Al llegar a casa me quite los zapatos y fui por agua, me senté en el desayunador mientras que veía a Estefan abrir las ventanas.
— ¿No quieres un pastel? —pregunte viendo el horno—Quiero pastel.
—Son las dos de la mañana y tu quieres hacer pastel—dijo en tono gracioso, me baje del desayunador y comencé a sacar las cosas, huevos, harina, azúcar, leche...
—Ya vengo—fui a la habitación dando saltitos, me quite el vestido y me puse una camisa—Listo.
— ¿Quieres ayuda?
—De ti lo quiero todo—respondí un poco alegre, él se quito la camisa y comenzó a ayudarme, mientras que echaba los ingredientes, él iba encendiendo el horno, poniendo música y sirviendo el vino, me acerque a la alacena y saque un chocolate en polvo que mi madre nos había traído la última vez que nos visitó, no sabía si era por el efecto del alcohol pero me era imposible abrirlo.
—Amor...—susurre dándole el chocolate a Estefan, dejó la copa a un lado y se encargó de luchar con el empaque—Voy por tijeras...
—Ya lo tengo—habló a la vez que el chocolate se esparcía por todo el aire, llenándonos y llenando el suelo y el desayunador, no evite la carcajada que salía de mi garganta, él estaba completamente sorprendido.
— ¡Madre mía! —exclame sin parar de reír, tuve que tomar aire para calmarme, Estefan me veía con culpabilidad pero a la vez con una carcajada que no podía ocultar—Por suerte... mi madre compró dos.
—Iré por las tijeras.
—Mejor—medio grite, pase mi dedo sobre el desayunador y me metí el dedo en mi boca, al menos no estaba mal.
Estefan apareció segundos, abrimos el otro empaque y se lo echamos a la mezcla casi lista, llenamos un envase con mantequilla y harina, puse la mezcla en esta y lo metí en el horno.
— ¡Listo! —chille a la vez que Estefan me esparcía harina en el rostro.
—Te ves un poco pálida, amor—dijo entre risas, yo asentí tratando de no morirme de risas esa noche, hice como si no hubiese importado y comencé a limpiar el chocolate que estaba sobre el desayunador, agarre la harina completa y se lo eche todo, llenando toda la cocina de harina.
— ¡Ups! —reí—Se me ha caído.
—Sí, se te cayó—dijo tomándome de la cintura y alzándome del suelo para sentarme en el desayunador, comencé a pasar mis manos por su cara para quitar la harina.
—Estas un poco pálido, amor—susurré sintiendo mi corazón latir a causa de su mirada intensa.
— ¿A qué tiempo estará listo el pastel? —preguntó con su voz ronca, mire el horno para pensar.
—Eh... unos... diez...—él no esperó a que terminara de hablar solo me besó intenso como su mirada, su mano me haló hacia él, encajando nuestras caderas, haciéndome reír, él me miró de soslayo para darme esa sonrisa que me estaba provocando todo el día.
Agarre la orilla de mi camisa, la deslice lentamente hacia arriba y me deshice de ella.
—No sabes cuantas veces imaginé esto—susurró viéndome.
— ¿Quitarme la camisa? —bromee haciéndonos reír, él negó.
—Esto—susurró a la vez que me llenaba de besos y hacía su camino a mi abdomen.
Sus manos desabrocharon mi sujetador sin dejarme de ver, bajaron por mi abdomen mandando escalofrió por cada partícula de mi piel, sus dedos rozaron la única tela que tenia puesta, deshaciéndose de ella, cerré mis ojos al sentirlo entrar mis manos se aferraron a su espalda, sus labios fogosos atacaron contra los míos, mientras que me envestía, una y otra vez, no sabía si iba a explotar por la excitación o por mi corazón que no dejaba de latir rápidamente cada vez que me tocaba, me oculte en su cuello al sentir que ya no podía mas, su torso rozaba con él, a respiraciones distintas, agitadas.
Me miró y volvió a besarme, suave y castamente, saboreando cada parte de mi boca.
—Hay que limpiar—susurre viendo mi cuerpo lleno de harina, el suelo, el desayunador, el microondas, el horno, todo estaba hecho un desastre y me daba demasiada gracia verlo todo ahora.
El temporizador del horno sonó, Estefan se dio la vuelta para ver.
—Está listo el pastel—se dio media vuelta dándome una buena vista de su lindo y bronceado trasero.
—Debería autografiar esto y enmarcarlo—hable inclinando mi cabeza a un lado.
— ¿Disfrutas lo que ves? —preguntó sacando el pastel, la casa olía a chocolate y me preguntaba si los vecinos olerían el chocolate también.
Me puse la camisa y comenzamos a limpiar todo el desastre de la cocina, el sueño y el cansancio estaba manejando mi cuerpo y lo que me mantenía un poco despierta era el pastel que había quedado demasiado delicioso.
Terminamos a las cuatro de la mañana, Estefan y yo estábamos acostados en el sofá, uno en contra del otro.
—Deberíamos ir a la cama—susurró sobando mi pierna.
—No tengo fuerzas—musite casi con los ojos cerrados, se levantó, se estiró y me levantó del sofá.
—Nos merecemos un buen descanso.
Entramos a nuestra habitación, Estefan me dejó en la cama y se quitó los pantalones, quedándose completamente desnudo, gateo sobre la cama y se acostó a mi lado, me acerque a él y apoyé mi cabeza en su hombro.
—Gracias por hoy—susurre dejando un beso en su cuello.
—Gracias a ti... por estar conmigo—lo mire sintiéndome enamorada una vez más.
En menos de medio minuto estábamos durmiendo.
Buenos dias -tarde o noche-
Espero como siempre que se encuentren de maravillas, que estén siendo felices con lo que hacen y con quien están.
Hoy les traigo el cap del domingo que espero que lo disfruten tanto como yo disfruto escribirlo y subirlo para ustedes.
¡742 besos, abrazos, cariño, apapachos, todo, todo, todo lo que quieran porque se los merece!
Nos vemos el miercoles, preciosidades mias.
Bye, bye.
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VOLVERIA A TI.
RomanceA veces un amor puede estar entre lo imperdible y lo recuperable. A veces no te das cuenta que aunque la tormenta haya pasado, se quedan sus secuelas. Acompáñanos a averiguar lo que quedó de este imperdible amor. Secuela de Imperdible Am...