Embarazada ~ 74

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Narra Peter:

Salí rápidamente afuera del hospital y agarré mi celular. Esto ya, no podía dilatarse más. Mis hijos tenían que nacer dentro del matrimonio, y no iba a dejar pasar la maravillosa oportunidad que se me presentaba. Porque seguro que con esto, Lali iba a perdonarme.

Llamé a la joyería a la que siempre iba mamá, sabía que era tarde, pero ese hombre, siempre se acostaba tarde, mirando catálogos y arreglando joyas. La suya era una de las tiendas más caras de todo Buenos Aires, y mi vieja era una cliente habitual, seguro que no iba a ponerme ningún problema en exigir el pedido "para cuanto antes":

Marqué su número y le llamé:

— ¿Hola? — atendió. No tenía voz de dormido, ¡menos mal!

— Hola señor Roberts, soy Peter, el hijo de Juan Lanzani — tragué saliva. Después de saber la verdad, me costaba mucho decir que era su hijo, pero aún, no quería desvelarlo —, y Claudia Vargas.

— ¡Ah! Hola Peter. ¿Qué pasó? ¿Algún problema con tus viejos?

— No para nada señor Roberts. Me caso, en muy poco, y necesito el anillo de compromiso, y los dos anillos para el casamiento. Lo más rápido que pueda, por favor.

— Claro Peter... ¿Para cuando los querrías?

— Los de casamiento para dentro de un mes más o menos. El importante es el de compromiso, ese cuanto antes lo tenga, mucho mejor.

— Para mañana, creo, que a última hora, podría tenerlo.

— ¿Sobre las 8 o 9 de la noche?

— Sí, a esa hora más o menos?

Sonreí. ¡Buenísimo! Sabía que el señor Roberts nunca me fallaría.

— Perfecto, me pasaré a por ellos.

— Bien Peter, mucha suerte con el compromiso, por cierto... ¿Pongo la fecha y el nombre de la chica?

— Claro. 19 de agosto de 2015. Y ella se llama Mariana, pero, ponga Lali Espósito, todos la llamamos así.

— ¿El anillo de qué género? ¿Oro, plata... Diamante tal vez?

— Sorpréndame. Quiero el más lindo que tenga.

— Lo haré entonces, Peter. Muchas gracias.

— Y perdón por llamarle a estas horas señor Roberts, pero es un pedido muy urgente. Recién nos perdonamos, vamos a tener dos hijitos, y quiero que todo sea rápido y perfecto a la vez.

— No te preocupes Peter, después de todo lo que se han gastado tus padres en mi tienda y el buen nombre que le han dado... Está todo bien, y felicidades por lo de los nenes, también por lo del compromiso, y ya me dicen si se casan y cuando.

— Seguro que nos vamos a casar señor Roberts. No obstante, rece porque todo salga bien.

El señor Roberts se rió desde el otro lado de la línea.

— Lo haré Peter. Saludá a tus papás de mi parte.

— Gracias, saludos para usted señor Roberts, hasta mañana — corté la llamada y llamé a mi mamá. Ella tenía que ayudar a organizar todo. Antes de que volviera mi viejo.

Mañana por la noche, la pediría casamiento a Lali, en una pequeña y romántica fiesta familiar, ella y yo solos, en mi casa. Velas aromáticas, rosas... Y un regalo para mis pequeños...

-...-

Narra Lali:

Peter fue muy amable de traerme a su casa mientras me recuperaba. Me estuvo cuidando toda la mañana, y su mamá, además de ser muy maja conmigo mientras me trajeron en el auto, se había marchado a hacer no sé qué tareas.

La casa de Peter era enorme. Parecía una casa de cuento de hadas. Todo hermosamente decorado, muy clásico. También tenía criadas con uniforme que me agobiaban con sus preguntas de: ¿Tiene hambre señorita? ¿Necesita algo? ¿Tiene calor? ¿Tiene frío?... Pero, mientras que estaba acostada en la cama del cuarto de Peter, él no se había separado de mi lado ni tampoco me había soltado la mano ni un momento.

— Si alguna vez nos casamos, y cuando terminé de estudiar en la Universidad, te compraré una casa más grande que esta para que vivamos los 4.

— Has cambiado mucho...

— Pensar que te perdía... Me cambió por completo Lali — sus ojos verdes se volvieron acuosos. ¡Oh no! Mi Peter iba a llorar... Mi vida... —. Perderte a vos — colocó su otra mano sobre mi panza —, pensar que les perdía a ellos... No saben lo que les amo a los tres cariño.

— ¿Cuánto? — pregunté divertida.

— Mucho, tonta. Les amo muchísimo mi vida... Pero, ¿quiero saber cuando me vas a perdonar?

Reí:

— Ya queda menos Peter, te aseguro que ya queda menos.

— Está bien — Peter sonrió.

— ¿Cuándo vuelve tu mamá?

— No sé, a la tarde tal vez, tenía que hacer muchas cosas. Vos tranquila, que cuando ni ella ni mi papá están en la casa, yo soy el jefe y todos me obedecen.

— Pobres bebés, todo el rato les vas a mandar...

— No, a ellos no les voy a mandar. Les voy a malcriar. Porque van a ser mis pequeñines... Mis enanos. Por cierto, ¿qué falta por comprarles?

— Emm, la cuna, el carrito para que quepan los dos bebés, y también el cambiador. Y ropa... Tienen mucha, pero ya sabes que los bebés crecen día a día.

— Sí, ya sé. No quiero que a mis hijos les falte de nada, Lali

Sonreí. Gracias a Dios, había vuelto el Peter de aquellas semanas. Lo quería siempre así... No quería que cambiara nunca...

Comimos. La tarde transcurrió muy tranquila. Y llegó la noche:

— ¿Te apetece bajar a cenar a la sala? — me preguntó Peter, quién no se había movido de mi lado en toda la tarde.

— Dale — me ayudó a levantarme, y también con su ayuda bajamos al salón. Allí ya estaba su mamá. Ella sonrió al verme y yo la devolví la sonrisa.

— Hola Lali, ¿cómo te sentís?

— Mejor, gracias Claudia.

— De nada cielo. Peter, tenés lo que me pediste en el sitio que me pediste.

— Perfecto, gracias mamá. ¿La cena ya está lista?

— Falta un rato... Pueden ir a ver la casa con Lali, ¿quieren?

— Obvio, vamos — Peter tiró de mi mano y agarró una chaqueta de lana que tenía colgada en la silla —. ¿Hace frío verdad mamá?

— Sí, Lali, ¿querés que te deje una bata o algo?

— ¿Es que vamos a salir afuera? — pregunté algo confundida.

— Sí, así te enseño el lindo jardín que tenemos.

— Bueno, pero así estoy bien.

— Como quieras cielo — la mamá de Peter sonrió y salió de la sala.

— ¿Vamos Lali?

— Sí, vamos — respondí sonriendo.

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