Embarazada ~ 49

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Narra Lali:

Llegamos al hotel donde mi familia estaba alojada a la hora indicada, a pesar de los disturbios causados por la estúpida de Eugenia. Por suerte, yo ya estaba más calmada, y mis parientes no iban a notarlo... Uf, ¡qué alivio!

Mi hermana ya estaba esperándonos en la puerta al llegar con el taxi. Pensé: "Qué raro", puesto que Ana siempre llegaba tarde a todos los planes. Peter y tos nos bajamos del vehículo y la saludamos fríamente:

— ¿Papá y Pato? — la pregunté tras darla dos besos.

— Ahora bajan.

— Ajá — respondí extrañada. "Mmm, esto es muy raro", sospechó mi subconsciente.

Tras un rato de silencio incómodo, mi viejo y Pato aparecieron por la puerta giratoria de cristal muy sonrientes:

— Todos listos — dijo mi hermano nada más salir del edificio.

Peter sonrió y juntos subimos al taxi de 7 plazas. El conductor manejó hasta Cellis, el restaurante favorito de Peter, y en el que yo también había estado. Entramos y la misma chica del otro día nos llevó a una mesa reservada en el mismo lugar, solo que esta vez, la mesa era más grande y había tres sillas más a su alrededor.

Peter movió la silla para que yo pudiera sentarme. Me senté... Ay, era tan educado desde que nos llevábamos bien, y más con mi familia delante. Cuando todos estuvimos sentados, Peter miró a la chica, como para darle paso de palabra:

— ¿Vino? — preguntó Tiffany.

— Claro, el más caro esta vez. Es una ocasión especial. Además, somos tres los que van a beber vino — dijo Peter sonriendo —. Y para las señoritas, ¿agua las parece bien?

Mi hermana y yo asentimos con la cabeza.

Tiffany fue hasta una especie de barra donde tenían las botellas con el hielo abajo para mantenerlas frías y sirvió nuestros vasos con agua. Ambas se lo agradecimos y ella bajó a la planta de abajo.

Mi hermano, que estaba a mi lado derecho (a mi lado izquierdo estaba Peter), me susurró al oído:

— Es todo un caballero, La. De verdad, me encanta que estén juntos y vayan a casarse.

Sonreí:

— Papá está feliz — continuó mi hermano —, Peter le encanta. Mucho más que ese Christian novio de Ana.

Comencé a reírme. Peter, mi viejo y Ana me miraron:

— Pato me contó un chiste verde — mentí sin dejar de sonreír.

Peter sonrió y me dio una de las cartas:

— La especialidad de hoy son los ravioles de calabaza y queso crema — dijo Peter leyendo la carta de comidas que tenía sobre las manos.

— Yo quiero de eso — dije. Estaba hambrienta. Lo de estar embarazada de mellis o gemelos, comenzaba a afectarme, y sobretodo, en las nauseas y en el apetito.

— Yo también — dijo mi hermano lamiéndose los labios.

— ¿Ustedes? — preguntó Peter mirando a mi viejo y a mi hermana.

— Prefiero pasta a la carbonara — dijo Ana. Ay, ella siempre tan amable...

— Yo también probaré los ravioles.

— Sí les parece. podemos bajar a la bodega de vinos. No obstante he pedido el mejor vino, que justo es el más caro. Pero bueno, podemos ir a ver por si les apetece otro. ¿Quieren que bajemos caballeros?

— Claro, muchas gracias Peter — dijo mi viejo levantándose de la silla. Mi hermano también se levantó, y después lo hizo Peter.

— Ahora venimos, señoritas — Peter, Pato y mi papá se marcharon por las escaleras. Y en ese momento justo, me vino una nausea. Ana me agarró del hombro:

— ¿Estás bien?

Negué con la cabeza:

— Pero no te preocupes, es normal. No sé vos, pero yo estoy teniendo un montón de nauseas. Voy a ir al baño — me levanté del asiento y bajé por las escaleras, en dirección al baño.

-...-

Narra Ana:

Bien. Mi momento había llegado. Era ahora o nunca. Saqué con las manos temblorosas las pastillas de mi bolso y tiré una en el vaso de agua de Lali... Pero, mierda. Peter aún no se había servido bebida. Tendría que esperar a otra ocasión, pero por lo menos, el trabajo con Lali estaba hecho. Ojalá no la ocurriera nada grave.Tan solo un sustito.

Al poco tiempo, los cuatro: Pato, Peter, Lali y mi viejo, subieron juntos por las escaleras.

Yo sonreí de manera falsa. En aquel instante no me salía sonreír de otra manera:

— ¿Qué vino eligieron? — les pregunté a los hombres mientras todos se sentaban de vuelta en la mesa.

— El que Peter nos recomendó, para ser tan joven, el señorito sabe mucho de vinos.

— He viajado mucho señor Espósito. Sé de vinos de todo el mundo, vinos franceses, españoles, italianos... La mayoría de los vinos en Europa son una delicia. Por eso, la mayoría en este restaurante son importados de allí.

— Ojalá nosotros hubiéramos podido fijara tanto como vos... — dijo mi papá lastimero —, pero no ha podido ser. Ya te habrá contado Lali, el trabajo que me ha costado sacarlos a los tres adelante.

— Claro, y me parece usted un padre muy valiente. Que se enfrenta a dos hijos pequeños y a una bebita antes la falta de una figura materna. En verdad, no sé si yo hubiera podido hacerlo.

— Ha sido lo que hay. ¿Alguna me da agua para tomarme las pastillas?

Mierda...

— Sí yo papá — se ofreció Lali rápidamente.

— ¡NO! — grité.

Todos los que estaban sentados a la mesa me miraron.

— Ana, ¿qué más da una que la otra? Si son las dos aguas iguales — mi papá sacó su paquete de pastillas paz la tensión y se metió una en la boca. No no... No tenías que beber papá... Dios no. ¡MIERDA EL AGUA ERA PARA LALI NO PARA VOS! Aguanté que se me saltaran las lágrimas.

Pero bebió. Sí, desgraciadamente bebió.

Después de esto, Lali volvió a poner la copa de cristal sobre la mesa.

— ¿Todo está elegido no?

— Cla... Claro — tartamudeó mi viejo.

Pato lo miró:

— ¿Estás bien papá?

Mi padre asintió con la cabeza.

— ¿Quieren que pidamos una ensalada para todos?

— Dale — dijo Peter.

Volví a mirar a mi papá, tenía la mano temblorosa al agarrar la servilleta. Todos se estaban dando cuenta de que no estaba bien:

— ¿Señor Espósito se encuentra bien? — le preguntó Peter educadamente.

— N... No — y de pronto, cerró los ojos. Sí, perdió el sentido, dejó caer todo su peso para atrás y tiró la silla. El cayó encima de la silla. Mi hermano y Peter se levantaron y empezaron pedir ayuda. Lali se tapó con la servilleta y comenzó a llorar. 

Y yo también comencé a llorar. Por mi culpa, ¡TODO MI CULPA! Mi viejo se había desmayado, o tal vez, algo incluso peor. Todo por culpa de la puta pastilla.

-...-

(Recomiendo el resto de mis novelas: "El Sumiso", "Pájaros", "Padres Adolescentes 2", y la nueva, "Ven con nosotros", una versión algo cambiada de Chiquititas 2006.)

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