Embarazada ~ 44

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Narra Peter:

Era un recuerdo de cuando tenía más o menos 5 años. Aquella noche, mi mamá se fue de casa. Tardó semanas sin regresar, pero yo entonces, no lo consideraba un abandono. Mi papá estaba contento porque mi mamá se había ido y entonces él podía hacer y deshacer según le viniera en gana, y sin darse cuenta de que estaba lastimando a un pobre nene de 5 años. Menos mal, que el ama de llaves y la niñera, seguían estando preocupadas y pendientes de mí, un nene que no tenía para nada figuras paternas. Que aunque tuviera padres, se podía decir que era huérfano. Y ahora que lo pienso, hubiera sido mejor ser huérfano que haber pasado por todo el sufrimiento por el que me obligaron a pasar mis viejos.

3 semanas después, mi mamá regresó. Con un pibe de 17 años. Literalmente, podía ser el hijo de mi mamá, porque ella tenía 32. Mi papá, al verla llegar borracha, con un hombre, bueno, un adolescente, a casa, la pegó una cachetada. El chico al verme se puso a mi altura y empezó a juguetear conmigo mientras mis papás volvían a pelear.

La relación entre Mariano y mi mamá no acabo ahí. Siguió, por años, hasta que yo cumplí los 12. Para ese entonces, él tenía 24 y acababa de terminar la carrera universitaria. Mi mamá "le dejó volar" y no volvió a acostarse más con él. Por eso, empezó a tener negocios sin mi viejo, por recomendación de mi mamá. Extrañamente había conseguido las mejores notas de su promoción y había tenido casi todas las matrículas en todos sus años de carrera.

Sabía, por mí papá, que justo antes de terminar la Universidad, cuando todavía seguía acostándose con mi mamá, entró en el mundo de la droga. Consumía y vendía, así de simple. Sí, me enteré de una manera bastante brusca que mi mamá se acostaba con un pibe drogadicto. ¿Qué pensaba mi papá? ¿Qué eso me hacía ilusión? Por eso, siempre les decía que mi papá no tenía cabeza, que nunca había mirado por mí, que yo no le importaba. Que no le importaban mis sentimientos absolutamente para nada.

Mi papá también me dijo que mi mamá le obligó a ir a un centro de desintoxicación para gente drogadicta. Más o menos, en aquella época, tenía unos 23 años. Estuvo en el 4 meses de rehabilitación y después continuó con sus estudios universitarios para finalizarlos. Sí, al menos, por lo menos a mi mamá le importaba ese pibe. Casi más que su hijo, al cuál ignoraba siempre que estaba con él.

Aunque aún no entendía si él se había aprovechado de mi mamá y de su plata, o ella se había aprovechado de su inocencia y juventud. Supuse que un poco de las dos cosas.

Cuando la conté toda esta historia a Lali, se quedó boquiabierta. Fue cuajo entendió, que no debía juntarse con tipos como Mariano Martínez:

— Te lo juro que no lo sabía, parecía una buena persona — Lali se mordió el labio y me miró algo decepcionada.

— Tranquila, si no te o explico, vos no lo sabes. No tiene nada de malo, ya está — me acerqué y la abracé. Mientras movía mis manos por su cintura, aproveché para tocarla la pancita y sentir a mis dos hijitos. Ella me miró y me sonrió de oreja a oreja.

— ¿Crees que él puede contarle algo de todo esto a tu viejo?

No, no creía. Aunque tenían muchos negocios en común. Pero si lo hacía, él sabía que consecuencias podía tener, porque iba a contar a los cargos altos de la Universidad que él se había acostado con mi vieja siendo un adolescente. Y eso le iba a repercutir de muy mala forma. 

— No creo. No obstante — dije moviendo mi mano por su panza —, vos tenés que estar tranquila porque si te ponés nerviosa les podés hacer mal a nuestros hijitos.

— Me encanta que los quieras.

— A mí me encanta amarlos, a los tres.

Lali me abrazó y me dio un beso corto.

— Tengo que estudiar.

— Bueno, te dejo sola. Voy a mi cuarto y así también estudio un poco. A la noche — hice puchero, tal vez así, me dejaba —, ¿puedo venir a dormir con ustedes?

Ella sonrió. Sabía que mi puchero iba a matarla de amor:

— Claro. Pero tenés que dormir vestido.

— ¿Qué tiene de malo dormir en bóxer? Lo hice porque tenía calor además — dije riendo.

Ella frunció el ceño:

— Si no dormis vestido, no dormís acá.

— Bueno, me pondré un pijama.

— Más vale.

— Chau lindo.

— Chau reina. 

-...-

Narra Ana:

Llegué agotada de trabajar. Trabajaba en una tienda del pueblo en la sección de dulces. Nada más sentarme agarré mi celular y comencé a ver mis mensajes de Instagram. ¡Y SÍ! Esa tal @sangrejaponesa me había respondido.

El mensaje era este: "Sí, la conozco. Aunque no me llevo bien con ella, ¿por qué me lo preguntas? Y si te referís a su embarazo, sí, lo sé, estoy enterada de ello desde hace tiempo. Fui de las primeras personas."

Uau... La había contado a una persona con la que ni siquiera se llevaba bien lo del embarazo. ¡ANTES QUE A SU PROPIA HERMANA! Ese cheto tarado la estaba absorbiendo el cerebro demasiado rápido. Y Ana Espósito tenía que frenar esto, tenía que vengarse de ellos.

Volví a responderla:

Mensaje directo a Eugenia Suárez: "Me alegro de que no te lleves bien con mi hermana. La verdad es que yo también estoy teniendo problemas con ella últimamente. Desde que está embarazada y de novia con Juan Pedro Lanzani, se ha vuelto una desubicada, una falsa y una mala persona, si ves, antes era un angelito. Me gustaría hablar con vos para poder solucionar este tema juntas, te dejo acá mi número: 5491122223333."

Esperaba con ansías su llamada. Mi pobre y dulce hermanita, pasaría por la peor etapa de su vida. Literalmente, tanto él, como ella, iban a desear estar muertos.

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