VOLVERIA A TI.

Capitulo 121

Estaba preparándome para salir, Estefan estaba bañándose y amaba esa sensación de estar por casa mientras que el hombre que amaba se daba un baño y estaba muy sensible pero esa era las consecuencias de haberle tenido lejos por tantos días.

Saque un vestido blanco y puse mis vans a un lado de la cama a la vez que Estefan salía del baño dejando el vapor colarse a su alrededor y parecer el propio Dios griego.

—Si vienes a llevarme no me niego—susurre sonriendo, él se me acercó con media sonrisa.

—Te llevaría y nunca te soltaría—deslice mis manos por su torso desnudo y mojado, suspire casi inconsciente, llenándome de su aroma varonil y menta— ¿Por qué siempre que vamos a salir, me dan ganas de quedarme en casa y estar debajo de las sabanas contigo?

—Porque te dejas llevar por la manipulación de tus hormonas—reí apretándome más a su cuerpo.

—Y tu no ayudas mucho—sus manos se deslizaron por mi vestido, quitándomelo por completo.

—Me gusta colaborar con ellas...

Sus manos se deslizaron por mi espalda y rozaron la tela de mi braguitas mandando electricidad por todo mi cuerpo.

—Te dejare... por ahora—dejó un casto beso mientras que me quejaba.

—Iré a bañarme entonces—susurre entre su boca—Toda mojada...

—Estoy contándolas todas—dijo riendo como si le dolería—Me vengare y se cómo hacerlo...

—No importa—dije dándole la espalda.

—Ya verás cuanto te va a importar... me odiaras—me voltee para encararlo.

— ¿Es eso posible?

— ¿Qué me odies? —asentí queriendo volver a sus brazos—No lo sé...

—Yo no creo—me apoye en el borde de la puerta, analizándolo—Aun si me hicieras realmente, realmente daño... tengo buenos recuerdos contigo y tratar de olvidarte o en el peor de los casos odiarte... no creo que podría, estaría borrando una parte de mi vida, una en la que me ayudaste tanto...

—No creo que te haga daño—su sinceridad tocó cada fibra de mi corazón—Puedo ser un imbécil pero saber que puedo dañar esto que tenemos... me enfermaría de solo pensarlo...

Me quede parada viéndole como una tonta.

—Eso espero—bromee sin ocultar la risa que se abría paso en mi boca—Iré a bañarme porque sino estaré entre tus brazos en un cerrar de ojos.

—No tengo problemas que lo hagas...

—Lo sé por eso tengo que irme—reí dejando la puerta entre abierta, termine de quitarme la ropa interior y me sumergí en el agua caliente que caía sobre mi cuerpo. Salí unos minutos después, Estefan estaba acostado en la cama con sus ojos cerrados, su respiración era lenta y por segundos creí que estaba dormido.

—No estoy dormido...

—No, amor ¿Quién dijo algo? —reí bajito a la vez que abría sus ojos, me quite la toalla y comencé a vestirme frente a él, sus ojos vagaban por cada movimiento que hacía, me puse el vestido y me senté de espalda a él— ¿Me ayudas?

—Quieres asesinarme—susurró ronco, se incorporó y me ayudó a subir el cierre dejándome un beso en la nuca.

—Me debes mucho—reí traviesa—Pero no te preocupes, no soy vengativa...

En un segundo estaba bajo su cuerpo riendo a carcajadas incontrolables, él me veía divertido.

—Eres hermosa—dijo—Afortunado, eso es lo que soy.

—Tonto—mordí mi labio inferior para detener la risa.

—Es la verdad—se inclinó para besarme castamente, roce mi lengua entre su boca, un sonidito ronco salió de su garganta, su lengua se entrelazó con la mía y nos quedamos hay unos cuantos minutos, besándonos y deseando, me senté a horcajadas de él y entrelace mis dedos con su cabello le eche para atrás unos minutos para verle, tenia los labios hinchados y los ojos barbotaban deseo por todos lados.

—Si me torturas por haberme ido... comenzare a disculparme—dijo queriéndome besar de nuevo.

—No te torturo solo quiero que aumente tus ganas de mi—me friccione contra su pantalón haciendo que cerrara sus ojos.

—No hace falta que lo hagas, cariño—me miró con el fuego cruzándole en los ojos—Que tan solo verte aumentan mis ganas de tenerte, de quererte, de amarte y nunca sacarte de mi vida—deje de tirar y deshizo la distancia, sus labios rozaron casi los míos y una risa demoniaca apareció en su boca—Si no paramos ahorita, esa cita de ir a bailar se irá a la basura.

Me levante a regañadientes de sus piernas a la vez que me palmeaba el trasero, me puse los zapatos, me maquille muy poco y me deje el cabello suelto, unos minutos después estábamos camino a cualquier club abierto.