Embarazada ~ 5

11.1K 486 31
                                    

Narra Lali:

— ¿Cómo que te gusto? — le pregunté muy sorprendida. ¿Cómo yo, una chica normal, de pueblo, iba a gustarle a Juan Pedro Lanzani, el chico más popular y fiestero de todos?

— Sí Lali, te estoy diciendo la verdad. Me gustas muchísimo, en serio. Sos preciosa, perfecta. Nunca me había gustado tanto una chica como me gustas vos.

— Solo nos conocemos de un día — dije de forma seria.

— ¿Y qué Lali? Yo creo en el amor a primera vista, ¿vos no?

Me quedé callada. No tenía palabras para responder a eso porque nunca me había gustado demasiado nadie como para enamorarme a primera vista.

— ¿Por qué no decís nada? — me preguntó curioso.

— Déjalo. No tengo ganas de hablar, anda a la fiesta, tengo sueño — claramente, le estaba echando de mi cuarto.

— Quiero estar con vos — se sacó los zapatos y se acostó en mi cama, así como si nada. Como si lo que acabara de hacer fuera la cosa más común y normal del mundo.

— Peter, anda, por favor — le pedí educadamente.

— Vení acá conmigo, a la cama.

— No, en serio, para Peter. Tengo sueño de verdad.

— Vení acá conmigo muñeca — se levantó un poco de la cama y me agarró de los brazos tirándome hacia él.

Intenté forcejear con él, pero eso no dio resultado. Estaba encima de él, y sí, se estaba desnudando. Tras finalizar de desnudarse, comenzó a desnudarme a mí, con suma delicadeza. Aunque, eso no negaba que yo siguiera estando la mar de asustada. Un hombre, el primer hombre después de mi padre que me iba a ver desnuda (claro que mi padre no me había visto desnuda desde que era un bebé de meses). Su aliento olía muy fuerte de alcohol, aunque eso no era lo peor. Lo peor era lo que iba a venir a continuación.

Cuando estábamos los dos desnudos, dimos vuelta, y así, quedé abajo de él. Comenzó a acariciarme el cuerpo de arriba abajo con las yemas de los dedos hasta llegar a mi parte íntima.

— Sos virgen, y sé que no me estoy equivocando.

No hablé, no quería hablar. No quería estar allí, pero no sé porque me estaba dejando hacer eso. De repente, sentí una presión en la zona que me estaba tocando. De nuevo otra presión, y entonces entendí que me estaba metiendo los dedos. Por los comentarios y libros que había leído y escuchado, cuando te metían los dedos antes de "hacer el amor" era para provocar orgasmos, y para preparar a la zona intima para "ese acto" que yo nunca había realizado. "Te dolía menos" o eso decían las que ya no eran vírgenes.

Suspiré hondo. Creo que lo mejor en ese momento sería dejarse llevar. Empecé a gemir por las nuevas sensaciones... sin pensar las consecuencias que podíamos llegar a tener Peter y yo haciendo eso.

— Córrete — me dijo mientras seguía teniendo los dedos adentro de mí.

Apenas sabía lo que signficaba correrse. Hasta que con el descontrol, noté como le mojaba los dedos a Peter.

— Eso es nena, ahora prepárate. Pon una pierna a cada lado de las mías — me ordenó juntando sus piernas.

Obedecí y puse los pies sobre la cama, uno a cada lado de los suyos. Entonces bajó las manos por mis muslos y luego las volvió a subir, acariciándome lentamente:

— Poné las manos en mis rodillas, nena, e inclínate hacia delante. Levantá esa bonita cola que tienes.

Después de unos pocos segundos, empezó a penetrarme. Gemí. Y cada rato que pasaba, me penetraba más fuerte. No me acuerdo de cuánto rato estuvimos así...

A la mañana siguiente, ambos despertamos juntos en la misma cama. La primera vez que dormía con un hombre que no fuera de mi familia.

Pero cuando me di cuenta, fue demasiado tarde. Que yo recordará, en ningún momento, Peter se había puesto un preservativo... así era que no se había cuidado. Menos mal, que siempre estaban las pastillas anticonceptivas, que las iba a pagar él, claramente, porque yo no tenía plata para andar pagando cosas.

Y bueno... por fin, había dejado de ser virgen. Era la una consecuencia que había tenido de momento...

EmbarazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora