Embarazada ~ 82

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Narra Lali:

No podía creer que Juan, el falso padre de Peter estuviera afuera de la casa con una pistola. Que ahora, él también quería matarnos. Seguía sin entender el porqué de todo lo que nos estaba pasando. ¿Por qué Dios nos estaba dando tanto castigo de la nada?

— ¿Mamá quieres que salga fuera? — le preguntó Peter a Claudia.

Peter no, él no podía salir. No podía dejarme sola en esta situación, estaba muy nerviosa. Sentía como los bebés se movían adentro de mi panza, ellos también estaban muy nerviosos. No sensación rara, parecía que de un momento a otro iba a desmayarme.

— No Peter, quédate acá con Lali y Euge. Nosotros saldremos, ¿vamos Nico?

— Yo creo que deberíamos esperar, la policía no va a tardar en venir — opinó Nico, y si, tenía razón. ¿Para que preocuparse si la policía no iba tardar nada en venir? Aunque, Nico era un poco cobarde, tenía miedo de salir, pero contando con que estaba amenazado de muerte por Juan desde que Peter había nacido... También era muy entendible.

— Nico, por favor...

— Es mejor esperar Claudia, conocés a Juan, es un hombre peligroso. Lo que no sé, es como nos ha encontrado. Y de verdad, tengo miedo — Nico traga saliva y volvió a hablar —. Claudia lo mejor es esperar, la policía tal vez tarde 10 minutos. Y cuando se le encuentren con la pistola, seguro que se le van a llevar preso.

Peter me miró triste, sabía que no quería a su viejo, pero tampoco quería que se lo llevaran preso. Era muy duro saber que tu padre, aunque no fuera tu padre biológico estaba en la cárcel. Solo porque estaba loco, celoso... porque su mujer le había engañado con otro y se había quedado embarazada de esa misma persona.

Yo aún no conocía al que siempre Peter había considerado como su viejo, pero sí que conocía a Nico, y Claudia le miraba con mucho amor. No sé si en verdad, Claudia había amado alguna vez a Juan, pero lo que si sé es que amaba Nico.

— Dale rápido, en casa hay tres chicos jóvenes y una de ellas está embarazada. Tenemos que actuar Nico, no pensar. No hay que esperar a que venga la policía, puede empeorar las cosas — dijo Claudia.

— ¿Acaso no crees que ya está mal? — la preguntó Nico levantando una ceja —. Afuera está tu marido con una pistola, y con intención de matar a alguien. Para mí, eso es que están muy mal las cosas.

Pero entonces, ya no tuvimos de qué preocuparnos. La sirena de la policía se empezó escuchar por toda la casa, y al mirar por la ventana, vi que estaban fuera. Ya no había peligro, se llevarían a Juan y también a Eugenia.

— Fin de la situación — susurro Nico —. Ya no hay más de qué preocuparse. Ahora vamos fuera Claudia, Peter, sube con Lali Al cuarto. Eugenia, vamos afuera — la ordenó.

Peter me miró:

— Vamos arriba Lali, estaremos mejor.

— Ya sabés dónde está el cuarto de invitados, en cuanto suba las escaleras a la derecha — dijo Nico.

— Ya sabés dónde está el cuarto de invitados, en cuanto suba las escaleras a la derecha — dijo Nico.

Tragué saliva y le di la mano a Peter. Juntos subimos al cuarto de invitados, dejando atrás todo el problema, a sus padres, a Eugenia la loca y a su padre el falso, y también asesino. No entendía como podía haber vivido tranquilo todo este tiempo, porque su familia, era realmente terrorífica, incluida su amiga Eugenia.

Al entrar en el cuarto de invitados, sin sacarme la ropa, me metí directamente en la cama. No tenía ganas de nada, y creía que Peter tampoco:

— ¿Cansada? — me preguntó él.

— Muy.

— Pensé que por ser mi cumpleaños...

— Peter..., ¿en serio me preguntás eso con todo lo que está pasando abajo? Eugenia casi nos mata y a tu mamá la hirió en la pierna. Está loca, y Juan también lo está.

— Lo sé, tranquila, nosotros estamos bien, los bebés están bien, y eso es lo importante.

— Otro día mejor.

— ¿Mañana?

— Ya veremos — suspiré. ¡Qué chico!

— Aunque no lo quieras hacer conmigo ahora, te quiero. Te amo.

Sonreí:

— Yo también te quiero. Te amo. Mucho.

— Nunca voy a dejarles, a ninguno de los tres. Los amo, me han cambiado la vida, ya sabes, yo antes era un chico rudo como me gustaba lastimar a las mujeres, pero desde que tú llegaste a la universidad mi vida cambió para siempre, mi corazón empieza mirar solo para ti, y cambie, por -Nunca voy a dejarles, a ninguno de los tres. Los amo, me han cambiado la vida, ya sabes, yo antes era un chico rudo, malo, me gustaba lastimar a las mujeres, pero desde que vos llegaste a la Universidad mi vida cambió para siempre, mi corazón empezó a mirar solo por vos, y cambié, por vos, por los bebés — él sonrío y me agarro de las manos —, me acuerdo perfectamente del día que me dijiste que estabas embarazada, que llegaste con el test entre las manos. Y sí, me lo tomé muy mal, ya sabés. Pero guardé el test, pensando en que algún día podría llegar a cambiar de opinión, y finalmente lo hice, porque supe que ibas hacer la madre perfecta para mis hijos, porque con vos mi vida iba cambiar para siempre, y lo está haciendo. Gracias amor, de nuevo, por todo.

— Me encanta cuando te ponés romántico, estás tan tierno Peter.

— Vos sí que sos tierna... Tan tierna que me dan ganas de comerte.

— ¿Aún con todo lo que ha pasado y todo lo que está pasando fuera?

— Obvio.

Y justo cuando estábamos a punto de besarnos, alguien tocó a la puerta.

Reí:

— Nos jodieron — susurró Peter sonriendo —. Pase.

Y la puerta se abrió, era Claudia, con los ojos llenos de lágrimas.

— Mamá, ¿qué ha pasado? — Peter se separó de mí, se levantó de la cama y fue a abrazar a su vieja.

— Se ha ido, Juan. Está suelto.

— ¿Cómo? — pregunté confundida.

— Que el loco de Juan esta suelto. Con la pistola en las manos.

Dios mío...

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