Embarazada ~ 9

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Narra Lali:

— Eva...

— Amiga, Dios, hace más de un mes que no te escuchaba... ¿Cómo te va todo?

— Mal, horriblemente mal... Déjame que te cuente algo...

— ¿Es un tema romántico? Dime que sí, al final en el pueblo todos van a pensar que te gustan las mujeres La...

— Sí. Y creo que después de esto me hago monja.

— ¿Qué te ha hecho ese sinvergüenza?

— Nada, se acostó conmigo una sola noche.

— ¿Te ha desflorado? — me preguntó Eva sorprendida.

— Sí, y también me ha hecho un bebé.

Se escuchó un silencio del otro lado.

— Eva...

— No me lo puedo creer, ¿vas a ser mamá?

— Sí amiga, vas a ser tía.

— ¡Oh Dios! ¡Oh Dios no!

— Sí, no hace falta que te pongas a gritar. Si se entera alguien en el pueblo, no me dejan entrar nunca más.

— ¿Y no me jodas que el papá no se quiere hacer cargo?

— Quiere que aborte o lo dé en adopción.

— ¡Pero que hijo de puta!

— Total amiga...

— No sé que decirte, todavía soy virgen... Y nunca pensé en tener un hijo, creo que, aún no se me desarrolló el instinto maternal siquiera...

— Vos solo me tenés que ayudar a ocultarlo, y cuando nazca... tenés que venir a vivir acá conmigo. Así lo cuidamos juntas...

— ¡Aún no he terminado la secundaria Lali!

— Terminaras este año, yo lo sé Eva.

Eva había repetido primer curso, por eso, aún no había terminado el colegio. Ella quería estudiar enfermería, y tal vez, por la plata que tenían sus papás, podría venir a estudiar conmigo a la capital.

— No sé Lali, sería un milagro. Los profesores me tienen manía. No me aprueban ni con regalos caros que les hace mi viejo. Soy un desastre.

— Vos inténtalo, y si necesitas ayuda, me llamás a mí. Fui la mejor de la promoción del año pasado Eva. Tu mejor amiga fue la mejor y te va a ayudar sin pedirte nada a cambio.

— Sos la mejor amiga. Ya hablamos, te quiero.

Cortamos la llamada. Eva había sido siempre mi única y mejor amiga del pueblo. Era re linda y había tenido millones de novios. Mi otra amiga, Martina, había tenido dos novios tan solo, pero en dos relaciones bastante largas. La mayoría de sus novios eran más grandes que ella, y por eso, ya no era virgen. Aunque Tini siempre me había dado consejos para poder estar con chicos, sus trucos nunca nos habían funcionado. Eva y yo, éramos pésimas con los chicos.

Y bueno, me quedé acostada en la cama, esperando a que la vida pasara... Era sábado y no tenía nada que hacer. Ni siquiera quería desayunar. Me daba todo muchísima pereza. Pensé que tenía una personita en mi panza que quería comer, pero ignoré ese pensamiento.

—————

Narra Peter:

Otro día. Anoche, me quedé sin chicas para hacer el amor por culpa de la tarada de Eugenia, que ahora se dedica a dar charlas sobre la paternidad y la maternidad. Que se debe y que no se debe hacer. Menuda estúpida...

De repente, mi celular sonó. Era Agus el que llamaba:

— ¡Man! — fue como siempre su saludo.

— Agus.

— ¿Todo bien?

— Sí, ¿y vos?

— Bien. Por cierto, felicidades.

— ¿Felicidades por?

— Vas a ser papá, ¿no?

¿Quién se lo había dicho a Agus? Lali no seguro... Había sido Eugenia, la tarada de María Eugenia Suárez. La iba a matar en cuanto la viera.

— Agus yo...

— Voy a ser tío, que lindo... ¿La mamá está bien verdad?

— Agus, no voy a hacerme cargo del pequeño.

— ¿Cómo? — preguntó Agus sorprendido —. Ósea, ¿no te querés hacer cargo de mi sobrino?

— Pues... verás. No, porque, soy joven, y creo que ahora mismo no es el momento...

— ¿Y por qué no te cuidas si no lo querés tener?

— Fue un error... pensé que las vírgenes no se quedaban embarazadas.

— Pero nunca hay nada seguro. Ya sabes, mi mamá me dio en adopción porque me tuvo muy chica, pero yo no comparto esa opinión. Un bebé tiene que crecer con su verdadera madre, es con quién mejor va a estar, con la persona con la que ha estado tantos meses en la panza. Y sabes todo lo que la quiero a mi familia adoptiva, pero sigo diciendo que mi mamá se tenía que haber hecho cargo de mí.

— Agus, no tengo ganas de hablar del tema.

— Bueno, entonces chau — colgó.

Me había cortado, por primera vez en toda la vida. Desde bebés habíamos sido amigos y nunca había dejado una conversación a medias, hasta hoy. Me daba igual su ilusión por ser tío, yo no quería ser padre, no la quería a Lali... Que se las apañara como pudiera, yo no iba a hacerme cargo de un bebé, no iba a pasarme los próximos tres años sin dormir, oliendo a vómito, cambiando pañales, escuchando lloros y gastando plata en juguetes absurdos.

Peter Lanzani no iba a ser el padre de ese bebé. Y punto.

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