Embarazada ~ 7

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Narra Lali:

Cuando llegué a mi cuarto, me tiré en la cama y me puse a llorar. Decenas de lágrimas cayendo por mis mejillas. Hacía mucho tiempo que no lloraba. Desde que se había muerto mi perro cuando yo estaba en primer año de secundaria.

Era una persona fuerte, dura, que no lloraba con mucha facilidad, pero ante tal situación no podía dejar de derramar lágrimas. Positivo. Embarazada. Embarazada de un monstruo. ¿Qué papá le iba a dar a mí pobre bebé? Abortá me dijo el bestia. Como si nuestro hijo fuera un animal, una cosa sin sentido ni vida. Mi panza ya tenía una vida dentro, y no iba a matarla porque el tarado de su padre quisiera ese destino inmundo para él.

Ahora me faltaba contárselo a mi familia. De ser el mayor orgullo del pueblo, pasaría a ser la mayor vergüenza, con el padre de mi bebé negando su condición. ¿Podría haber algo peor? ¿Qué había hecho yo mal? Un chico no quiere cuidarse, y ahora tengo yo que responsabilizarme del problema. Mi familia tenía la plata contada, no podía dedicarse a pagar los gastos de un bebé no deseado como iba a ser el mío.

Y ya me había dicho Peter, que si se lo decía a alguien de sus amigos, podría hacerme algo malo. Pero yo, en ese momento, necesitaba contárselo a alguien, a quien fuera, pero tenía que desahogarme. Contarle mi situación. Mi embarazo, con un padre que no quería saber nada ni de mi ni del bebé, que no me amaba, y que se había acostado conmigo por diversión... y no se había querido cuidar, eso estaba claro. El porqué no lo sabía...

Me fui a la biblioteca, por lo menos, aunque no tenía nada que estudiar, allí estaría distraída. Al llegar, me senté en la sala de lectura y escogí un libro de la literatura inglesa. Finalmente me decidí por "Oliver Twist", aunque le había leído mil y una vez, me seguía gustando. Además, no era un libro romántico, y justo era lo que necesitaba. Aunque, si que hablaba varias veces de la maternidad: la muerte de la madre al principio del libro, lo que siente la prostituta por Oliver, como lo cuida, y al final del libro, la tía, Rose Maylie. Podría jurar que nunca se hará una obra tan buena como lo es esta.

Al salir de la biblioteca, vi a Eugenia, una de las amigas de Peter supongo, pues estaba en la fiesta. Yo no me dirigí a ella, pero ella vino a mi, a saludarme cordialmente:

— Hola emm... no me acuerdo de tu nombre.

— Lali.

— Eso es, Lali — me dio dos besos —. ¿Todo bien? ¿Cómo te van las clases?

— Bien, ¿y a vos? ¿Qué estabas estudiando?

— Peluquería, pero no acá. No es un grado universitario. Me quiero dedicar al estilismo, en el fondo es lo que me gusta.

— ¿Dónde vivís?

— Unas calles más abajo de la Universidad, cerca de la escuela donde voy a clase. Yo soy de la Plata. Me conocí a Peter porque estuvimos estudiando en el mismo colegio todos los años de la secundaria. Siempre ha sido mi mejor amigo.

Ya había sacado el tema del señorito estúpido. Así acrecentaba más mi odio en el silencio.

— Ah — dije tan solo.

— ¿Vos estabas estudiando letras no?

— Filología inglesa — dije. Odiaba que a mi carrera la dijeran letras, porque no era solo un idioma, era estudiar la literatura, todo lo de ese país. Toda la lengua, los fonemas... etc.

— Ah... y perdón que te pregunte... ¿Con Peter aquella noche, hicieron algo?

¡Qué la importaba!

— Emm...

— Desgraciadamente sé el secreto de Peter, me lo contó hace poco. Pero me siento demasiado inútil para pararlo...

— ¿Qué secreto? — pregunté sorprendida.

— El del cuenta-ganados, ¿no viste el aparato?

Negué con la cabeza.

— Olvida lo que te dije entonces.

— ¡No! ¡Contame! Tu amiguito me llenó la cocina de humo.

— ¿Qué? — preguntó ella sin entender nada.

— Que me dejó embarazada, eso es lo que pasó Eugenia.

-...-

Narra Peter:

Me golpeé la cabeza muchas veces seguidas hasta el dolor me dijo basta. Yo pensaba que las vírgenes no podían quedarse embarazadas. Que la leyenda era verdad. Pero esta vez, pareció no ser verdad. Iba a ser padre. Y aunque no me hiciera cargo, iba a tener un hijo perdido por el mundo, a saber en qué lugar. Pero no importaba, ahora lo que me preocupaba era que nadie se enterara de la existencia del embarazo de Mariana Espósito. Esa persona, mujer por no decir nena, que quería contarle a todos mis amigos que yo la había dejado embarazada. ¿Qué iban a decir mis amigos? ¡Se iban a reír de mí! El primer papá de la pandilla, y además de la chica menos popular de toda la universidad, la chica a la cual nadie miraba. No era fea, claro que no, pero no era popular, había sido virgen hasta hace poco, era una vergüenza de persona. Una becada, una chica de campo... No, mis amigos no debían saber sobre que iban a ser tíos. Era de lo último que se tenían que enterar.

De repente, mi celular empezó a sonar... Y aunque no quería atender, porque no tenía ganas de hablar con nadie, finalmente tuve que hacerlo:

— ¿Si?

— ¡Peter! — distinguí la voz de Euge desde el otro lado de la línea —. Me encontré con Lali en la biblioteca... y me contó lo vuestro.

— ¡Ah sí! Estuvimos juntos.

— Ya lo sabía eso... Vamos lo intuía, pero no me refiero a hacer el a... eso, sino lo del b...

La interrumpí:

— ¡No digas esa palabra! ¡Y mejor que no le digas nada a nadie de lo del mocoso! ¡Porque entonces voy a contar cosas de tu familia y de vos que sabes que no te van a gustar!

— Peter, es tu hijo... — Euge susurró. Pero yo directamente corté la llamada. Nadie podía entrarse, nadie más. Ahora mi objetivo era que echaran a Lali de la universidad, no podía seguir diciendo lo del nene.

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