Narra Peter:
Pensé que no. Que lo que me había dicho Lali no podía estar ocurriendo. Era algo terrible. ¡MI MEJOR AMIGA! ¡SU PROPIA HERMANA! Pero sobretodo... A mí me dolía lo que había hecho mi mejor amiga. Eugenia... Nos conocíamos desde que éramos dos nenes. Siempre habíamos sido amigos. Ella me apoyaba en todo, y yo la apoyaba en todo a ella. Era mi alma gemela, mi todo. Nunca sentía de verdad la soledad, cuando mis padres me dejaban solo para vivir su vida por separado. Yo la llamaba a Euge, y ella estaba allí. Dándolo todo porque yo no estuviera triste. Nunca había ocurrido, pero si la hubieran hecho algo malo, yo me hubiera encargado de vengarla... Y ahora esto. No me lo podía creer. Había intentado matar a otra de las personas, que en poco tiempo, había comenzado a amar. La mamá de mis dos pequeños, Lali. Era una auténtica pesadilla hecha realidad, y no sabía como enfrentarla. Era algo realmente duro.
— Peter — me dijo Lali. Sí, llevaba callado un buen rato. Pero de veras, no sabía como reaccionar ante semejante salvajada. Mi mejor amiga... No podía estar sucediendo...
— Lali, no estoy bien.
— Sé que no estás bien. Esto es duro para los dos. Nunca pensé en que mi hermana quisiera matarme. En absoluto. Siempre fuimos, una... Me crió como si fuera mi mamá...
— Euge fue más que mi mejor amiga, hace meses era como mi hermana, mi apoyo, mi todo. Y desde que vos estás embarazada, yo ya no soy nada para ella. Va contra mí en todo, Lali — una lágrima cayó por mi mejilla —. No sé si es porque está celosa, o porque se volvió loca... No lo sé. Pero Eugenia necesita ayuda. Esto no puede volver a ocurrir.
— ¿No estás enojado?
Negué con la cabeza:
— Me da pena.
— Han podido matarme. Y lo peor, la vida de mi padre ha corrido peligro por culpa de tu amiga la hueca.
— ¡Ya lo sé! — grité —. También estoy enojado, pero me da pena porque pienso en nuestra amistad, ¡no existe! Ya no hay nada, Lali. Para ella, yo ya no soy nada. Y me duele, estoy mal por eso.
— Yo también estoy mal por lo que ha ocurrido con mi hermana, y no me pongo a gritar como una loca en un hospital. La gente acá, está porque está enferma, y debemos respetar su situación, y no ponernos a gritar como locos.
— Lo siento...
— Si querés vamos afuera, tal vez tomar el aire nos haga bien. Creo que lo necesitamos. Descargarnos un poco. Llevamos unos días de mucho mucho dolor... Mi hermana, Eugenia... Mi viejo que no sabía como iba a despertar del desmayo... Los bebitos...
Asentí con la cabeza:
— Anda a avisar a tu hermano, te espero en la puerta del ascensor.
Lali volvió a dentro y yo caminé hasta el ascensor.
Mi vida... Había dado un giro de 180º. Antes, yo era un chico popular, que vivía de fiesta en fiesta. Que tenía a los mejores amigos, a las mejores minas. Llevaba ya casi 1 mes sin salir de fiesta. Había peleado con mis amigos. Y las minas no me daban bola. Estaba por ser papá. Dentro de 7 meses tendría dos bebés a mi cargo que no pararían de llorar durante todo el día hasta los 3 años. Y cuando ya nos liberáramos un poco de la carga de los hijos, estarán por acabar la carrera y tendría que ponerme a trabajar. Casi 4 años perdidos por no ponerme un puto condón, y porque ella no quiso tomarse la puta pastilla.
Lali me gustaba, me estaba enamorando de ella y la quería mucho. Pero sí, en verdad ella había cambiado mi vida. A mejor, o a peor, aún no lo sabía. Ahora el mujeriego tenía novia y el resto de minas no podía acercarse si no querían llevarse una piña de la petisa. Y yo no quería acercarme tampoco, ya lo vieron con Brenda. Era un chico con novia. Tenía que serle fiel. Estaba cambiando, por ella, por los nenes, por mi "bien". Pero una cosa, debía dejar de cambiar. Mis amigos: Candela, Agus, Pablo, Mery... Llevaba muchas semanas ignorándoles. Y no, eso no podía cambiar. Ellos, ellos sí debían volver a mi vida. Y Eugenia, tenía que aclarar las cosas con ella.
Y yo, seguía pensando en todo el cambio de mi vida. Cuando Lali llegó:
— ¿Bajamos?
— Sí, bajemos — la respondí. Juntos subimos al ascensor y fuimos hasta la planta baja. Miré a Lali. Hoy podía ser un buen día para salir a la noche. Mis amigos seguro que estarían dispuestos, o incluso ya iban a salir. Además, Lali tenía que celebrar la tan excelente recuperación de su viejo. Y tenía que olvidar las penas, lo que había pasado con su hermana y con Eugenia. Sí, tenía que olvidarse de eso.
Al salir afuera, nos sentamos en un banco. Teníamos unos jardines en frente y el hospital a la izquierda.
— Lo de mi hermana me ha afectado mucho.
— Lo sé — la abracé por el hombro —, a mí también me ha afectado lo de Eugenia, pero hablaré con ella.
Me miró:
— La policía está investigando y puede que vaya presa, al igual que mi hermana.
Cierto. Pero, debía sacarla a Lali toda la pena y la tristeza en la que estaba sumida aquel día.
— Cambiemos de tema, mi amor — dije —. ¿Qué te parece si llamo a los chicos y salimos hoy a bailar un rato? Así celebrás la recuperación de tu papá, ¿te parece? Y también te olvidas un poco de todo lo que ha pasado.
Lali hizo puchero:
— No tengo muchas ganas, Peter.
— Dale mi amor. Va a venir Cande, no te llevas muy mal con ella. Y así, también hablas con Mery, sabés que es una chica muy buena.
— Está bien — dijo. Pero no estaba muy convencida.
— Te ponés lo mismo que en la cena, estarás hermosa — la di un beso en la sien, y ella sonrió por primera vez en aquella tarde. En aquella triste tarde de otoño... En la que las sombras de las personas a las que más queríamos, se habían vuelto oscuras.
-...-
Narra Pato:
Mi padre estaba por dormirse, ya había cenado además. Mi hermana había llamado para decirme que se iba con Peter a bailar para despejarse un poco. Y de Ana no sabía nada. Pero esperaba, que cuando mañana volviera al hotel, ella ya no estuviera allí. Porque realmente, solo tenía ganas de pegarla una cachetada por todo lo que había hecho. Por casi destruir a nuestra familia.
De repente, tocaron suavemente a la puerta. Me levanté y abrí. Ups, era la policía.
— ¿Sos el hijo de Carlos Espósito?
— Sí, esperen — cerré un poco la puerta y le dije a mi papá —: Papá, ahora vengo.
— No creo esperarte despierto. Buenas noches, hijo.
— Buenas noches, papá — salí del cuarto y cerré. Dos policías, algo más altos que yo, estaban delante mía, mirándome seriamente.
— Venimos a hablar con usted sobre la intoxicación que ha sufrido su papá.
— Sí.
— Nos puede revelar algún dato, ¿tenía problemas con alguien?
— No. Mi papá es el entrenador de fútbol del equipo del pueblo. Todo el mundo allí le aprecia. Nunca tuvo problemas con nadie.
Uno de los policías sacó una libreta y empezó a apuntar, mientras el otro, siguió haciéndome preguntas:
— ¿Sabe usted quién ha podido ser?
Sí, lo sabía.
— El culpable ha dicho esta tarde quién era y por qué lo hizo.
— ¿Y quién ha sido, señorito Espósito?
— Ana Espósito, también con la señorita Eugenia Suárez. Trataban de lastimar a mi hermana pequeña, que está embarazada. Pero, mi viejo se tomó la pastilla.
— ¿Ana Espósito?
— Sí. Ana, mi hermana mayor.
No podía cubrir a una persona culpable. Ana se lo había buscado, y ahora, se lo iba a tener bien merecido.

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Embarazada
FanfictionUna novela Laliter. Ella, una chica de clase media, estudiosa y buena persona. Él, un mujeriego que quiere llegar a los 500 encuentros sexuales antes de los 20 años. ¿Podrán estar juntos algún día?