Capítulo 57

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Gringotts Bajo Amenaza De Robo—

«Desconozco quien eres, Hesper Kennedy. Saber datos superficiales, no me convierte en tu conocedor

Hesper leyó eso sin mucha confianza. Ese hombre conocía ciertamente solo datos superficiales, pues era lo que ella le había preguntado. Si le hubiera hablado de otra cosa más profunda, no la sabría. O quizá sí.

«¿Qué te hace pensar que no le entregaría esto al director?»

«Confío en ti. que eres demasiado inteligente para hacer eso»

La chica abrió los ojos arqueando las cejas inquisitiva. Impresionada. Estaba impresionada de que ese hombre hubiera adivinado lo que ella iba a hacer.

«¿Insinuas que solo alguien inepto entregaría un pergamino hechizado donde un desconocido le está hablando?»

«Para nada. Pero perfectamente que si entregas este pergamino, te quedaras con la incertidumbre de saber que ha habido alguien observándote. Quieres saber quien soy

La de ojos zarcos observó la frase detenidamente. Quien le escribía no era ningún ignorante, como le había dicho. Sabía como persuadir, sabía que iba a suceder antes incluso de mandarle ese pergamino. Sonrió, diabólicamente. Había encontrado alguien a su nivel con quien jugar a su juego de forma entretenida.

«Tienes razón. No lo entregaré. Con una condición.»

Hesper sintió que quien estuviera escribiendo, había sonreído complacido con la contestación. De hecho, parecía sentirlo reírse, como si el pergamino entre sus dedos vibrara. Su frase se fue borrando del principio al fin, dando paso a otras letras que se escribían debajo.

«Acepto tu trato. ¿Qué condición impones?»

Miró el pergamino con superioridad y escribió. Escribió con lentitud extrema, dándose el lujo que quería.

«Dime tu nombre. Completo. No veo justo que tu sepas el mío y yo no el tuyo.»

Hesper no estaba segura de que ese tipo fuera a ser sincero o no, pero se arriesgaría. Había robado un historial, coger otro sin permiso no será un problema.

«¿De verdad quieres saberlo?»

«No me andes con rodeos. Respóndeme.»

Se mordió el labio inferior húmedo, ansiosa para saber su nombre, aunque fuese una mentira. Pasó el dedo por el borde del pergamino, sintiéndolo en la piel, y esperando. Se imaginaba a la otra persona dudando entre si decirle su nombre o no, hasta que vio las letras volver a aparecer como manchas.

«Jude Serge Kendrick. Ese es mi nombre. Ahora, es tu turno de decirme tu segundo nombre, porque ese no lo conozco

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora