Narra Peter:
Volví a llamar a Lali, una, dos... Hasta siete veces. Y ninguna vez atendió. El celular siempre me decía lo mismo: "Celular apagado o fuera del área de cobertura". Ya pensaba que la había pasado algo, eso, o que se había enojado conmigo por alguna cosa.
Al regresar a la Universidad, me fui a mi cuarto y dejé la bolsa con la ropa del bebé dentro del armario. Me tiré en la cama y comencé a hablar solo:
— Para una vez que lo estaba haciendo bien, ella desaparece. Tengo muy mala suerte en esto de ser padre...
¿Y si Lali había desaparecido para siempre? ¿Y si nunca más volvía y yo no conocía al pequeño Lanzani? Ay Dios... ¡No! ¡No podía pasarme eso!
-...-
Al día siguiente
-...-
Narra Lali:
Aún estaba en la cama, acostada. El día de ayer había sido demasiado largo. Y ni siquiera había podido actualizar el blog. Encendí el celular: 7 llamadas de Peter. Ay Dios... El pobrecito Me ha llamado. ¡Qué lástima!
Pero de repente, el que sonó fue el teléfono de mi cuarto. Atendí:
— ¿Si?
— Mariana Espósito tiene visita, abajo. Su hermana, Ana Espósito, quiere verla.
— ¡¿QUÉ?! — grité. Acababa de atragantarme con mi propia saliva. ¿Mi hermana?
— Sí señorita, su hermana. Pide subir.
— Emm... Es que estoy en la cama aún.
— Digo que suba en 5 minutos, señorita — y la muy tarada de la recepcionista cortó la llamada.
Fui corriendo al baño tan deprisa como pude y me maquillé un poco. Tenía mala cara porque apenas había podido dormir bien aquella noche. Me saqué después el short del pijama y me puse un jeans, y de arriba un top en color verde menta, apenas se me notaba la panza todavía. Y entonces fue cuando tocaron a la puerta:
— ¿Ana?
— Sí Lali soy yo.
Corrí y abrí la puerta:
— Hola hermanita — la dediqué una falsa sonrisa. Ni siquiera sabía porque estaba acá.
— Hola.
Uy, a Ana la pasaba algo porque estaba muy seca. Más que de costumbre. Mi hermana cuando estaba seca, estaba seca.
— Pasa.
Ella pasó y se sentó en la silla del escritorio. Yo me senté enfrente de ella, en medio de mi cama toda deshecha.
— ¿Cómo es eso de que estás embarazada?
Tragué saliva.
— Te dije ayer que soy virgen aún, Ana.
— Y ayer mismo Eva me confirmó tu embarazo.
— Eva está equivocada, yo no estoy embarazada — Eva era una idiota. No iba a volver a hablarla en toda mi vida.
— No hagas que te lleve al médico como cuando eras pequeña. Dime si estás embarazada.
— ¡No! — yo lo seguía negando. No pensaba, por nada del mundo, en decirle a mi hermana lo del bebé.
— Además me dijo que no sabías quién era el padre. Lali, por favor, no te voy a retar. Pero dime la verdad, por el amor de Dios.
¿QUÉ? ¿Cómo que yo no sabía quién era el padre? ¿Pero qué clase de mentirosa era Eva?
— ¡Ana basta ya!
Entonces, alguien tocó a la puerta. ¡No, otro más no!
— ¡Lali abrí! — era Peter. ¡Oh no, él que faltaba!
— ¿Quién es? — preguntó Ana mirando a la puerta.
— Emm... — dudé — un amigo.
— ¿Qué clase de amigo?
— Un amigo normal de la Universidad, Ana.
— ¡Lali! — Peter seguía gritando y golpeando a la puerta a la vez. Ay Dios, no sabía cómo arreglar esto. Seguro que Peter venía a pedirme explicaciones, y a traerme la ropa del bebé, y mi hermana delante. Esto era horrible.
Entonces fue, cuando Ana se levantó y abrió la puerta. Peter pasó rápidamente, me miró y después miró a Ana.
— Hola, amigo de mi hermana — dijo Ana dándole un beso en el cachete como bienvenida. Era demasiado estúpida a veces.
— Hola, Lali, ¿cuándo podemos hablar a solas?
— Emmm... Cuando Ana... Se — tragué saliva —, se vaya.
— Si quieren me voy ya, hablamos luego, Mariana — dijo mi hermana con voz de enojo y después salió de mi cuarto.
Peter me miró enojado y se sentó en la silla dónde estaba mi hermana sentada antes:
— ¿Y la ropa del bebé?
— ¿Es lo primero que me decís? La ropa del bebé está en mi cuarto.
Lo miré... "Lali no seas buena, él te ha lastimado mucho".
— Es lo único que me interesa de vos ahora mismo.
Él negó con la cabeza:
— No me voy a ir de acá hasta que me des una explicación coherente de lo que te pasó ayer por la tarde, Mariana
— No debo darte ninguna explicación... Yo soy una mujer libre.
— ¿Por qué me dejaste tirado en la tienda?
— Porque sí.
— Esa respuesta no es válida.
— ¡Sí lo es!
Él se acercó un poco a mí:
— No lo es — me respondió sin levantar el tono de su voz.
— Peter...
— Lali — él se acercó otro poco más a mí y comenzó a besarme. Y sí, por muy mala que quisiera ser, siempre me ganaba el corazón más que la cabeza. Y ahora estaba besando a lo que hasta hace unos días odiaba, Juan Pedro Lanzani... El papá de mi hijo.

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Embarazada
FanfictionUna novela Laliter. Ella, una chica de clase media, estudiosa y buena persona. Él, un mujeriego que quiere llegar a los 500 encuentros sexuales antes de los 20 años. ¿Podrán estar juntos algún día?