Narra Pato:
Desgraciadamente, la policía decidió ir a detener a mi hermana. Cuánto antes. Era un peligro, según ellos, que anduviera suelta. Mi propia hermana, estaba siendo tratada como una criminal. Pero realmente, había infringido una norma, había atentado contra otra persona, aunque hubiera sido al fin y al cabo un intento fallido. Pero sí, lo había hecho. Y también, debía ser castigada por ello. No había ninguna duda.
— ¿Dónde se alojaba? — los dos policías y yo estábamos dentro del auto de la policía.
— Yo les indico. Giren a la derecha y en 5 minutos estaremos allí.
Y justo, tras 5 minutos llegamos al hotel donde me hospedaba, con mi hermana y también con mi padre.
Los tres bajamos del auto. Sentí como mi mundo se derrumbaba entonces. Pero tenía que hacerlo, Ana tenía que ser castigada. Tanto como Eugenia.
— Quédese acá, iremos a buscarla.
— No sé si seguro va a estar acá, igual ya ha viajado al pueblo.
— Iremos a por ella al pueblo.
Suspiré. Dios... Perdón Ana... Pero lo estaba haciendo por el bien tuyo, y el de toda nuestra familia. Sabía que algún día, aunque fueran algunos años después, podrías perdonarme.
Entonces, la policía entró dentro del hotel. Y yo no pude parar mis lágrimas, que caían una tras otra por mis mejillas. Estaba siendo el peor hermano del mundo, pero Ana... Tendrías que aprender, que la familia era la familia. Solamente era una. Te amaba, papá y mamá, te habían dado la vida. Te habían amado. Te habían acunado en las noches en las que llorabas, te habían cuidado, te habían enseñado todo. Y cuando mamá se fue, pocos días después de que naciera nuestra hermana pequeña, vos me ayudaste a empezar a ser independiente. Aún tengo esos recuerdos, de mi hermana enseñándome a leer, enseñándome a atarme los zapatos... Cuando me peinabas para ir a clase, cuando me enseñabas a combinar los colores... Y lo peor, cuando defendías a Lali cuando me peleaba con ella. Esa nena, siempre fue tu favorita. La amabas con absoluta locura. Te matabas por ella, por ayudarla, por enseñarla a hacer absolutamente todo... Siempre fue tu "bebita", "tu nenita", la más protegida... ¿Y ahora? ¿Qué carajo te había pasado, Ana Laura Espósito? ¿Quién te había metido en la cabeza ideas de matar a tu propia hermana?
Pensaba que eras una buena persona... Pensaba que tu familia era lo más importante. Pero demostraste que no.
Y sí, iba a dejar de romperme la cabeza, porque el daño ya estaba hecho.
Me miraste, al salir esposada del hotel:
— ¿Por qué se lo has contado?
Y sí, yo tampoco supe responder. Tenía miedo. No tenía la respuesta exacta, la verdadera explicación. Eso sí, sabía seguro que necesitabas un castigo.
— Patricio — me avisó la policía —. Vamos a detener a la otra chica, ¿quiere venir?
— Prefiero quedarme acá.
— Más tarde tiene usted que venir. Decide usted, declarar, en contra o a favor de su hermana, Ana Laura Espósito Riera. Debe decidir, antes de pasado mañana.
— Gracias, agente.
— Nada — el agente se metió en el auto, y me dejó solo, en medio de la calle, de esa norme ciudad, que se llamaba Buenos Aires. Y que cambiaba a las personas.
-...-
Narra Lali:
Ya estaba vestida. Terminaba de maquillarme mientras que Peter esperaba afuera del baño para irnos a "Sunshine", dónde habíamos quedado con los chicos para tomar algo.
Salí del baño y el me miró sonriente:
— Estás hermosa.
— Gracias mi amor.
— ¿Vamos? Deben estar ya esperándonos afuera.
Salimos de mi cuarto y bajamos en el ascensor. En la planta baja de la residencia, María y Pablo nos miraron agarrados de la mano.
— ¡Buenas noches chicos! — nos deseó María. Después se dirigió hacia a mí y me dio un beso en el cachete —. ¡Cuánto tiempo Lali! ¿Qué tal los bebitos?
— Bien.
— Me alegro.
Después, Pablo también me saludos con dos besos, y ambos saludaron a Peter.
Al rato, bajaron de sus correspondientes habitaciones, y por separado, Agustín y Candela. Se miraron de reojo. Uau... Fue entonces cuando me di cuenta de que en verdad hacían muy buena pareja. Los dos me saludaron, Agustín con un afectuoso abrazo, ante la celosa mirada de Peter. Pero mi Lanzani querido no dijo nada.
— ¿Vamos chicos? — preguntó Pablo sonriendo.
— ¡VAMOS! — dijimos todos a la vez.
Después de tomar un taxi con 7 plazas, a los 20 minutos llegamos al "Sunshine". Entramos y mientras que los chicos pedían, Mery, Candela y yo, nos quedamos hablando en la mesa dónde íbamos a tomar las bebidas:
— Haces una pareja genial con Peter, Lali.
— Gracias. ¿Vos desde hace cuánto estás con Pablo?
— Mucho, 3 años ya. Nos conocimos en el colegio... Y desde que el lo dejo con Julieta, su ex, estamos juntos. Es un chico bueno y genial la verdad.
— Suerte que toda la vida de Mery es un auténtico cuento de hadas.
— Gordi — dijo Mery, algún día vos también encontrarás al príncipe azul.
— Sí, claro. Cuándo sea una vieja amargada y con una casa llena de gatos.
— No digas eso, Candela. Yo pensé que nunca iba a tener novio y mira ahora.
— Tuviste suerte Lali. Pero yo no la tengo, ¿de acuerdo?
— Es una terca — dijo Mery.
Sí, pero bueno. Sabía que quedaba un poquito de esperanza en su interior.
Al rato, los chicos llegaron con las bebidas, y de repente, una chica, llegó por detrás y abrazó a Peter. Mi instinto celoso se despertó y me levanté rápidamente. Tenía que alejar a esa alimaña salvaje.
— ¡PETER! — gritó ella.
Él se separó y se dio la vuelta:
— Brenda... ¿Qué hacés acá?
¿BRENDA?
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Embarazada
Fiksi PenggemarUna novela Laliter. Ella, una chica de clase media, estudiosa y buena persona. Él, un mujeriego que quiere llegar a los 500 encuentros sexuales antes de los 20 años. ¿Podrán estar juntos algún día?