Embarazada ~ 96

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Narrador:

Una de las normas de aquel hospital maternal de Buenos Aires, era que los bebés debían dormir en el cuarto distinto al de sus madres. Así que los pequeños recién nacidos, dormían con otros recién nacidos en una habitación grande controlada por enfermeras hasta que les daban el alta del hospital.

Desgraciadamente, el momento del parto se había descubierto. Al recibir Peter la llamada cuando estaba en la reunión sobre su hermanoBautista con el profesor Mariano Martínez, este se había enterado del nacimiento de los bebés al instante, y le había comunicado esta noticia al padre no biológico de Peter, el señor Juan Lanzani, quien nada más saber de todo esto comenzó con su plan, ya preparado desde hace algunos meses.

Durante la estancia de Eugenia en el hospital psiquiátrico de Buenos Aires, el señor Juan Lanzani había comprado a varias de sus trabajadoras con plata para que la diesen a Eugenia un trato distinto y mejor que al del resto de los enfermos. En especial a una enfermera llamada Ángeles, justo con la que Euge pasaba más tiempo.

Así que nada más enterarse de la noticia del nacimiento de los dos nenes, Juan Lanzani se comunicó con Ángeles. El plan estaba listo para comenzar, ese plan que llevaba preparando desde el mes de agosto. Debía llevarse a uno de los bebitos, sin dudarlo. Aunque preferiblemente el nene, Juan Lanzani siempre había odiado a las nenas, y estaba seguro de que el nene sería mucho más fácil de manejar.

Así que, durante el paseo de por la tarde, Ángeles la contó de todo esto a Eugenia y la dejó escapar. Callada, no comentó nada a los superiores del hospital psiquiátrico. Tan solo, al fin de la jornada laboral regresó a casa, y como el hospital no tenía mucha financiación, tampoco disponía de cámaras, para ver el porqué de lo sucedido. No había pruebas de ningún tipo, tampoco ninguna de las compañeras la había visto salir con Eugenia esa tarde, así que nadie podía decir nada.

Eugenia recorrió pues, el camino, que había desde el hospital psiquiátrico hasta la maternidad dónde Lali había tenido, por cesárea, a sus dos preciosos bebitos.

Al llegar a la maternidad, se hizo pasar por una embarazada con riesgo de perder a su bebé, y mientras esperaba en las urgencias, se excusó para ir al baño. Pero, cómo era de esperar, Eugenia no fue al baño, sino que buscó el lugar en el que dormían los bebitos recién nacidos, y justo también, los bebés de Lali y Peter.

Así que subió sigilosamente, y distrayendo a las enfermeras que vigilaban ese cuarto, entró en él, y rápidamente buscó entre las cunitas, para encontrar a los bebés de Lali y Peter. Divisó las dos cunitas juntas, una al lado de la otra: Thiago Lanzani Espósito y Allegra Paula Lanzani Espósito. Agarró al nene en los brazos pero entonces, una fría mano la tocó la espalda:

— ¿Qué carajo está haciendo?

Eugenia se dio la vuelta y vio a una enfermera de mediana edad con cara de enojada:

— Es mi hijo.

— La mamá de ese bebé está descansando en su cuarto — agarró al bebé —. ¡Romina, reténgala hasta que venga el servicio de seguridad! Voy a llevar primero al nene con la mamá, después vengo a por la nena. ¡Qué vergüenza! ¡Ya se roban hasta bebés! ¿Qué pretendía hacer con él? ¿Venderlo a una familia rica? Sí tiene cara de loca... Pero, no nos preocupemos, seguridad va a venir a por ella de inmediato.

-...-

Narra Lali:

Desde que mis pequeños se habían ido de mi lado, no dejaba de pensar en cómo estarían. Pero las enfermeras, no me dejaban tenerlos en el cuarto: "Tenés que descansar, y ellos también tienen que descansar" me dijeron como excusa.

Estaba tan cansada, que cuando se llevaron a los bebés a dormir a un lugar especial que había para ellos en el hospital, me quedé dormida al momento. Peter descansaba en la misma habitación, pero en el sillón, ya que la cama era muy pequeña. Nico y Clau se habían ido a casa con el pequeño Bauti, quién estaba feliz por el nacimiento de sus sobrinitos.

No sé que hora era, cuando una enfermera entró en mi cuarto corriendo con mi pequeño bebé vestido con un pijama azul:

— Señora Espósito ha pasado algo malo.

Me incorporé de la cama frotándome los ojos. Peter también se levantó enseguida del sillón:

— ¿Qué ha pasado enfermera? — preguntó él con tono preocupado.

— Han intentado robar a su bebé. Nos hemos distraído un momento, ha entrado una chica y se lo ha intentado llevar.

— ¡¿Cómo?! — gritó Peter frunciendo el ceño.

Seguro que había sido alguien conocido. Una de esas personas que querían siempre hacernos daño. Se habían metido ya hasta con un recién nacido, un pequeño bebé, que desgraciadamente, era el centro de toda esta tragedia. Ese embarazo, que se había transformado en en dos hermosos bebés, que había desplegado muchísimos problemas.

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