Embarazada ~ 53

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Narra Lali:

— Hola Ana, hola Pato — saludé a mis hermanos cuando entraron en el cuarto de papá con una torta en una caja de cartón —. ¡Trajeron torta!

— Sí, la favorita de papá. ¿Cómo te encuentras papá? — le preguntó Pato con cariño.

— Mejor, hijo.

— ¿Cómo estás papá? — le preguntó Ana.

— Bien, hija.

Tragué saliva. Les tenía que contar a mis hermanos lo del "Lecum". Que nuestro padre había estado a punto de perder la vida al ingerir ese horrible y peligroso medicamento.

— Por cierto, vino el doctor a explicarnos el resultado de los análisis. Ha sido una intoxicación con "Lecum", un medicamento que le debieron meter a papá en la bebida.

— ¿En el Cellis? — preguntó Pato.

— Eso se cree. Pero, el doctor no está seguro. Este medicamento solo se vende en el Moët, es un bar nocturno al que acuden mucho Peter y sus amigos. Uno de los camareros de la valla vende estas pastillas. Van a denunciarle, pero también lo harán con la persona que le hizo eso a papá.

Miré a Ana. Estaba completamente pálida.

— ¿Ana, pasa algo?

— Estoy bien, Lali.

— Sentate, estás muy pálida hermana — dijo Pato mientras la movía una silla y la indicaba que se sentara en ella.

— Necesito hablar con ustedes afuera un momento — Ana no se sentó y se acarició la panza con una mano.

— Vamos afuera.

Los tres salimos de la habitación dejando solo a nuestro padre. Sí, él necesitaba descansar. Dormir un poquito, el doctor lo había dicho. Había estado a punto de perder la vida con ese maldito medicamento del demonio.

— ¿Qué pasa Ana?

— Tengo que contarles algo, y después de esto, sé que no van a querer volver a verme en la vida.

Me asusté. Y mucho. Me vinieron miles de cosas a la cabeza. ¿Qué carajo había hecho mi hermana?

— ¿Qué hiciste? — la pregunté, casi temblando.

— Yo fui quién intoxiqué a papá.

Pato tragó saliva.

— Sos una idiota.

No podía creerlo. No estaba entendiendo nada.

— Ana... ¿Sabés que podés acabar presa? Tenés menos cerebro que una hormiga. ¿Por qué le hiciste eso a papá? — la dije.

— Quería lastimarte a vos.

¿QUÉ? Ah no... Yo la iba a matar en cuanto saliéramos del hospital. No quería armar bardo dentro del hospital porque bastante tenían los internados con su enfermedad.

— Eugenia, la amiga de Peter, fue quién me dio las pastillas.

— Sabía que ella tenía algo que ver en esto. Lo sabía de verdad.

— Ana, tan solo te lo voy a decir una vez — dijo mi hermano —. Andate al pueblo y olvida que somos tu familia por un tiempo. Porque no sé cuando ni cómo voy a perdonarte lo que has hecho. Sos la vergüenza de la familia, sin duda — Pato se dio la vuelta y entró en el cuarto de mi padre de nuevo.

Ella me miró:

— Igualmente te digo — me di la vuelta, y sin despedirme, entré en el cuarto de mi viejo.

Ana iba a tener que remarla, muchísimo. Sí, me había intentado matar, junto con la pelotead de Eugenia. Por algo quería que me bebiera el té, porque tenía una pastilla maldita de esas dentro. Esto se lo tenía que contar a Peter en cuanto lo viera. Tenía que saber la clase de persona que era Eugenia, me había intentado matar. Había tal vez manipulado a mi hermana... Pero, ¿cómo se habían encontrado? ¿Por las redes sociales? No lo sabía, pero ambas habían intentado matarme. Habían intentado matar a mis dos bebés.

— ¿Y Ana? — preguntó mi viejo.

— Se ha ido — dijo Pato secamente.

— ¿A dónde?

— Christian tenía problemas y se ha vuelto al pueblo papá — mintió mi hermano.

— No se ha despedido de mí.

Me acerqué y le di un beso en el cachete:

— Este beso es de ella, me ha dicho que te lo diera. Y que te quiere mucho.

— Espero ponerme del todo bien, hijos.

— Vas a recuperarte pronto papá.

— Quiero que la persona que me hizo esto, que me metió el medicamento en la comida o en la bebida, vaya preso. Quiero que se muera pagándonos por todo lo que me ha hecho. Esa Eugenia, Lali. ¿Estás segura de que ha podido ser ella?

— Sí, papá. Tal vez...

Miré a mi hermano... Ay papá, si supieras en verdad lo que te había hecho Ana. No dirías eso.

De repente, el chico más lindo del mundo, metió la cabeza por la puerta.

— ¿Se puede?

— Pasa Peter — le dijo mi papá.

Peter pasó, primero saludó a mi viejo con la mano. Después, me saludó a mí con un pico y después a mi hermano Pato.

— ¿Cómo se encuentra usted, Coco? — le preguntó a mi padre educadamente.

— Mejor.

— Me alegro.

— ¿Podemos hablar un momento en el pasillo amor? — le pregunté. Estaba ansiosa por contarle todo. Lo de la intoxicación, lo de la turra de Euge y lo de la estúpida de mi hermana.

— Sí, claro.

— Vamos — le agarré de la mano y ambos salimos de la habitación de mi papá.

Él me miró y se mordió el labio. Yo le miré:

— ¿Qué pasa? — le pregunté.

— Estás linda hasta sin haber dormido.

— Dormí mal por lo de mi papá...

— Lo sé mi vida, lo sé. ¿Qué querés contarme?

— Lo de mi papá fue una intoxicación.

— Sí, eso más o menos se sabía. ¿Fue lo que el médico intuía, verdad?

— Sí, y ahora se ha confirmado. Con "Lecum", es un medicamento peligroso. Se disuelve con la bebida y la comida, lo vi mientras investigaba con mi celular. El doctor mandó investigar a la policía en el Cellis. Pero ya sé quién ha sido. Bueno, quiénes.

— ¿Y quiénes?

— Eugenia y Ana, mi hermana.

— ¡¿CÓMO?! — Peter abrió los ojos muy impresionado.

— Sí, y la pastilla me la querían dar a mí.

-...-

(Les recomiendo mi nueva historia "Laliter: La Historia Que Nunca Se Ha Contado", de estreno el 15 de noviembre de este año, tras finalizar la novela de "Embarazada". Ya esta subido el trailer para que la espera no sea tan agonizante. Muchos besos a todos y a todas :) )

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