Embarazada ~ 89

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Narra Peter:

Me encerré en el baño mientras que Lali se vestía feliz en el dormitorio. Iba a salir de casa, y claramente, entendía su alegría. Yo también estaba alegre y feliz, pero muy preocupado, porque sin la protección de Mudge, o de cualquiera de los otros policías, era probable que nos pudiera ocurrir algo. Y tal y cómo estaban las cosas, en caso de que nos pasara algo, podríamos perder el juicio y acabar muy mal.

Así que llamé a Mudge, necesitaba su sigilosa ayuda para no pelearme con Lali. Porque, era lo único que no quería en el mundo, junto con lo de que no nos pasara nada:

Mi eficaz amigo Mudge atendió rápidamente a mi llamado:

— ¿Peter?

— Mudge, necesito tu ayuda.

— ¿Qué pasó? Recién terminamos de hablar y estaba todo bien — dijo algo preocupado.

— Lali quiere, salir...

— ¿Al jardín?

— Ojalá — suspiré —, pero no, Lali quiere salir a la calle. Quiere desfogarse, dice que se ahoga acá dentro y que necesita libertad. Sé que es peligroso, pero está embaraza, y antes se puso muy nerviosa, y en el caso de que se ponga nerviosa puede perjudicar a los bebés Mudge. Y los bebés y Lali me importan mucho.

— Es muy peligroso Peter.

— Ya lo sé, pero Lali quiere eso. Es darle un capricho no más, salir a desayunar afuera... Y en una o dos hora volver a casa, tampoco pide tanto.

— Repito Peter, es muy peligroso. Se juegan la vida con solo poner un pie en la calle.

— Quiero complacer a Lali, se ahoga acá dentro. Pero no es solo ella la que se ahoga mudge, yo también me ahogo, yo también necesito salir a la calle. Hacer una vida normal de una vez, cómo la de antes.

— Los acompañaré entonces — cedió Mudge suspirando.

Negué con la cabeza:

— Lali quiere que vayamos solos.

— ¡No pueden! Es muy peligroso.

— Mudge, te lo pido por favor, por favor... Lali necesita más que nadie salir a la calle, disfrutar, dejar de agobiarse con toda esta mierda. Ambos lo necesitamos, también lo necesitan los bebés. Solo voy a pedirte esto.

— Tengo una idea, salgo atrás de ustedes, y trato de que no me vean — propuso Mudge.

No sabía si eso podía ser lo mejor. ¿Y si Lali lo veía? Pelearíamos, y entonces ella y los bebés se pondrían peor. No sabía ni cómo hacer. Joder...

— No sé si eso puede ser lo mejor de todo, Mudge...

— No puedo arriesgarme a dejarlos solos. Me juego mi puesto de trabajo, y ustedes pueden morir, y yo no puedo permitir eso. No sé si entendés mi posición Peter, pero no me dejan, es más... Ni yo a mí mismo me dejo. No puedo dejar que estén solos... ¡Es inconcebible!

Claramente, no quedaba otra entonces:

— Seguimos entonces, pero por favor, que Lali no te vea porque me da miedo pelearme con ella.

— No me va a ver, me conocés y sabés que soy perfectamente sigiloso.

— Por favor, que no te vea.Vamos a salir por la puerta de atrás, como en unos 15 minutos, espéranos escondidos, y después no seguís, ¿si?

— Perfecto.

— Tan solo salimos a desayunar a una cafetería... No más.

— Ya sé, pero te avise de que...

Lo interrumpí, me sabía de memoria esa frase.

— Todo paso es peligroso. Lo sé, pero necesitamos salir un poquito.

— Entiendo, los espero afuera — y entonces cortó la llamada.

Suspiré y terminé de peinarme. Me puse perfume y salí del cuarto de baño. Lali estaba en la cama, un poco pálida:

— ¿Estás bien amor? — la pregunté preocupado acercándome a ella.

— Un poco mareada.

Todo esto era culpa mía. Por la llamada de Mudge, y porque yo se lo había contado, ella se había puesto nerviosa y se había mareado. Dios... Era una mierda de esposo y una mierda de padre. No debía habérselo contado, ahora estaba muy arrepentido. A estas alturas no tenía ni idea de como hacer las cosas bien, siempre la estaba embarrando.

— ¿Querés la pastilla que te mandó el doctor para los mareos?

— Se me va a pasar en un ratito, tranquilo Peter.

— Y, ¿querés salir a la calle todavía?

Ella frunció el ceño:

— ¿Es qué a vos te da miedo salir?

— No no, tan solo preguntaba Lali... Mi amor, tal vez cuando te dé el aire se te pase el mareo, ¿si? Vamos a salir en un ratito. ¿Te querés poner un poco de crema, o peinarte? ¿Te ayudo?

— Vos no sabés de esas cosas.

Estaba bruta esta mañana, pero bueno, bruta o no, o más tierna, o más malhumorada, o más feliz, la tenía que soportar. Era mi esposa, y la mamá de mis dos hijitos.

— Bueno, entonces hacelo vos sola. Y si necesitás ayuda, yo te ayudo, ¿si? Vos me llamás y yo te ayudo.

Ella suspiro y se levantó para ir al baño. A los cinco minutos salió, tan solo con un poco de maquillaje en la cara y perfume.

— Lista. Nos podemos ir.

— Bueno, pues vamos — sonreí, tratando de que estuviera un poco más tranquila, aunque creo que aquel día, Lali, estaba muy enojada.

— Sí — dijo secamente —. ¿Por dónde nos vamos?

— Bajamos por la escalera y salimos por la puerta del jardín de atrás, ¿dale?

— ¿Es seguro eso?

Pretendía estar seguros cuándo estábamos saliendo a la calle con un asesino en serie que quería matarnos. No Lali, mal, muy mal...

Bajamos por las escaleras muy sigilosos y salimos a la calle por la puerta de atrás del jardín. Bien, ahora faltaba tan solo que Mudge no estuviera siguiendo, y todo sería plenamente perfecto.

Pero al cruzar la calle, un auto negro se paró en la esquina. Lo miré de reojo, y fue cuando me di cuenta, de que esa persona no era Mudge, pero también, que algo no estaba saliendo bien.

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