Embarazada ~ 98 (Final)

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Narra Peter:

La miré mal. Todo lo que habíamos pasado juntos... Todo lo que la había ayudado, todo lo que ella me había ayudado a mí. Y ahora estar tan distanciados, no por mi culpa, sino porque ella solita se había ido alejando, y se había ganado que yo me enojara mucho. Había cambiado todo entre nosotros, y nada volvería a ser tan genial como antes.

— ¿Por qué mierda lo has hecho Eugenia?

Ella no respondió.

— No sabemos como se ha podido escapar del psiquiátrico. Las medidas de seguridad son perfectas, tan solo, en toda la historia de ese hospital se han escapado 3 personas, y el hospital abrió en 1927. Es muy raro — apuntó el policía mientras la esposaba las manos.

— Es inteligente, y tiene ayuda — dije.

— ¿Ayuda por qué?

Negué con la cabeza. No le iba a explicar a ese policía toda la larga historia, era cosa mía. Y de mi familia. Nada más.

— Mañana será el juicio.

— Bien — asentí con la cabeza —. Yo no puedo ir, cómo bien entiende, mi mujer acaba de dar a luz, y son dos bebés, no podemos atenderlos casi... Así que como testigo llamen a una de las enfermeras.

El policía se despidió y se llevó a Eugenia esposada. Y yo volví con Lali, y con mis hijos... Porque me necesitaban, y mucho.

Pasaron las semanas. Y, desgraciadamente nada había cambiado. Tal vez, había ido todo a peor. El juez había puesto a Eugenia en libertad en aquel juicio de diciembre, la suerte, era que por lo menos ella no había vuelto a molestarnos. Pero, mi viejo... Seguía amenazándonos. Así que mudge, al final, tuvo que tomar las medidas... Esas medidas que ninguno quería que llegaran.

-...-

Narra Lali:

A mitad de la noche, una llamada de teléfono nos despertó. Peter atendió enseguida, y yo ya encendí la luz, preocupada. Era obvio, con toda la situación que estábamos pasando, era muy normal estar tan preocupada.

Tras un rato, él cortó la llamada y me miró:

— Tengo que irme — Peter dejó el celular en la mesita de noche.

— ¿Te ha llamado Mudge?

— Sí, y tengo que irme. Ya tiene todo preparado, los papeles están en regla.

No quería que se fuera, aunque sabía que era necesario. Debía partir por nuestra seguridad... Pero, yo quería ir con él. Sabía que su marcha podía ser muy peligrosa y me sabía mal dejarle ir solo. Solo pedía que fuera por unas semanas, un mes a lo mucho.

— Mudge te buscó un hogar para madres solteras.

¡No! Eso sí que no... Joder, todo el mundo sabía la clase de gente que había en esos lugares. Madres sin recursos, algunas buenas personas... Pero otras, de mala vida, prostitutas, también madres maltratadas. Era un lugar para pobres, eso estaba claro. Lo que menos quería era que mis hijos crecieran en un lugar así.

— Pero Peter...

— Mudge dijo que podrás estar ahí hasta que los nenes cumplan 3 años.

¡¿3 años?!

— ¡¿Vas a estar afuera del país 3 años, Peter?! ¿Estás loco o qué?

— Lali, en verdad no lo sé. Las cosas están muy mal...

Sí, y Mudge también estaba muy mal, pero de la cabeza. Iba a dejar solo a una madre que acababa de cumplir los 19 años y a dos bebés de apenas 3 semanas. ¿Estaban locos o qué?

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