Narra Lali:
Había pasado la noche. Sí, y yo todavía no había dejado de llorar. Toda mi bonita historia, la que llevaba formando desde que había venido a Buenos Aires, se había derrumbado. No sabía como volver a construirla. Ahora estaba sola con mis bebitos. Nadie más estaba conmigo.
Me bañé, me vestí y me peiné, y sin desayunar, me fui al hospital. Necesitaba estar con mi papá y mi hermano, las dos únicas personas, junto con mis hijos a los que de verdad quería.
Al llegar al hospital, compré un vaso de leche con azúcar en la cafetería, y eso fue lo único que tomé para desayunar. No tenía mucho hambre en verdad. Después subí hasta la planta en la que mi papá estaba internado y fui a su habitación.
Al verme entrar, sonrió:
— ¡Por fin alguien que viene a verme esta mañana!
Me extrañé cuando dijo eso. ¿Y mi hermano?
— ¿Y Pato?
— Anoche se marchó y aún no ha vuelto.
Eso era muy extraño. En mi hermano era demasiado raro que dejara a mi viejo solo en el hospital. Estos días, habíamos estado entre los tres, pero mi papá nunca se había quedado solo. Pero ahora... ¿Qué había ocurrido?
— ¿Llamó? — pregunté.
— No, tampoco llamó.
— ¿Lo llamo?
— Sí, llamalo. Estoy preocupado mi amor. Por cierto, con tanta cosa me olvidaba, ¿cómo estás? ¿Cómo va la panza?
— La panza va bien, y yo estoy bien también — mentí en eso último. Tenía ganas de tirarme por un puente, literalmente.
— ¿Y Peter cómo anda?
El fuego acaba de estallar. Justo había pronunciado la palabra que no tenía que pronunciar. No tenía ni ganas de verlo, ni ganas de saber de él. Por mí, cómo si se mataba, me iba a dar igual. Vivo o muerto, no lo quería más. El primer hombre, en toda mi vida, que me había pegado. Y eso no iba a perdonárselo.
— ¿Vos? ¿Bien? — ignoré la anterior pregunta de mi viejo para no acordarme de Peter.
— Y sí... Las enfermeras de acá siempre me cuidan muy bien. Y el doctor vino esta mañana para decirme que tal vez mañana o pasado mañana ya pueda salir del hospital.
Sonreí:
— Eso es buenísimo papá. Me alegro mucho. ¿Viste? Al final te has recuperado y estás ya bien de vuelta. Te dije que te ibas a curar — me senté en la cama y le agarré de la mano.
— Sí, bueno, llama a tu hermano. Y a tu hermana también si podés, quiero hablar con ella, se fue sin despedirse.
— Ya los llamo, primero a Pato y después a Ana.
Agarré el celular y marqué el número de Pato. Él atendió segundos después:
— Lali.
— Hola Pato, ¿dónde estás? Papá y yo estamos preocupados.
— Está todo bien, ¿estás con papá?
— Sí está a mi lado.
— ¿Podés irte del cuarto?
— Emm sí, espera — corto la llamada —. Papá, estoy un poco mareada. Voy al baño, ¿si?
— Bueno. Tranquila mi amor, sabes que esto es algo de lo más común.
— Sí papá, lo sé. Uso los baños de afuera, así si vomito no dejo olor — le di un beso en la frente y fui al baño del hospital, pero no el del cuarto de mi papá, sino a los comunitarios de la planta de urgencias. Me encerré en uno de los baños y volví a llamar a Pato.
— ¿Ya no estás con papá?
— Sí, ya no estoy con él.
— Pues... Ayer detuvieron a Ana.
¿KI?
— ¿Qué? Pato... ¿Cómo se han enterado tan rápido?
— Yo la delaté...
— ¡Pato! ¡Es tu hermana! ¿Cómo pudiste?
— Es mi hermana pero se comporto como una criminal, y ahora va a tener su castigo.
Suspiré.
— Papá va a morirse cuando se entere... Pato, debiste esperar un poco más. Esta feliz porque mañana igual vuelve a casa, y vos lo arruinas todo.
— No arruiné nada, Lali. Todo va a salir bien.
— Va a ir presa, yo no le llamo a eso "salir bien".
— Bueno, una buena noticia sí que es que Eugenia también esta presa. Las dos juntas están presas. Igual Ana reconoce que fue ella y va menos años presa, o la ponen una multa económica... No sé que puede pasar, el juicio es mañana.
¡NO PODÍA SER! Todo nos salía mal ahora. Justo tal vez, a la misma hora que a papá le daban el alta, Ana tenía que declarar en el juzgado... Además lo de Peter... El problema económico que teníamos encima, todo era horrible.
— ¿Con qué plata van a pagar la multa, Pato?
— Podemos pedirle el dinero a Peter por adelantado.
— ¡NI EN PEDO! — exclamé.
— Vamos a devolvérselo.
— No van a pedirle nada a Juan Pedro, Pato. Nada de nada. Así que tendrá que ir presa, se acabó.
— Bueno, estás un poco frustrada, ¿no?
— Lo estoy, ¿y qué?
— Podrías calmarte un poco, lo primero porque estás embarazada, y lo segundo, porque si papá te ve así, va a notarlo y no va a parar de preguntar hasta enterarse.
— Bueno, ¿Ana tiene el celular?
— No.
Mierda.
— Papá quiere hablar con ella.
— Yo tengo el celular de Ana.
— Pues hay que arreglar esto de alguna manera. Y vos vas a arreglarlo, eso por acusar a nuestra hermana a la policía sin esperar. Y vení al hospital, lo antes que puedas. Papá quiere verte.
— Voy para allá.
Sin duda, estábamos metidos en un buen lío.
-...-
Flashback:
Juan Lanzani apuntaba a su mujer embarazada de 7 meses con una pistola en la sien. Estaban solos en la casa. Era tarde y el servicio estaba durmiendo en su caseta especial que estaba a algunos metros de la casa dónde ellos vivían. Claudia apenas había gritado o había dicho algo, porque sabía que en cuanto dijera algo, Juan dispararía.
— ¿De quién es?
Claudia seguía callada.
— Sino hablas, voy a matarlos, a los dos. Y voy a matar a todos tus amigos varones hasta a encontrar al responsable.
— No fue mi intención — susurró Claudia muerta de miedo.
— ¿Ah no? — Juan movió la pistola hasta ponerla en la panza —. Explícame que es esto entonces.
— No le hagas nada por favor.
— ¡DECIME DE QUIÉN ES CLAUDIA VARGAS! ¡DECIME QUIÉN ES EL PAPÁ DE ESTE BASTARDO!

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Embarazada
FanfictionUna novela Laliter. Ella, una chica de clase media, estudiosa y buena persona. Él, un mujeriego que quiere llegar a los 500 encuentros sexuales antes de los 20 años. ¿Podrán estar juntos algún día?