—Nueva Canción Del Sombrero Seleccionador—
—¡Lunático! ¡Quítamelo, por favor! —Exclamó James cubriéndose la cabeza calva con las manos.
Hesper se volvió a reír y se preguntó internamente por qué se habrían puesto esos apodos, y cual era el de Peter. Hasta el momento sabía que Sirius era Canuto, James era Cornamenta y Remus era Lunático. El por qué, ya no tenía ni idea.
—¿Por qué os llamáis de esas formas? Hasta donde sé, Remus no está ido de la cabeza. Vosotros dos, sí. —Los señaló a él y a Sirius que seguía en la esquina mirando a Hesper como si fuera un milagro, pues sabía que si un maleficio venía de su mano, solo se podría revertir con ella.
—Sí me quitas esto, te lo diré. —Ofreció James.
Sirius gruñó desde su sitio al no ser nombrado él también. Hesper lo miró con una sonrisilla burlona.
—Vale, pero dadme una razón. Buena, buenísima. —Regateó borrando su sonrisa del tirón y reemplazándola por un brillo siniestro en los ojos.
James la miró detenidamente, pensando. Remus también pensaba por sus amigos, y Sirius estaba también en su modus operandi. En cambio Peter, solo pensaba en lo oscuro y bonito que era el cabello de Hesper.
Hesper sin embargo, solo se sentó cómoda en el sitio en el que la habían sentado. Si a los dos minutos no le daban una razón, se pensaba largar dejándolos de esa forma. Sonrió de manera maléfica cuanto el reloj mental había llegado a sesenta segundos. Se iría dejándoles con ese nuevo look. Pobres tontos, se pensaron que jugar con ella les iba a salir gratis. Error.
—Diez,... Nueve,... Ocho,... —Comenzó la cuenta atrás en voz alta lentamente mirando el techo del compartimento con indiferencia.
—¡Tengo una! —Dijo Sirius con la voz amortiguada.
Hesper no apartó la vista del techo, pero sí calló dándole el turno de la palabra al Dios Griego desdentado. Estaba calmada, y divertida con la situación. No iba a ayudarlos. Eran “amigos” cierto, pero no con una relación firme y sólida. Podría decirse que eran una especie de ladrones, y no hay honor entre ladrones. Eso nunca.
—No le contaremoz a nazie ze zonde haz zacado eze hezizo. —Chantajeó Sirius.
—¿Chantaje, Sirius? —Preguntó Hesper sin mover la vista.— Adelante, dime de donde lo he sacado.
Sirius se incorporó sujetándose las manos firmemente contra la boca, mientras se veía el asomo de la sonrisa que se extendía tanto por su rostro como por el de James. Sin embargo, a Remus le preocupó. Y a Peter igual. No podían usar chantaje con su amiga, eso no se hace llamar amistad. Por no decir, que tanto Remus como Peter creían firmemente en que Hesper era la reencarnación del peligro. Remus no era tonto y se fijaba en cosas que los demás no, por ello había visto que McGonagall tenía a Hesper vigilada de cerca.
Quería a Hesper muchísimo, era la única amiga firme que tenía, junto con Lily, con la cual su relación se había hecho más sólida desde el año anterior, pero había secretos acerca de la de ojos zarcos que ellos desconocían. Sabía que Hesper guardaba un secreto gordo del que incluso ellos cuatro se habían percatado de su existencia, pero que desconocían. A Remus le pareció que incluso la misma portadora lo desconocía, pero sabiendo como era Hesper, no se sabía a ciencia cierta. Podía darte la imagen de algo, cuando más tarde, muy tarde, se descubre que era todo lo inverso.
Remus había hablado con su padre una tarde acerca de la estrecha relación que tenía con el padre de Hesper. Era muy parecida a la de Sirius y James y la suya. Su padre, Lyall, le había descrito a la perfección como era Stephen y qué hicieron en su infancia como alumnos de Hogwarts. Eran como Sirius y James y él, nuevamente. Stephen se definía de la misma forma que James y Sirius, carismático, con el don de la palabra y problemático. Muy, muy problemático. Luego, estaba Lyall, su voz de la razón y su mano derecha. El apaciguador, paciente y pasivo Lyall. Una combinación que entraba más en contraste que el agua y el aceite.
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Oblivion |Época De Los Merodeadores|
Fanfiction[En edición; solo la escritura y texto, no la trama] ❝Hay veces que no se sabe apreciar un momento hasta que pasa a ser un recuerdo; ni el recuerdo, hasta que se evapora en el olvido. Hesper Kennedy pierde todo lazo con la realidad, convirtiéndose e...