—Hace un rato, estaba aquí con Hesper y Potter. —Le dijo.
—Ya decía yo que aquel chico no se había perdido... —Murmuró su padre para si mismo.— Pero ahora, sí. Hesper, tal vez tu madre se haya tragado eso de que tenías migrañas pero yo no, y que después el hijo de Euphemia y Fleamont desapareciera también no me pareció normal. Así que contadme, ¿qué estabais haciendo?
Stephen entró en el dormitorio y cerró la puerta tras él. Camino hasta donde estaban Gus y Hesper sentados en el suelo y se sentó en medio para cogerlos a ambos por los hombros y acercarlos y comenzar una charla entre susurros.
—No se lo diré a mamá, lo prometo. Así que contarme. —Susurró mirando primero a uno y luego al otro.
—Esta bien. Lo has prometido, papá. Recuerda. —Le avisó la chica.— Gus, ¿quieres hacer los honores?
—Por supuesto. —Gus comenzó a relatar la historia desde su punto de vista, luego cuando llegó el turno de la excusa barata de Hesper para largarse, relató esta y después lo contaron entre los dos. Haciendo pausas para dejar al otro seguir.
—Se lo tiene bien merecido. —Dijo el padre de Hesper. Luego se percató de sus palabras y añadió.— Esto queda olvidado, yo no abro la boca y vosotros tampoco. ¿Trato?
Extendió ambos brazos y estiró los mañiques, para hacer la promesa. Hesper extendió su dedo meñique y lo junto con el de su padre cumpliendo su parte de la promesa y Gus hizo lo mismo en la mano derecha.
—Bien, tío Stephen ¿quieres ayudarnos a enviar los regalos de Hesper? —Preguntó Gus poniéndose delante.
—¡Pues claro! ¿Cuando los mandamos? —Quiso saber ansioso.
—A media noche, así les llegará a todos mientras duermen. —Le contestó Hesper.
—Pues faltan diez minutos. —Dijo Stephen mirando el reloj de cuco que tenía su hija colgado en la pared. — Habéis estado durante toda la cena en la calle y no os habéis percatado del tiempo.
—¡Vamos papá corre entonces! ¡Gus levanta ese culo del suelo y ayudame! —Saltó la chica nerviosa por haber perdido la noción del tiempo por absoluto.
Gus se levantó sonriendo y su padre de igual forma, mientras observaban a Hesper sacar un montón de cajas rectangulares, cuadradas, pequeñas y grandes de debajo de la cama, apiñándolas unos sobre otros con cuidado de no escarchar ninguno.
—Estos son todos. Los he etiquetado con el nombre y la dirección de cada uno, papá. —Dijo la pequeña mirándoles.
—Esa es mi chica. Y ahora, tendremos que avisar a Terry para que los lleve. —Completó el hombre abriendo la ventana de la habitación de su hija y silbando con la cabeza fuera.
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Oblivion |Época De Los Merodeadores|
Fanfiction[En edición; solo la escritura y texto, no la trama] ❝Hay veces que no se sabe apreciar un momento hasta que pasa a ser un recuerdo; ni el recuerdo, hasta que se evapora en el olvido. Hesper Kennedy pierde todo lazo con la realidad, convirtiéndose e...