Capítulo 29

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Paseos Nocturnos—

Gus, al subir a su dormitorio se encontró con Brutus McLaggen tumbado en su cama ojeando El Profeta vigoroso. El rubio cerró la puerta detrás y se acercó corriendo hacia su cama, tirando la mochila en en suelo.

—Gus —saludó Brutus sin levantar la vista del periódico, quería saber a toda costa que equipos de Quidditch jugarían los mundiales de ese año.

—Brutus —devolvió Gus mientras buscaba la lista debajo de su colchón.

Encontró la lista tal como la dejó la noche anterior al ojearla. Se sentó en su cama y la desdobló de nuevo. Leyó lo primero que tenía escrito en el pergamino: encontrar la cocina de Hogwarts. O cocinas, porque algún lugar donde cocinar debía de haber.

Sonrió y se puso en pie, buscó un pergamino y cogió una pluma para comenzar a redactar a Imogen. Necesitaba ayuda de alguien que ya hubiera estado en Hogwarts; de alguien que fue alguna vez la pesadilla de los profesores.

Cuanto terminó, bajó corriendo las escaleras de los dormitorios hacia la Sala Común. Una vez abajo, vio que Hesper había bajado en el mismo momento que él.

La chica miró lo que Gus llevaba en la mano, y Gus miró lo que su amiga llevaba en la mano. Se miraron a los ojos, y luego miraron el hueco del retrato. Casi sin pensárselo, los dos salieron disparados como balas hacia el hueco que en ese momento se abría dejando pasar a Los Merodeadores con todo el bullicio que causaban ellos solos.

Gus corrió y los chicos al verlos venir corriendo se apartaron a un lado mirándolos curiosos. Hesper alcanzó a Gus y estuvieron a la par. Faltaban dos metros para llegar a la salida, y entonces Gus, usó el trasero —sí el trasero—, y empujó a Hesper tirándola a un lado de culo en el suelo. Ninguno se había percatado de la presencia de cuatro pares de ojos que los miraban a punto de carcajearse.

Gus soltó una risotada y siguió corriendo, no sin antes girarse a mirar a su amiga divertido. Hesper sintió el cerebro darle un vuelta dentro de la cabeza. Cayó con un pequeño grito ahogado muy agudo. Su carta fue a parar a los pies de Peter, que la miró como si fuera una bomba de relojería.

Hesper levantó la vista sonriente hacia Gus que corría como si la vida le dependiera de ello. La chica desde el suelo soltó una carcajada eufórica.

—¡Eres un tramposo Gus! —Al ver que el chico solo rió, Hesper se controló para no reírse otra vez—. ¡Y un culo gordo!

Remus soltó una risotada al oír a su amiga. Sirius y James no tardaron en acompañarlo. Peter se aguantó, pues tenía al depredador a menos de dos metros y por nada en el mundo pensaba arriesgarse el pellejo.

Hesper se puso en pie rápidamente y cogió su carta del suelo para salir disparada tras Gus que ya llegaba a las escaleras.

—Joder, ¿habéis visto eso? —Exclamó James aún sonriente.

—Como para no verlo, si Kennedy casi ha volado por los aires. —Comentó Sirius.

—Me parece todavía increíble que nos haya prestado el polvo. —Dijo Remus—. Lo sabían desde el principio.

Y entonces, algo asaltó su mente. Recordó que la tarde que fue a buscarlos, ellos venían de los jardines, y Gus estuvo llorando. En ese momento se sintió fatal, y solo esperaba que su amigo no hubiera llorado por lo que habían dicho de él.

—Si yo lo hubiera sabido desde un principio, no hubiera entrado en la Sala Común esa noche fingiendo no haber oído nada. Creo que incluso hubiera explotado. —Dijo Sirius echándose en un sillón cómodamente.

Oblivion |Época De Los Merodeadores|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora