Embarazada ~ 31

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Narra Lali:

Y al fin se acabaron las clases de ese lunes negro de abril. Tenía que pedir cita para el ginecólogo, y sí, también para otros análisis. Y lo peor de todo era, que no tenía ni idea de dónde iba a sacar la plata, porque apenas tenía 2000 pesos y la debía 5000 a Ana para finales del mes.

Una de dos: O le pedía ayuda a Peter, o empezaba a trabajar como prostituta. Y les aseguro, la segunda y última opción no era de mi gusto. Así que, bueno, tendría que aceptar la primera aunque no me hiciera ninguna gracia.

Y de regreso a mi cuarto, me encontré con Candela. Sí, la amiga de Peter y la ex de Agustín Sierra. La que era aún virgen. Y no pasaba nada por ser virgen aún. Yo lo seguiría siendo si esa noche me hubiera resistido al 100% con Peter.

— Hola Lali.

— Hola Cande — la dediqué una sonrisa pero ella dejo de mirarme rápidamente. Uh, estaba enojada —. ¿Todo bien?

— Sí, ¿vos? ¿Qué tal con Agus?

— Solo nos besamos una noche, no hubo nada más Cande. Te lo aseguro.

— Agustín no es una buena compañía. A mí me metió los cuernos — me dijo simplemente. Sin darme alguna otra explicación, guau... Era demasiado clara.

— No sabía — mentí.

— Ahora ya lo sabes. ¿Tu bebé?

— Está bien — me acaricié la pancita. Apenas se notaba.

— Me alegro por él. Hay dentro al menos no tiene problemas — revoleó los ojos.

¡Y qué razón tenía Candela! Al menos mi bebé estaba ajeno a mis problemas, a los problemas que teníamos los adultos. Él estaba seguro a dentro de mi panza, tranquilo. Ignorando cualquier cosa mala... En cambio, cuando llegara al mundo exterior, millones de lágrimas comenzarían a caer por sus mejillas cuando se enterara de todo lo que había ocurrido mientras él estaba en mi vientre. Y lo peor, peor casi que el inicial odio de su padre, la amenaza de su tía. Ana... Ana estaba haciéndome la vida imposible, me estaba pidiendo plata que yo no tenía... ¿También quería que me violarán? ¿Qué mi pequeño jamás pudiera salir a la calle? Sí, eso quería. Quería lo peor para su propia sangre.

Y finalmente, sin intercambiar ninguna palabra más que no fuera: "Hoy hace un buen tiempo", llegamos a mi planta. Yo bajé y ella se despidió con un seco: "Adiós". Bueno, por lo menos, aunque fuera desagradable, ella no me había hecho daño, como a diferencia de otros. Entonces, comencé a dudar: "Ir a ver a Peter y contarle todo, o no ir a verle y contárselo en otro momento". Y al ver que mi blog, debía seguir avanzando, opté por la segunda y fui directamente a mi cuarto.

Cuando lo abrí ya había recaudado más de 200 pesos. No creo que llegara a los 5000 antes del 30 de abril, así que estaba más perdida que Alicia en el País de las Maravillas. Cerré los ojos, para concentrarme, y al rato comencé a escribir en él:

Embarazada - 1º Parte - Lunes, Día 20 de Abril de 2015

Siento no haber podido escribir ayer, tuve un día bastante ocupado. El día de hoy tampoco está siendo un buen día. Sí, las madres solteras siempre tenemos problemas, de plata, de esperanza... ¿Por qué... Quién quiere a una mujer con un hijo ya? O peor... ¿Quién quiere a una novia que está embarazada de otro? Son piezas de puzzle que nunca encajarán.

Y es por eso, mi soledad, por lo que me siento así, terriblemente angustiada y dejada. Ahora mismo, tan solo cuento con el apoyo de la pequeña vida que se está formando adentro mío. Muchas veces pienso, ¿le contaré de todo esto cuando nazca? Y si se lo cuento... Pero se lo toma mal, me odiará toda la vida. Imaginad, un día del Padre, y a todos sus compañeritos saliendo con los regalos que les mandaron hacer las profesoras, pero él... ¡No se lo puede dar a nadie porque la estúpida de su mamá no le supo dar lo que en verdad necesitaba! Sí, las que sean madres solteras me pueden comprender.

He aprendido estos días, que no contaré con el apoyo de mi familia. Una madre soltera siempre es la vergüenza de unos padres que han intentado darla la mejor educación. Es la ruina de una familia decente. Es por eso, que cuando se enteran de que estás embarazada, automáticamente te rechazan, y además, siendo una persona joven. Somos cualquiera que nos hemos acostado con otro por calentón. Sí, eso piensan mis padres de su pequeña descendiente, de aquella niña que hacia algunos años que aún jugaba a ser una princesa, y a tener miles de hijos con el príncipe azul. Y vivir en un castillo, grande y blanco... Pero sus sueños se tiñen de negro, y ya no hay castillo grande y blanco, ni príncipe azul, tan solo malas caras y escasez de plata.

Un beso muy fuerte, una de tantas: EMBARAZADAS

(Cada visita tendrá el valor de 2 pesos, abonarlo en tarjeta de crédito cuando se entra en la página. En el sobrecito rosa de la izquierda se admiten donativos. Soy madre soltera y actualmente no puedo trabajar porque soy estudiante. Gracias)

Al terminar de escribir mi duro testimonio, un par de lágrimas cayeron por mis mejillas. Dios... Hacía unos meses que mi vida era la de una adolescente normal, también virgen, a la que no la gustaba mucho salir a bailar, pero si al cine o de compras con sus amigas, a la que la gustaba leer libros de literatura clásica, y que estaba enamorada de los protagonistas de sus libros. Hasta que llegué a la Universidad, y Juan Pedro Lanzani comenzó a ser el protagonista masculino de la novela. Todo se volvió oscuro y mi vida se convirtió en una novela realista del siglo XIX.

-...-

Narra Peter:

Seguía acostado en la cama, sin pensar absolutamente en nada, hasta que mi computadora de Apple sonó como muestra de una actualización.

Me levanté rápidamente y miré de que se trataba: ¡LA PÁGINA DE LA CHICA EMBARAZADA!

Rápidamente, entré al blog con un click y me sumergí en sus duras palabras. Oh, Dios mío... Pobrecilla. El padre se su bebé era un hijo de puta, Si yo fuera ella lo hubiera matado ya. Porque yo al menos, estaba tratando de cambiar para acercarme tanto a Lali como a mi hijo. Aunque no diera resultado en un futuro, pero lo importante era intentarlo, ¿o no?

Al final, pulsé los comentarios y escribí:

"Seguramente todo va a salir bien. Tranquila, todos los que te seguimos en el blog estamos con vos. Un beso."

Por lo menos, quería hacerla saber que contaba con mi apoyo.

Después cerré la sesión de la computadora y volví a acostarme en la cama, a ver la vida pasar. Hasta que se me vino a la cabeza, la idea de llamar a Lali. Sabía que estaba enojada conmigo, pero quería informarme sobre su estado de ánimo. Así que pulsé su número en los contactos y la llamé:

— ¿Qué querés? — fue lo primero que dijo al atender.

— Hablar.

— No tengo ganas de hablar — su voz sonaba cansada y ociosa.

— Bueno, solo dime como está mi hijo.

— Está bien.

— ¿Y vos? ¿Estás mejor después de lo que pasó con Ana y conmigo?

— No quiero hablar de mí — y entonces cortó la llamada.

Dios... Estaba empezando a cansarme ya de su jueguecito. La estaba prestando mi ayuda y ella me la negaba una y otra vez. Se me estaba terminando la paciencia.

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