Capítulo 98

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—Retomamos La Marcha—

Estaba totalmente segura. Sin duda alguna, Sturgis Podmore era la persona más cargante que Hesper había conocido en toda su vida, y eso que ella era paciente, pero ese chico sacaba de las casilla a cualquiera. No comprendía como su primo lo aguantaba.

Hesper había llegado de los últimos al tren. Estuvo dando vueltas, pero no había ni un maldito compartimento vacío completamente; o había ya alguien abarcándolo, o había un grupo entero de personas. Y eso que se suponía que se habían quedado alumnos en Hogwarts.

En fin, el caso era que después de cansarse buscando, Hesper se topó con Rick, que salía de un compartimento y le ofreció un asiento junto a él y sus amigos. Hesper no se negó.

Durante la primera hora, el pesado de Sturgis no hacía más que hablar de cosas sin sentido con su primo, que le seguía la conversación igual de entretenido. En cambio, Benji, aún siendo igual que los otros dos, prefirió conversar con Hesper y conocerla.

A ella le pareció un chico encantador, igual que Remus: Educado y amable. En cambio, Sturgis era la personificación de la irritación en cuerpo y alma. No callaba, preguntaba a todas horas, y encima de todo eso, roncaba cuando se dormía.

—Es así desde que lo conocí —dijo Benji mirando a Sturgis, que se había dormido con la cabeza echada hacia atrás y la boca abierta.

—Va a tener tortícolis por lo que queda de semana —afirmó Hesper mirando al chico del cabello pajizo.

—Está acostumbrado a dormir en esta clase de posiciones —dijo Rick, en el extremo opuesto, al lado de la ventana, con una gran sonrisa.

El viaje de vuelta a Londres fue en completo silencio después de que Rick también se hubiera quedado dormido con la cabeza reclinada contra la ventana. Benji había sacado un viejo ejemplar de El Profeta y se había puesto a resolver crucigramas mágicos, y Hesper, sin encontrar nada más que hacer, acaparó las horas que quedaban hasta su destino acariciando a Willy Wonka, que estaba muy interesado en el hilillo suelto de su jersey amarillo.

A medida que Hesper comenzaba a divisar el andén 9 ¾ a lo lejos, a acercándose, los nervioso hicieron de las suyas. Desde el incidente de la noche en que McGonagall la pilló, Hesper solo se había comunicado con su familia por cartas vía lechuza, y en ese momento, tenía miedo de bajar del tren. Quería que el viaje durara más.

Pero en menos de un minuto, el Expreso de Hogwarts ya se había adentrado en la estación, y ella divisó a los padres y familiares abrigados hasta arriba mientras esperaban a sus hijos, sus nietos, sus sobrinos o al hijo del vecino.

—Rick, Sturgis. Es hora de bajar —murmuró Benji asestándole un codazo a su primo y un puntapié en la espinilla a Sturgis, despertándolos del susto y posiblemente, del dolor.

—Tío, ¿a que día estamos? —farfulló Sturgis mirando hacia los lados desconcertado. Hesper lo observó impresionada. Ese chico era un desastre.

Rick no la dejó oír la contestación sarcástica de Benji, porque ya se había despedido de sus amigos, había recogido su equipaje, y la estaba arrastrando por la mano para bajar del tren.

Hesper, por segunda vez, no se negó.

Descendieron juntos fuera del tren, ayudándose entre los dos a bajar su equipaje. El bullicio de la gente que abrazaba, besaba y conversaba alegre y aliviada con sus hijos en la estación, formó una gran aglomeración de personas que cerraba el paso por doquier. Rick no le soltó la mano, manteniendo sus dedos entrelazados en todo momento, dándole su silencioso voto de fe y apoyo.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora