Embarazada ~ 34

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Narra Euge:

Seguía pensando en cómo vengarme de Lali. Brenda había regresado al poblado de vuelta, ya que tenía que seguir trabajando. Vendría si a mí se me ocurriera otra idea para seguir con el dichoso plan.

Por un momento, pensé en hacer que Lali perdiera al bebé. Un trágico accidente por las escaleras de la residencia o del aulario dónde ella estudiaba sería lo ideal. Se resbalaría, con agua, se caería y adiós bebé, pero... Eso no era algo que pudiera llegar a ser totalmente efectivo, así que dejé ese plan a parte.

También pensé en una relación entre Peter y Brenda, pero dado que ya Peter apenas salía de la residencia a la noche, y también que estaba bastante enojado conmigo, también tuve que dejar ese plan de lado.

Desde que Lali estaba embarazada... Peter había cambiado. Ya no era el mismo fiestero de antes, ya no era un pirata que solo le importaba el sexo, beber y las noches... Se había convertido en... Un hombre normal, en un universitario centrado, que quería velar por la seguridad de su bebé y nada más. Y sí, Lali y el bebé maldito, o "la mierdecilla", como él le decía, lo habían cambiado.

Así que estaba sin planes, aunque sin para intentando idear otro, que pudiera ser más malvado, y que lastimara tanto a Lali como a Peter.

-...-

Narra Eva:

Mi amiga, mi amiga del alma, mi Lali... Todo por mi culpa... Llevaba una semana sin hablar con ella y todo por lo que sin querer la había dicho a Ana. yo no quería hacerlo, pero... Mi falta de fuerza me obligó a contarle todo. Lo que no debía contarle.

Me sentía como una auténtica mierda, hasta Tini me había retado por hacerlo. Así que aquel lunes por la tarde decidí llamarla... Ojalá, con suerte, que me perdonara y volviéramos a ser amigas. Y aunque fue larga la espera, finalmente atendió la llamada:

— Eva no tengo ganas de hablar con vos — imaginaba su carita de decepción, de enojo y también de angustia. Y la entendía perfectamente, tenía todo el derecho.

— Espera, solo déjame pedirte perdón.

— No puedo perdonar lo que hiciste. Ana armó un lío, y de los gordos.

— Ya lo sé, pero me equivoqué, y sabés que yo no sé mentir — estaba punto de ponerme a llorar.

— Ha sido un fallo muy grave, Eva. No sabés todo lo que Ana nos ha hecho a Peter y a mí. ¿Te acordás de la chica que se quedó embarazada hace unos años? Dijo que a mí me iban a hacer lo mismo. Me pidió plata, a cambio de no decirle nada todo el mundo en el pueblo.

Dios, ¿cómo Ana podía hacerla eso a su propia hermana? Era una chantajista y una manipuladora.

— ¿Peter qué ha dicho de todo esto? — la pregunté. Si había reaccionado mal, pobre de Lali.

— Me apoya. Y tenemos un plan, vamos a casarnos.

¿KI?

— ¿CÓMO? — exclamé fuerte.

— Sí, creemos que la única forma para salvarnos es esa, así que vamos a casarnos. Y depsués, cuando nazcan los bebés...

¿Eh?

— ¿Bebés? — la pregunté extrañada.

— Sí, bebés. Vamos a tener mellizos, o mellizas, o gemelos o gemelas. Aún no lo sabemos.

— ¡Ay dos Lalitas por favor!

— No se sabe — Lali rió —, cuando nazcan vamos a irnos a vivir juntos a una casa que Peter compre. Así que las cosas con Peter han mejorado bastante gracias a Dios. Estamos muy contentos y nos estamos apoyando el uno al otro.

— Genial. ¿Ahora me vas a perdonar?

— Si no queda otra...

— ¡Lali por favor! Hasta Tini me retó, yo te amo y sabes que si supiera mentir nunca te hubiera traicionado, amiga... Perdoname — la supliqué.

— Está bien, estás perdonada. Pero nunca más... Sino no serás la madrina de uno de los bebés.

— ¿Voy a ser la madrina de uno de los bebés?

— Lo más seguro es que sí.

Sonreí:

— Gracias, amiga. Ahora tengo que seguir estudiando, mañana te llamo para ver como estas.

— Besos Eva.

— Chau, besos.

-...-

Narra Peter:

Lali me había convencido de llamar a mi mamá y contarla todo. Hacía un ratito que Eva la había llamado y se habían perdonado. aunque a mí, Eva ya me caía mal por ser tan chismosa y contar cosas que no la interesaban. Pero era amiga de Lali, y no podía decir nada, no quería entrometerme en una amistad de años como la suya.

— Dale Peter, llama... — Lali me miró poniendo carita de perrito mojado. Uh, fue entonces cuando me dí cuenta de que la carita de perrito mojado de Lali me mataba de ternura, literalmente.

— Voy — tomé mi celular y marqué el número de mi vieja, ahora, futura abuela de los bebés Lanzani Espósito.

— Hijito de mi vida... — dijo nada más atender. Ya estaba empezando a exagerar. Eso era lo que más me molestaba de ella.

— Hola ma.

— ¿Cómo estás mi vida? Hacía mucho mucho que no llamabas.

— Estoy de exámenes y apenas tengo tiempo — mentí, y Lali comenzó a reírse. Yo la hice con un gesto y sonriente que estuviera en silencio.

— Bueno hijito, ¿qué contás?

— Tengo que decirte algo — tragué saliva —. Algo importante.

— ¿Qué cosita importante querés contarme, hijito? — Dios, me trataba como a un bebé de dos años. Pobrecitos de sus nietos cuando fueran grandes.

— Emm... Voy a...

— ¿A qué? — su voz no se endurecía.

— A ser, papá.

— ¿Pa qué?

— Papá, voy a ser padre.

Un silencio se escuchó al otro lado de la línea. Mi madre estaba en shock.

— Descuida, mi novia está embarazada, pero aún no le digas a papá, quiero decírselo yo y en persona.

— ¿Cómo qué vas a ser padre? ¿Desde cuando? ¿Quién es la chica? ¿Cómo se llama? ¿De dónde es? ¿Estudia? ¿Cuántos años tiene?

— Lali, mi novia, está embarazada de casi dos meses. Tiene 18 años y está en mi Universidad estudiando filología, es de un pueblecito pequeño del interior.

— ¿Es una buena chica?

— Es muy buena chica, mamá — miré a Lali y ella me sonrió.

— Bueno. ¿Puedo ir para allá? ¿Quiero conocerla?

—Bueno te esperamos acá, ella está conmigo — dije un poco nervioso. Madre mía, mi vieja acá, con Lali. ¿Podría salir de esté lío sin que mi madre se pusiera más sentimental, exagerada y melancólica de lo que era?

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