Embarazada ~ 29

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Narra Peter:

Pasaron unos segundos, y Lali y yo nos seguíamos besando. Y Dios, para tener poca experiencia, que bien besaba...

Al final, ambos nos separamos y nos miramos:

— Lo siento — musité.

Ella dejó de mirarme:

— Tengo que ir a clases, y debo hablar con Ana. Tengo que explicarla algunas cosas.

— ¿Ya sabe lo del bebé?

Lali volvió a mirarme, suspiró y asintió con la cabeza:

— Desgraciadamente sí. Eva se lo contó todo, y bueno... Después se lo confirmó. Y también la dijo que yo no sé quién es el padre.

— ¿Qué? — respiré hondo —, menos mal.

— ¿Cómo que menos mal? — me preguntó con voz de enojo.

— Así no me retan a mí.

— Tarado.

— Es una broma. No te pongas así — puse los ojos en blanco —. Aún no desayuné, voy a clase después. Y esta tarde nos vemos.

Ella tan solo, asintió con la cabeza:

— Bueno. Chau.

— Chau — salí de su cuarto. Y afuera, extrañamente estaba la hermana de Lali, Ana.

— ¿Sos vos el padre del bebé?

Dios, era una acosadora. ¿Había estado escuchando detrás de la puerta?

— Que te importa — le dije secamente.

— Mi padre es entrenador de fútbol, está fuerte. Y cuando se entere de que Lali está embarazada, no le va a gustar nada. ¿Sabes lo que la pasó a la última chica que se quedó embarazada en el pueblo? La violaron, por ser una puta.

— ¡Lali no es ninguna puta! — Esa vieja no me daba ningún miedo. Y el padre de Lali menos. Juan Pedro Lanzani solo le tenía miedo a ser padre.

— ¡Si no sabe quién es el padre del nene!

— No tenés vergüenza llamándola puta a tu hermana. Sos estúpida, se ve que Lali no se parece a vos, ¡por qué ella es una buena persona!

Ella me agarró de los hombros:

— No me subas el tono.

— Ni vos a mí tampoco y no la digas puta a mi...

— ¿Tu qué? — Ella me miró enfurecida. Dios, con lo linda que era Lali... Su hermana se parecía a ella pero en fea.

— Mi amiga — dije simplemente —. Es mi amiga y no podés tratarla así.

— Y vos a mí tampoco, estoy embarazada, sinvergüenza.

— Y Lali también. Y ahora te ordeno que te vayas de acá — dije secamente —. Sino llamaré a seguridad y le diré que te lleven afuera del recinto universitario por acoso a una de las residentes.

— Yo no la he acosado a mi hermana, para empezar es mi familia, mi sangre.

Dios, luego la defendía, pero antes la llamaba puta. Era totalmente bipolar.

— Y la has llamado puta. Y me estás agobiando — la agarré las manos y las quité de mis hombros —. Sino querés tener ningún problema, ándate.

Pero de repente, salió Lali. Ana y yo la miramos. Estaba temblando y tenía los ojos llenos de lágrimas. Pobrecita. Seguro que lo había escuchado todo y la habíamos asustado.

— Lali — la abracé —, te pido ahora sí que te vayas, Ana.

Ana por fin me obedeció y se marchó. Bueno, se lo había dicho, pero podía haberla dicho algo a su hermana. Algo como: "No llores". Se marchó sin decirla nada. Era una maleducada.

— Lali... Tranquila.

— Ana se lo va a decir a papá — me miró. Estaba completamente hundida, y tenía miedo. Lo podía ver en sus ojos.

— No, no le va a decir nada. Te lo juro.

— Sí, Ana cumple lo que dice.

— Y como diga algo, te juro que yo la mato. Además, es una tarada. No se parece nada a vos. Vos sos tan, tierna, tan buena... Y ella es tan frívola y mala... No te preocupes, que yo siempre voy a protegerte.

— No hace falta que hagas nada por mí. Yo me sirvo por mí sola y no necesito a nadie.

— Pero Lali...

— Déjame en paz — me empujó y se fue por las escaleras.

Dios mío... ¿Qué la estaba pasando?

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(Siento que el capítulo sea corto pero no he tenido mucho tiempo hoy. Mañana escribiré un capítulo más largo. Les recomiendo mi nuevo libro: El sumiso. Un abrazo)

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