Embarazada ~ 57

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Narra Lali:

Estaba furiosa, las lágrimas corrían por mis mejillas y yo las limpiaba con rabia. Estaba sola, el resto ya había vuelto adentro.

Solo quería acurrucarme en algún sitio. Acurrucarme y recuperarme de algún modo. Sanar mi fe destrozada y hecha añicos. ¿Cómo ambos podíamos haber sido tan estúpidos? Dolía... Y mucho.

Paré a uno de los taxis que pasaba por la carretera y subí a él. Le dije que me llevara a la residencia universitaria. No quería ver a nadie hasta mañana. Ni siquiera a mi papá, había estado a punto de morir y le causaría otro mal rato ver a su hijita tan destrozada. Tampoco quería que mi hermano me viera tan mal.

El día de hoy se podría definir como la basura más grande de todas las basuras, la mierda más grande de todas las mierdas, una ruina, una pesadilla sin fin. Me gustaría meterme en la cama y dormir para siempre, sin despertar.

Y eso fue lo que hice al llegar a la residencia. Tras pagar al taxista, subí a mi cuarto y me fui directamente a la cama. Me acosté de golpe haciéndome daño en la panza, me tapé la cara con la almohada. Sí, sabía que era malo darse golpes en la panza, pero hoy odiaba a todo. Hasta a mis propios hijos. Solo decir "hijos" me hacía acordar al hombre que me había golpeado. Sí, Juan Pedro Lanzani, el que me había pegado una cachetada.

Yo me había puesto celosa, pero el tenía que entenderme. Llevaba aquel día, mucha carga mental. Y sí, debía estallar, por dónde fuera. Y justo, había estallado con el menos indicado.

Quería desaparecer del planeta. Me saqué los tacos, los tiré al piso con fuerza, y con la ropa de la fiesta, maquillada aún, peinada... Y lo peor, con la cara llena de lágrimas, me fui a dormir. Mañana... Mañana, sería otro día. ¿Mejor? Tal vez.

-...-

Narra Peter:

Decidí sacarme de la cabeza a Lali, aunque solo fuera por esa noche. No me arrepentía (por aquel entonces) de lo que había hecho. De lo que la había dicho. Era una puta antisocial, que quería que yo también me quedara sin un puto amigo como ella. Ella estaba sola, y yo... Tenía un grupo con el que salir, de amigos de siempre. Y por su culpa, aquella noche faltaba Eugenia. Eugenia se había separado de mí por culpa de ella.

Aún así, iba a divertirme, sin ninguna de las dos. Eugenia por su parte, y Lali por la suya.

Brenda se acercó a mí en la pista cuando llegué después de pelearme con Lali. Yo no me negué y comenzamos a bailar juntos. En aquel momento, no estaba pensando para nada lo que podía suceder. Pero estaba decidido, iba a pasármelo bien. Quería recordar por un momento al Peter de antes. Y punto.

Cada vez, bailábamos más pegados. Sí, Brenda había bebido un poco, se la notaba en el aliento. Olía un poco a alcohol, pero solo ligeramente.

Puse mis manos sobre su cintura y la acerqué aún más a mí. "Olvidá a Lali, por un momento" pensó mi subconsciente. Ya estaba casi rozando sus labios cuando comenzó a besarme lentamente.

— Turro — la escuché a Candela.

— Sí, y la mina es más puta... Tendría que darle vergüenza — respondió Candela.

Me separé. ¿Qué estabas haciendo, Peter? Creo que el calentón me había hecho actuar sin pensar. Estaba bien enojarme con ella, separarnos por un tiempo... ¿Pero besarla?

— ¿Pasó algo? — me preguntó ella colocando las manos sobre mi pecho.

Sí. Tenía que olvidar a Lali, pero no cambiarla por otra cualquiera tan rápido.

— Estoy cansado, me vuelvo a casa.

— ¿Hace un rato nos estábamos besando, y ahora querés marcharte?

— Sí.

Ella miró a Candela y a Mery:

— ¿Es por ellas no?

— No, creo que no pensé bien lo que hice.

— Pero lo hiciste.

— Sí, lo hice. Bueno, yo me voy — la di un beso rápido en el cachete y me fui, ante la mirada aterradora de Candela y María, sí, creo que esas dos iban a matarme al día siguiente. Pero, yo ya no estaba con Lali, necesitaba libertad. Aunque solo fuera por unas semanas...

-...-

Narra Euge;

Mi celular estaba sonando fuertemente mientras terminaba de ducharme. Salí del baño con una toalla enredada en el cuerpo y otra en el pelo y atendí sin mirar quién llamaba:

— ¿Si?

— ¡Euge! ¡Creo que Lali y Peter lo han dejado por fin!

— ¡¿QUÉ?! — grité histérica. ¡Oh sí, por fin!

— Además, me besé con él, Euge.

— ¡Ay! ¡Sos genial amiga!

— Pero se fue. Las amiguitas, le miraron mal cuando me estaba besando y eso pareció molestarle.

— ¿Quiénes eran?

— Candela y María, creo.

¿Ellas? María era mi amiga... Dios, hasta ella estaba del lado de Lali. Bueno, de Candela me lo imaginaba, ella siempre estaba al contrario de mí, del lado de las mujeres engañadas, devota de las relaciones de amor. Era tan virgen la pobrecita... Y TAN TARADA.

— Son dos taradas...

— Sí, re...

De repente, sonó la puerta de mi casa.

— Brenda, ahora te llamo, llaman a la puerta.

— Dale amiga, ahora hablamos.

Corté la llamada y abrí la puerta. Atrás estaba la policía.

— ¿María Eugenia Suárez?

— Sí, soy yo — ¿Qué pasaba conmigo?

— Queda usted detenida por el intento de asesinato de Mariana Espósito.

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