Capítulo 22

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—A Escondidas—

La despedida de este año fue igual o casi igual a la del año anterior. Esta vez, Hesper y Gus entraron a toda leche en el tren para ser de los primeros en encontrar un compartimiento libre. Al encontrarlo, Gus dejó a Cacahuete en la rejilla superior y Hesper hizo lo mismo con Willy Wonka.

—Menudo veranito. —Comentó Hesper recogiéndose el pelo en una coleta alta.— Divertido.

—A mi me ha encantado. Imagínate si Lily se hubiera quedado a dormir. —Pensó Gus mirando al techo del compartimiento.

El chico vestía unas bermudas de estampado militar por las rodillas, una camiseta amarilla clara, y para finalizar unas zapatillas negras. Gus, durante el verano, había crecido unos centímetros más y también algunos kilos. Hesper en cambio, iba vestida con una camiseta manga corta negra, unas bermudas parecidas a las de Gus solo que azules, y en los pies calzaba sus converse negras. Las blancas estaban en un sitio fuera del alcance de su madre. Ella, en cambio, no había crecido nada, seguía con la misma estatura y no le preocupaba en absoluto. Lo que si le había cambiado, era la voz, había dejado de ser infantil y chillona, ahora era firme. O tan firme como la puede tener una niña de doce años.

—Habría sabido lo que es pasar las noches sobre el techo de la Guarida Aérea. —Reiteró Hesper sonriendo levemente, estaba segura de que eso le habría gustado a Lily.

El viaje en tren pasó igual de siempre. Concurso de grageas, comentarios y muecas estúpidas que hacían reír a ambos niños y la visita de Frank para decirles que se les escuchaba desde el otro lado.

Cuando el tren llegó a Hogsmeade, los chicos salieron y se mezclaron con la muchedumbre que desfilaba en tropel por la estancia abarrotada. Gus y Hesper se abrieron paso entre la gente para llegar hasta fuera de la estación donde los carruajes esperaban a los alumnos. Llegaron casi de los últimos y subieron en el único que quedaba y para su suerte era el mismo en el que estaban los alborotadores de Hogwarts.

—¡Hola chicos! —Saludó contento Remus al verlos sentarse.

Hesper esbozó una sonrisa y se acomodó en el asiento, cómo si a su lado no estuviese Peter, el cual la miraba a cada segundo temiendo su reacción.

—Hola, Remus. —Dijo Gus.— Hola chicos.

Peter saludó con un débil “hola” mientras que James sonrió de manera forzada en su dirección y Sirius saludó con la mano indiferente.

—¿Qué tal el verano chicos? —Les preguntó Remus intentando sacar tema de habla.

—Muy bien, ¿y el tuyo? —Habló esta vez Hesper contenta.

—¡Guau, Kennedy! Te ha cambiado la voz, pensaba que eso solo les pasaba a los hombres. —Se burló Sirius para pasar el tiempo.

Sirius, se había percatado de que la Hesper seguía teniendo la misma altura, la única diferencia es que llevaba el pelo recogido en una coleta alta poco usual en ella. Nada más sentarse, el aroma a cereza impregnó todo el carruaje, dando una agradable sensación de tranquilidad. Cosa que contrastaba claramente con los ocupantes.

—A mi también me alegra verte, Sirius. Y gracias por fijarte en esos detalles, se nota que soy una parte esencial en tu vida. —Contraatacó esta hablando calmadamente y mirándole a la cara, en la cual se había formado una sonrisa de arrogancia.

—Ya sabía yo que mi presencia te alegraba. Seguro que has estado pensando en mí todo el verano. Que pena me da no haberte visto ese día en el Callejón Diagon, en cambio si conocí a tu abuela. —Chasqueó la lengua fingiendo lamento.— Y déjame opinar que es mucho más agradable de lo que eres tú.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora