Narra Lali:
Aquel día, apenas presté atención en clase. Solo pensaba en que la fiesta de Peter fuera la mejor fiesta del mundo. La fiesta de su vida, un momento para que fuera feliz.
Cuando se terminaron las clases, salí al pasillo. Allí estaba él, esperándome, con las manos en los bolsillos de la remera, y una sonrisa de oreja a oreja. Sabía muy bien que hoy iba a ser uno de los mejores días de su vida, y él colaboraba para hacerlo mejor poco a poco.
Me acerqué a él nada más cruzar la puerta de la clase y le di un corto beso en los labios:
— Hola.
— Hola amor — sonrió.
— ¿Qué tal tus clases?
— Aburridas... Como de costumbre, ¿las tuyas?
— Geniales, a mí si que me gusta de verdad lo que estoy estudiando mi amor.
— No sabes lo feliz que me pone escuchar eso — sacó su mano de uno de los bolsillos y me rodeo con su brazo la cintura —. ¿Querés comer afuera o acá? ¿O en el cuarto? Hay miles de posibilidades, y sé que todas las puedo cumplir. Así que lo que vos prefieras.
— Pero, sino me equivoco... Hoy es tu cumpleaños, no el mío — sonreí —, así que por mucho que yo quiera elegir, te toca elegir a vos, así que adelante. Elegí donde te gustaría comer el día de tu 20º cumpleaños.
Él suspiró y rió después:
— Entonces, sabés que uno de mis restaurantes favoritos es...
— El Cellis — bajé la cabeza —, a ese restaurante no por favor...
Dios, el maldito Cellis. ¡CÓMO ODIABA A ESE RESTAURANTE! Lo odiaba con toda mi alma y con todo mi ser. No quería pisarlo ni una sola vez más en mi vida. Desde que todo había pasado, tan solo lo había vuelto a ver 2 veces más, desde afuera, 1 vez caminando y otra cuando pasaba en auto. Y solo de ver ese maldito cartel lujoso, moderno y brillante, me entraban escalofríos. No quería volver a ese lugar, no quería por nada del mundo.
— ¿Por?
— No tengo buenos recuerdos.
— Pero, mi amor, todo eso ya pasó... — Peter hizo que le mirara y me puso una mano en la cara para acariciarme la mejilla.
— No puedo olvidar lo que pasó aquel día, no quiero ir al Cellis, por favor Peter. Si nos querés — puse una mano sobre mi panza —, no nos hagas volver allí.
Él suspiró. Sabía que le molestaba pero yo no podía volver al Cellis, sería tremendamente horrible volver al Cellis. Volver a pasar por uno de los peores momentos de mi vida nada más pisar el suelo de ese restaurante. Era una puta tortura, que de verdad, no iba a poder soportar...
— Entonces, ¿te gusta la comida china?
No, la odiaba a muerte. Pero la prefería antes que ir al Cellis.
— Casi nunca la comí, pero... Confío en vos y en tu exquisito y desarrollado paladar de nene bien — reí.
Él también rió:
— Entonces ya sé a dónde iremos, y es uno de los mejores restaurantes chinos de la ciudad.
— Creo que tus hijos nunca van a comer en Mac Donalds.
— Probablemente, aunque me canta la comida rápida también...
— Mira Peter, llévame a donde quieras, con vos estaría feliz hasta comiendo una hamburguesa de Mac Donalds abajo de un puente. Así que, vos decidís.
Sonrió pícaro. Ay, siempre que hacia eso me robaba otro trocito de mi corazón enamorado...
Y bueno, al final no fue abajo de un puente, pero si en un banco al lado del parque. Como dos chicos normales. Una hamburguesa con grasa, con calorías, pero con calorías que creo que no iban a afectar a mis bebés. Patatas y Coca-Cola. yo con esto, y Peter era feliz, no necesitaba nada más.
Por la tarde, nos pasamos todo el rato en el cuarto, mirando ropita para los bebés en internet. Uau... Tanto él como yo estábamos ansiosos con el nacimiento de nuestros pequeños. Necesitábamos conocerles, verles la carita por primera vez, escucharles reír, que nos dijeran por primera vez papá o mamá, ver sus primeros pasitos... Aww, sería tan lindo y tierno, ver a Peter babear literalmente por sus hijos. Necesitaba grabar ese momento y almacenarlo en una cámara de por vida.
Sobre las 19:30 recibí un mensaje de Candela diciendo que acababan de llegar a casa del señor Nicolás (alias, en secreto, el verdadero papá de Peter), y ya iban a empezar a preparar la fiesta. Había llegado la hora de empezar a engañar a Peter para que no se esperara nada de nada.
— ¿Vamos a salir a algún lado a la noche, mi amor? — le pregunté mientras dejaba mi celular sobre la cama.
— A mí no me apetece mucho, pero como quieras.
— A mí si me apetece — sonreí un poquito.
— Está bien, ¿a dónde querés ir?
— Pues... Emm... Podríamos ir a ver a tu mamá, ¿te parece? Así te saluda por tu cumpleaños.
— Bueno... Podemos parar en el súper, compramos algo y así cenamos con ella. Espero que no esté Juan, no tengo ninguna gana de verlo.
Negué con la cabeza:
— Mejor pedimos delivery.
— Bueno, como quieras. Decías que podía elegir yo todo, porque era mi cumpleaños, pero en fin.
— ¿Te molesta que elija?
— No mi amor, para nada. Pero no sé... Como me dijiste eso esta mañana. Pero no te preocupes por nada, esta todo bien — me dio un beso en la sien y sonrió —. Voy a vestirme.
— Yo también, ponete lindo.
— ¿Para? — dijo mientras miraba la ropa en el armario.
— Es tu cumpleaños.
Dejó de mirar en el armario y me miró fijamente:
— ¿Te sentís bien, mi amor?
— Sí, perfectamente. ¿Por?
— Te noto rara...
— Estoy bien... ¡Dale! ¡Vestite! — le grité. Sí, lo peor iba a ser ponerme un vestido de noche para tan solo ir a cenar a casa de su papá. "Ay Lali... Que pocas ideas brillantes tenés" me dijo mi confuso subconsciente.
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Embarazada
FanficUna novela Laliter. Ella, una chica de clase media, estudiosa y buena persona. Él, un mujeriego que quiere llegar a los 500 encuentros sexuales antes de los 20 años. ¿Podrán estar juntos algún día?